Subvertir la vida cotidiana

Artes Visuales

"El gesto de los atletas John Carlos y Tommie Smith trayendo el Black Power a los primeros Juegos Olímpicos transmitidos a color, el Mayo francés, la Primavera de Praga, la Marcha del Silencio, el 2 de octubre, hicieron del 68 un estado de vida"

Artes visuales (Los atletas del Black Power, Olimpiada 1968. Foto Sporting News)
Miriam Mabel Martínez
Ciudad de México /

El 68 se fue hilvanando en mi memoria. Palabras clave que durante mi infancia fui recogiendo de las sobremesas de los adultos, de imágenes guardadas en ciertos libros a los que mi padre regresaba de vez en cuando, hasta que un día me atreví a espiar uno de esos tomos encuadernados con monitos que mi padre atesoraba: Los Supermachos y Los agachados. No eran exactamente las historias de Las joyas literarias juveniles; hasta el dibujo era más audaz, más divertido. No sé si entendía algo, pero lo que sí sé es el “Número especial de los cocolazos”, donde Eduardo del Ríos Rius entremezclaba aquellas Olimpiadas (que también aprendí de a “oídas”) con un relato donde soldados y policías sometían a estudiantes.
Fui reconstruyendo mi propia historia del 68 a la par de que me hacía “grande”. Crecí en la época de las enciclopedias y las colecciones, y había una en particular que me llamaba la atención por su modestia, nada de tapas duras ni de tipografías doradas; al contrario, portadas blandas, papel revolución, una tipografía agradable, un interlineado placentero: Lecturas Mexicanas, editadas por la SEP, que me conectó con mi tradición literaria.
Una mano con la V de victoria es la portada del número 41, de la segunda serie, Los días y los años, de Luis González de Alba. Entré a la crujía con el autor desde la primera página: su presencia me ha acompañado en la búsqueda de respuestas. Una tristeza solidaria y una rabia desconocida en mi incipiente adolescencia me conectaron con esos muertos que no conocí pero que hice míos. La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska, me impulsó a buscar en la hemeroteca. Necesitaba ver esos titulares, leer qué había pasado cotidianamente, ver fotos publicadas que verificaban la existencia de muchachos que se parecían a mí. José Revueltas, Fernando del Paso y Gerardo de la Torre fueron otros guías por ese momento mexicano que dibujaba una manera de estar en el mundo, que inconscientemente hice mi propio estar en el mundo.
El gesto de los atletas John Carlos y Tommie Smith trayendo el Black Power a los primeros Juegos Olímpicos transmitidos a color, el Mayo francés, la Primavera de Praga, la Marcha del Silencio, el 2 de octubre, me condujeron al situacionismo y a Guy Debord, haciendo del 68 un estado de vida. Así aprendí a deambular a paso ininterrumpido mi tiempo, como aquellos jóvenes mexicanos que hicieron posible, aunque fuera un instante, la subversión de la vida cotidiana.

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