Reflexionaba sobre la carrera de bailarines y bailarinas fuera de México; las causas y condiciones por las que salieron del país y si volverían.
Con Adrián Ramírez, quien lleva unos años bailando en Canadá, platiqué al respecto y sumamos a Selene Guerrero a la reflexión.
¿Dónde estudiaste?
Adrián Ramírez: Tuve cuatro maestros fundamentales para mi carrera: Manuel Reynoso, Olga Rodríguez Luna, Gloria Contreras e Irasema de la Parra.
Selene Guerrero: Estudié seis años en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea y tres años en la Escuela Nacional de Ballet de Canadá.
¿Cómo te formaste como bailarín/a?
AR: Decidí empezar a bailar a una “edad avanzada”, tenía 19 años y audicioné para la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea. Fui rechazado por “inexperiencia, falta de talento, sensibilidad, musicalidad”, en palabras del personal docente. Ingresé al Seminario del Taller Coreográfico para prepararme y audicionar nuevamente. Ahí conocí a Manuel Reynoso, quien fue un soporte para mi carrera y por él conocí a Olga Rodríguez, con quien empecé entrenamiento en danza clásica. Me dio todas las bases y cinco meses después me presentó con la directora del Taller Coreográfico, Gloria Contreras, quien me tomó como proyecto para probar que el escenario es más escuela que una institución. Después, Irasema de la Parra me becó en su escuela para presentar exámenes en la Royal Academy of Dance y tener un papel oficial que avalara mi entrenamiento. En 2008 firmé mi primer contrato como bailarín profesional en el Taller Coreográfico bajo la tutela de Gloria Contreras, de quien aprendí mucho no solo como bailarín, sino como artista.
¿Por qué decidiste salir de México?
AR: Irasema decía que buscara otras oportunidades. Después de estar en el TCUNAM por seis años, se limitaron las oportunidades para crecer dentro de la compañía. Audicioné para la Compañía Nacional de Danza en 2010 y no logré entrar. Platicando con una amiga, pensé que Canadá era muy buena opción para explorar y con Les Grands Ballets Canadiens en Montrèal fue el primer contrato que firmé fuera de México.
SG: Mientras me formaba como bailarina en ENDCC tuve la idea de terminar mis estudios en el extranjero y afortunadamente así sucedió.
¿Dónde bailas actualmente?
AR: En Toronto, en la compañía Canada’s Ballet Jörgen, de repertorio clásico y mixto.
SG: Este año es mi doceava temporada con el Ballet Nacional de Canadá.
¿Cuáles de las condiciones que has visto en donde bailas te gustaría trasladar para hacer danza en México?
AR: He trabajado en muchas compañías, en las que tienen un presupuesto enorme, y en las que apenas alcanzan a pagarle a los bailarines. El común denominador ha sido la organización de la dirección y el respeto que ésta da a los bailarines. Me sorprende la forma en que la dirección se dirige a ti, tal vez porque en estos países es muy penalizado el abuso a los trabajadores, pero nunca me he sentido minimizado por el director ni tampoco he tenido temor de dirigirme a él, que haya represalias. Mi opinión cuenta tanto como la suya. Los viernes hay una junta donde se discute lo que los bailarines necesitan de la dirección, y viceversa. Es un espacio donde puedes hablar libremente y ser escuchado con respeto.
SG: Mejores instalaciones, acceso a fisioterapia y servicio médico. También brindan otros tipos de entrenamiento para mejorar la calidad de los bailarines y un repertorio más diverso.
¿Volverías a México?
AR: En este momento, no sé responder.
SG: Me encantaría regresar a bailar y a enseñar a México. Me fascina visitar mi país, pero veo muy difícil regresar a vivir a México.