Imágenes de la actividad de sistemas de tormentas en el polo norte de Júpiter fueron enviadas por la nave espacial Juno de la NASA, además de que otro instrumento captó los sonidos que producen las auroras masivas.
La descarga de seis megabytes de datos recogidos durante seis horas de tránsito se prolongó día y medio, informó la NASA en su portal de internet. Aunque el análisis está en proceso, la agencia resaltó que algunos descubrimientos ya son visibles.
Vuelos orbitales
La sonda Juno tuvo éxito en el primero de sus 36 sobrevuelos orbitales, realizado el 27 de agosto a 4.2 kilómetros de altura.
Scott Bolton, investigador principal de la misión, indicó que “es más azul en color que otras partes del planeta y hay gran cantidad de tormentas”.
Resaltó que “no hay ninguna señal de las bandas latitudinales o cinturones que estamos acostumbrados a ver; esta imagen apenas es reconocible como Júpiter. Estamos viendo señales de que las nubes tienen sombras, lo que indica que se encuentran a una altitud superior”.
Saturno tiene un hexágono en el polo norte, dijo Bolton. “No hay nada ni de lejos en Júpiter que se le asemeje. El planeta más grande de nuestro sistema solar es verdaderamente único. Tenemos 36 sobrevuelos más para estudiar hasta qué punto realmente es singular”, apuntó.
De acuerdo con la NASA, de manera simultánea al trabajo hecho por la cámara JunoCam, los otro ocho instrumentos científicos de la sonda recogieron varios datos.
Entre los más singulares obtenidos durante su primera barrida científica por Júpiter están también los que recopiló el Experimento de detección de Ondas de Radio y Plasma (Waves), que registra transmisiones de sonido que emanan del planeta.
Estas emisiones se conocen desde los años 50, pero nunca habían sido analizadas desde un punto tan cercano. “Júpiter está hablando con nosotros de una manera en la que solo los mundos gaseosos gigantes pueden”, señaló Bill Kurth, coinvestigador del instrumento Waves de la Universidad de Iowa.
“Las ondas detectan la firma de emisión de las partículas energéticas que generan las masivas auroras que rodean el polo norte de Júpiter. Estas emisiones son las más fuertes en el sistema solar. Ahora vamos a tratar de averiguar de dónde proceden “, puntualizó Kurth.
Otro instrumento es el Jovian Infrared Auroral Mapper (Jiram), suministrado por la Agencia Espacial Italiana, que adquirió algunas imágenes notables de las regiones del polo norte y del polo sur en longitudes de onda infrarrojas.
El investigador italiano Alberto Adriani, del Instituto de Astrofísica y Planetología Espaciales, en Roma, afirmó: “Estas primeras imágenes infrarrojas de los polos norte y sur de Júpiter están revelando puntos calientes que nunca se habían observado”.
“Si bien sabíamos que podían revelar una aurora en el polo sur del planeta, nos quedamos sorprendidos al verla por primera vez. Parece ser muy brillante y bien estructurada. El alto nivel de detalle en las imágenes nos dirá más acerca de la morfología de la aurora”, subrayó.
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Experta de la UNAM explica los olores del universo
Gloria Delgado Inglada, del Instituto de Astronomía de la UNAM, explicó que el análisis de las ondas electromagnéticas de la luz que reflejan los objetos espaciales ayuda a determinar cuáles son los elementos que las componen y con eso se puede deducir el olor de algunas partes del cosmos.
Al impartir la charla ¿A qué huele el universo?, Delgado ejemplificó que quienes se dedican a esta tarea han descubierto que en el espacio hay sulfuro de hidrógeno (H2S), que tiene tufo a huevo podrido, así como sulfuro de carbonilo (OCS), que huele a estiércol.
El amoniaco (NH3) es otro elemento que vaga por el Universo y se caracteriza por heder a orina de perro y pescado descompuesto. La fosfina huele a ajo y se ha encontrado en CW Leonis, una estrella gigante roja, mientras que el cianuro de hidrógeno, con olor a almendras amargas, se ha detectado en comentas como el Churyumov-Gerasimenko.
También hay sitios con olores más agradables, pues se ha hallado formiato de etilo, que da olor a las frambuesas y al ron, en Sagitario B, nebulosa gigantesca ubicada a 26 mil años luz.