El Teatro El Milagro montó una nueva temporada del drama de Cormac McCarthy El último tren (The Sunset Limited, 2006), donde dos personajes, Blanco y Negro, confrontan sus visiones existenciales.
Interpretada por Rodolfo Guerrero y Rodrigo Vázquez, la pieza estrenó temporada el pasado 15 de agosto y se prolongará al 8 de septiembre, en funciones de jueves a domingos en el foro de Milán 24.
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El productor Gerardo Capetillo Pasos vio la adaptación de la obra para telefilme homónimo (2011) —con guion del mismo McCarthy, protagonizado por Samuel L. Jackson y Tommy Lee Jones, quien también la dirigió—, y buscó los derechos para su puesta en escena en México, pero la muerte del autor el 13 de junio de 2023 retrasó el proyecto. Finalmente, los consiguió e hizo la traducción al español de la pieza que se estrenó el 21 de enero para una primera temporada en el Teatro La Capilla.
El último tren confronta a los personajes que McCarthy sólo nombra Blanco y Negro en su obra teatral estrenada en Chicago, una de las dos únicas que llegó a publicar junto con The Stonemason (1995).
Blanco, un profesor universitario de sector socioeconómico alto desencantado de la vida y pesimista, intenta arrojarse al primer metro del día y Negro, un expreso que se refugió en la fe religiosa, se lo impide. Negro lleva a Blanco a su casa e intenta convencerlo de que la vida tiene un propósito.
En entrevista, Capetillo señaló que la obra atrapó su interés en montarla en México justo por la oposición de dos ideologías de vida y de darle sentido a esta, o si la vida no tiene sentido.
“Sobre todo, que esa confrontación no va para un lado ni para el otro. Los dos personajes, Blanco y Negro. La finalidad de la obra es que la vida es gris, eso es lo que queremos transmitir en ella. Que la gente se vaya cuestionándose sobre el sentido de la vida”, explica el productor y traductor de la pieza.
Destacó que The Sunset Limited y The Stonemason son las dos únicas obras concebidas para el teatro del autor de las novelas de la trilogía de la frontera (Todos los hermosos caballos, En la frontera y Ciudades de la llanura), y de No hay país para viejos y La carretera, varias ya adaptadas para el cine.
Sobre el proceso de traducción, reconoció la dificultad que entrañó el drama porque primero estuvo la traducción literaria del texto del premio Pulitzer 2006 y después su adaptación para los escenarios.
“Al adaptarla a México también había que quitarle el tono racial que existe en Estados Unidos, aunque en México también hay racismo, aunque no tan contrastante como en la obra original, con la simbología de Blanco y Negro. Aquí le quisimos dar ese tono socioeconómico, pero más del día al día, de cómo el mexicano habla con su cuate, o en el barrio, o hasta los académicos, como Blanco”, añade.
Capetillo subrayó que en La Capilla y en El Milagro se pudo recrear la intimidad que la obra requiere, al ser un diálogo entre dos personajes, que atrapa al espectador sin cansarlo a pesar de su contenido.
“Quitando el domingo del Súper Tazón, estuvimos al 80 por ciento de la capacidad del teatro”, apuntó.
Reconoció que el director Luis Ángel Gómez tuvo el mérito de encontrar a los actores apropiados para representar esta confrontación entre la luz y la oscuridad: Guerrero (Negro) y Vázquez (Blanco).
Añadió que todos los días de función de El último tren descubren a otro Cormac McCarthy y otra obra.
“Sigue evolucionando en conjunto con el grupo que ya se armó, y eso está bonito”, añadió Capetillo, quien descartó buscar en el futuro traducir y adaptar The Stonemason, la otra pieza teatral del novelista.
Para su estreno en La Capilla en febrero pasado, el director Luis Ángel Gómez destacó en conversación con este reportero la riqueza que plantea el drama de McCarthy y la confrontación en éste.
“Es una gran conversación, dura dos horas en que los personajes están debatiendo y poniendo en crisis la visión del otro; hay una filosofía y una riqueza del lenguaje; también humor a pesar de la crudeza, un humor negro, irónico, ácido, inteligente, como en toda la obra de McCarthy”, explica en entrevista.
La puesta en escena se enfocó a dar peso a las palabras en este esgrima verbal, porque desde la perspectiva del productor y director éstas son las herramientas existenciales de Blanco y Negro.
Negro es un personaje que, pese a sus limitaciones socioeconómicas, a su falta de estudios, es un hábil conversador, una persona sumamente astuta, gracias a sus experiencias de vida, aunque utiliza también el discurso religioso, en su particular modo de entender la fe, como un gran instrumento de debate.
Blanco, por su parte, gracias a su formación académica expone también toda su filosofía detrás de sus planteamientos basados en la desesperanza, que lo hacen también un agudo conversador en el drama.
El director de escena buscó reproducir ambas cosmovisiones igual con la escenografía e iluminación.
“Decidimos privilegiar eso; ocupamos sólo elementos que tienen peso dramático. Y, a nivel estético, decidimos ir por uno de los temas en la obra, el enfrentamiento entre luz y oscuridad, los lados luminoso y oscuro de la naturaleza humana. Y en eso trabajamos junto con el diseñador de escenografía e iluminación, Bryan Guerrero: encerramos a los personajes en un círculo lumínico que evoca estéticamente la línea que divide la zona de pasajeros del Metro del andén a las vías. Por otro lado, la luz o ese espacio al que remite Negro en sus argumentos, que es su departamento, es un sector del cual Blanco quiere huir para ir a la oscuridad, él mismo se define como maestro de la oscuridad”, añadió.
Para encarnar a Negro y Blanco se buscó a dos actores con maestría actoral por la naturaleza del drama, que exige que las palabras representen puntos de vista particulares sobre los anhelos de vida y muerte.
“Rodolfo Guerrero (Negro) hace un trabajo monumental; lleva el ritmo de la obra, porque él es quien está intentando salvar a Blanco. Logramos construir un personaje que es simpático, consigue que todos los sentimientos religiosos causen eco aun en los más ateos, y a la vez puede dar el rango de este personaje que tuvo un pasaje difícil y de oscuridad y que está luchando con esos demonios.
“Y Rodrigo Vázquez, con amplia experiencia, durante muchos años miembro de la Compañía Nacional de Teatro, al interpretar a Blanco, ese lado desolado, hace un trabajo fenomenal en la construcción de ese mundo interno, de ese abismo en el cual vive su personaje, y logra que el público empatice con esos momentos difíciles que todos hemos vivido y esa visión pesimista que todos podemos tener, porque el mundo nos plantea realidades que nos quitan la voluntad y el aliento, y Rodrigo lo hace de forma hermosa porque debe tener todo el tiempo esa llama del abismo prendida”, agregó el director.
PCL