Tamaulipas también fue cuna de extraordinarias mujeres que se sumaron a grandes luchas históricas y hoy son recordadas como heroínas.
Son los rostros de la valentía y el arrojo, veteranas de los movimientos armados y precursoras del feminismo, cuyo aporte hoy se debe conocer.
Junto a héroes tamaulipecos como Alberto Carrera Torres, Emilio Portes Gil, Pedro José Méndez, Luis Caballero, Emilio Vázquez Gómez y Fidencio Trejo Flores, el gobierno del estado coloca los nombres de Isadora Ovalle y Leonor Villegas Magnón.
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Isadora dio su vida por la libertad del país.
Ella simboliza la valentía femenina pues fue informante de los Insurgentes durante la Guerra de Independencia de México, lo que le costó ser fusilada junto con otros luchadores que se habían sumado al grito de libertad que el padre Hidalgo proclamó en 1810.
Este personaje femenino siguió a los rebeldes que hicieron tambalear el régimen del entonces gobernador del Nuevo Santander don Manuel Iturbe.
Tuvo la fortaleza de servir como correo, proveedora de alimentos y municiones a los insurgentes. Fue una efectiva informante entre los más recónditos lugares de la sierra de Tamaulipas y se le ejecutó en la Villa de Aguayo, actualmente Ciudad Victoria.
Otra heroína del estado fue Leonor Villegas de Magnón, quien renunció a sus comodidades para crear durante la Revolución la Cruz Blanca Constitucionalista.
En medio de la batalla, la oriunda de Nuevo Laredo ayudaba a las personas heridas durante los combates entre las fuerzas porfiristas y revolucionarias.
Ella transformó su hogar, cochera y escuela en hospital para curar a los soldados heridos que cruzaron el río. Más de 100 hombres de Venustiano Carranza fueron tratados en las salas improvisadas por Leonor.
Cuando funcionarios americanos intentaron arrestar a los combatientes, Villegas de Magnón organizó el escape de varios pacientes entreteniendo a esas autoridades mientras los heridos que se podían mover eran vestidos con ropa civil para hacerlos huir.
Al triunfo de la Revolución Mexicana le fueron concedidas cinco medallas al valor, menciona su libro autobiográfico Rebelde.
Josefa Zozaya, también tamaulipeca, fue una heroína en el estado de Nuevo León, donde se inmortalizó tras participar en la Batalla de Monterrey, ayudando con municiones y dando alimento a las tropas mexicanas.
Originaria de Villagrán, se mudó con su familia a tierras regias que después serían sitiadas por las tropas estadounidenses durante la intervención de aquel país en 1846.
Es un ícono del patriotismo de la sociedad civil, pues en los sangrientos combates actuó con valor y determinación presentándose en la primera línea de batalla durante uno de los momentos más difíciles del conflicto.
En 1927, el gobierno municipal de Monterrey mandó hacer una placa alusiva a su participación en la batalla de 1846, la cual se encuentra colocada desde entonces en la casa de la familia Garza Flores.
Por otra parte, aunque sus nombres no figuran entre las heroínas tamaulipecas, hubo otras mujeres cuyo aporte también dejó una huella indeleble en la entidad.
Una de ellas es Avelina Villarreal de Arriaga, nacida en Matamoros, quien en el gobierno de Porfirio Díaz apoyó a diferentes grupos revolucionarios con dinero propio para la compra de armas y materiales médicos.
El 9 de febrero de 1940 fue reconocida como Veterana de la Revolución con el primer periodo, que comprendió del 19 de noviembre de 1910 al 15 de mayo de 1911. A su vez, María Villagómez fue una espía constitucionalista al servicio del general Emiliano P. Navarrete para detectar los movimientos del enemigo en la zona petrolera de Tampico.
Usó su inteligencia y valor para triunfar en la Revolución, aun cuando el espionaje era castigado con la ejecución, narra el promotor cultural Josué Picazo Baños.
A través de sus hijos, ellas también generaron grandes victorias. Juana Torres, por ejemplo, madre de Alberto Carrera Torres, nacido en Bustamante, fue quien influyó en su participación revolucionaria.
De esto escribió el investigador Misael Hernández-Hernández, quien, citando a su vez al historiador Juan Fidel Zorrilla, expone que en ella se reflejaba una madre solidarizada absolutamente con las ideas de su hijo y con una fuerte personalidad que la convirtió en activista revolucionaria.
Hernández sostiene que el valor de algunas mujeres tamaulipecas durante la Revolución se hizo visible no sólo al influir en algunos hombres, sino también al confrontar la dominación masculina.
En su libro Mujeres en la Bola Capítulo 5 titulado La Toma de Matamoros, el cronista de Victoria Francisco Ramos Aguirre, menciona a la madre del cantante Cuco Sánchez, Felipa Saldaña, quien fue soldadera del Ejército Constitucionalista y esposa del capitán Refugio Sánchez. Comenta que dio a luz en pleno monte al célebre artista.
La tamaulipeca Úrsula Tapia también se distinguió por el heroísmo y la valentía. Jesús Arzola escribió al respecto que ella “fue a la Revolución. No llegó a coronela ni siguió las andanzas de la Adelita, no suspiró por ser Valentina ni le atrajo la rielera, pero fue a la Revolución y fue soldado”.
Úrsula llegó, se familiarizó con el miedo, la muerte y cuestionó la hombría de los revolucionarios al clasificarlos en valientes, cobardes y traidores.
Decía: “Uno no tiene de dónde escoger, o mata o lo matan, cuantimás, uno no conoce a los prójimos que mueren, uno nomás echa balas”.
Misael Hernández expone que el caso más notorio del valor femenino que cuestionó la dominación masculina, es el de una mujer de Bustamante, quien en una redada de federales donde murió el revolucionario Donato Guerra, salió a la calle y gritó:
“¡Ahora sí, cabrones, se acabaron los huevos de Bustamante!, si hubiera más como Donato no estarían vivos”.Acto seguido un soldado le dijo: “Quítese vieja, que me la quiebro”, y ella respondió: “Sí, dispáreme, diga que tuvo el valor de matar a una vieja”.
De su nombre no se tiene registro. Otro ejemplo en la entidad es el de Belem Martínez, quien “en plena lucha cumplió una peligrosa encomienda, al entregarle al general Francisco Murguía una carta con instrucciones estratégicas para enfrentar al ejército huertista”.
Tomó su rifle y montó un raquítico caballo tordillo.
Entre balas de ametralladora, atravesó la zona de fuego y logró su cometido, ganándose el aprecio de los carrancistas.
“Mientras en el contexto regional tamaulipeco tanto hombres como mujeres del pueblo participaban en la lucha armada encabezados por líderes de diferentes trayectorias y lugares de origen, a nivel nacional empezaba la pugna por el poder político”, apunta Hernández-Hernández en Ciencia UAT.
Aún con la oposición de Díaz y sus simpatizantes, en 1910 Francisco I. Madero comenzaba en Tamaulipas a hacer su campaña proselitista para la Presidencia de México.
En la Revolución cuando las mujeres no participaban como soldaderas, su ayuda como enfermeras era clave en el cuidado de los heridos y asistiendo a otras compañeras o como espías, y algunas veces contrabandeando armas entre los estados y los cruces internacionales.
Su papel en la construcción de la historia fue significativa pero poco reconocida y mucho menos difundida, a pesar de que dejaron huella empuñando las armas o llevando ayuda a los combatientes.
El cronista Francisco Ramos, subraya que las mujeres tuvieron un papel estelar durante la Independencia y la Revolución.
“Claro, en el anonimato, pero al final de cuentas, heroico”.
El Día Internacional de la Mujer es una fecha que se conmemora con el fin de recordar los años de lucha de las mujeres en pro de la igualdad, justicia, paz y desarrollo.