Por indagaciones personales encuentro, dentro del vasto catálogo de la editorial argentina Atuel, el libro de Marcela Bidegain Teatro comunitario. Resistencia y transformación social que recoge la experiencia de 24 años (en su momento, hoy serían 36, la edición es de 2007) de esta tipología de teatro que iniciara en el emblemático barrio de La Boca. El libro recoge las experiencias de grupos emblemáticos como Catalinas Sur, Circuito Cultural Barracas y, entre otros, Patricios Unidos de Pie. Y lo que fueron iniciativas de vecinos de los barrios o poblaciones rurales por reunirse en torno al teatro, de manera aficionada, para expresarse, se ha convertido en una especie de contagio hasta llegar a un movimiento autónomo de la maquinaria teatral profesional de las grandes ciudades. Ahora la casi centena de agrupaciones se reúnen mensualmente para evaluarse, intercambiar experiencias y planear actividades conjuntas sin homogeneizarse.
Es pues, el fenómeno de teatro comunitario argentino, una marea teatral impresionante hecha por “gentes del común” con otras profesiones, otras vidas, que aman profundamente el teatro y han probado su poder de transformación dentro de sus provincias o barrios. Como dicen sus creadores, el teatro comunitario sucede por atracción y no por imposición ni decreto. Que está bueno que el estado lo incentive pero no puede ser una acto de colonización porque el teatro comunitario es refractario a ésta. Lo contrario a un gesto invasivo tendría que ser por naturaleza el del contagio y la mano extendida.
“El teatro comunitario de vecinos —nos dice Marcela Bidegain— es una de las expresiones artísticas más originales, inéditas y genuinas que existen en nuestra sociedad fragmentada y diezmada por las cada vez más profundas diferencias y desigualdades sociales…” Y así como la muerte nos hermana a todos, el teatro comunitario, cuando transcurre bien, pone en igualdad a sus participantes religando el sentido de lo humano, la complicidad y el trabajo común para llegar a un fin.
TRASPUNTE
RESPUESTA SOCIAL
Ante “las distintas disoluciones del individuo y la comunidad, consecuencia de los efectos de la globalización y del fracaso del proyecto neoliberal”, el teatro comunitario es una respuesta para reconquistar el espacio público y el sentido de vecindad.