Al mediodía del caluroso 12 de julio, Marco Antonio rondaba el IRBA. Unos días después cumpliría 60 años, y otros tantos más, se alejaría del público por prescripción médica. Habló de dos personajes vitales para Tampico, aunque para la historia oficial, son los dos más grandes villanos: Antonio López de Santa Anna y Porfirio Díaz Mori.
“Hablar de ellos y villanos resulta algo difícil” sostenía sobre quienes la historia señala como vendepatrias, traidores, dictadores, pero a los que la ciudad, el sur de Tamaulipas, les deben mucho" señala Marco Antonio Flores Torres, en lo que quizá fue su última entrevista.
“Si bien es cierto un personaje puede ser un héroe en un momento, puede dejar de serlo en otro momento histórico, lo que tratamos de enseñarle a los niños es que a pesar que alguien pueda ser bueno o ser malo, existen momentos en lo que se requiere su participación, y logra un hecho heroico... y esto no le resta nada otro tipo de cualidades”.
En su proyecto Historia mínima de Tampico, buscaba dar a los estudiantes de educación básica de Tampico, la verdad histórica con una perspectiva local.
“Han sido satanizados un poco, porque las dos cabezas son las que cargan con todos los elementos habidos y por haber, es decir, ¿ellos son los únicos malos? ¿No hubo más? ¿Y la gente que los acompañaba? Una serie de políticos y militares que no olvidemos, a la larga se convirtieron en héroes, pero bueno, lo acompañaron durante algún tiempo”.
Una ciudad agradecida
Sobre Porfirio Díaz, destaca el enorme desarrollo que dejó en la ciudad, la infraestructura aun vigente y que se refleja en tener una estatua del Presidente, mirando a la ciudad. El puerto de Tampico, la arquitectura europea, las vetustas comunicaciones, huelen aun a porfiriato.
“Una de las características que debe tener una ciudad, es el agradecimiento, y la ciudad le tiene el agradecimiento, más allá de la bondad o no, que pudieran perpetuar cada uno de ellos”
Santa Anna tiene que ver con la fundación la ciudad y la Batalla de 1829 que significó la real Independencia de México, y que por ello, la ciudad adquiere en parte sus apellidos: Tampico de Santa Anna, como señala la columna de la repoblación en la Plaza de la Libertad.
“Les debemos la paternidad de la ciudad a Santa Anna, lo 1829 se lo debe toda la nación, qué chiste tiene que hablemos de un personaje histórico, ¿algo lúdico, algo morboso? No, la razón es que queremos que esas partes históricas bien estructuradas, los niños las aprendan, se puede aprender de los malos, y de los buenos, aunque sean el mismo. Era un personaje como los de ahora, brincaba de un partido a otro, cambiaba mucho, cosas como las que representaba él, las podemos ver ahora, y las vemos como democrático” dijo en una de sus últimas entrevistas