La historia y tradición titiretera de Tlaxcala es muy antigua, así lo cuenta en entrevista para MILENIO Puebla Fausto Hernández Muñoz, director del Museo Nacional del Títere “Rosete Aranda”, quien indicó que “se tiene registro en las zonas arqueológicas de Xochitécatl y Cacaxtla del hallazgo de figuras articuladas con temática de fertilidad y ritos”, por lo que el títere existe desde hace mucho tiempo y era un vínculo entre los hombres, a través del cual se expresaban las historias del mundo.
Al paso de los años, la figura del títere se convirtió en instrumento de enseñanza y después de entretenimiento. Por ello, fueran utilizados durante la evangelización, por lo que existen títeres con la figura de clérigos y religiosos.
En el Pueblo Mágico de Huamantla, Tlaxcala, vivía la familia Aranda, que en 1835 fue invitada por el sacerdote de su región para colocar un nacimiento de Navidad. Los hermanos Julián, Hermenegildo, Buenaventura y María de la Luz aceptaron y crearon muñecos de barro con articulaciones que les daban movimiento. De esta forma surgió su vocación, la cual los llevaría a inventar la “cruceta mexicana”, mecanismo que da mayor movimiento a los títeres.
De 1835 a 1839 los Aranda realizaron pequeñas presentaciones en haciendas, como la de don Margarito Aquino, y en 1840 fundaron su compañía de títeres que llevaba por nombre “Los Marciales”, sin embargo, establecieron un show fijo hasta 1845, en el municipio de San Agustín de las Cuevas, lo que hoy se conoce como Tlalpan.
Esto sería el principio de la compañía, que según estima Hernández Muñoz, “creó tres mil títeres, con los cuales dieron varias funciones, llevando al público cuadros costumbristas, cuentos clásicos y contenidos populares que siempre asombraron a chicos y grandes”.
En 1850, Antonio Rosete y María de la Luz Aranda se casaron y su negocio familiar fue el arte titeril. Por ello, su compañía cambió de nombre a “Rosete Aranda”. En 1861, el negocio familiar creció y tomó el nombre de Compañía Nacional Mexicana de Autómatas “Rosete Aranda”.
De 1862 a 1872, los Rosete Aranda fueron invitados con su espectáculo por Benito Juárez a Palacio Nacional. Además, fueron elogiados por intelectuales como Manuel Altamirano, Guillermo Prieto y Manuel Gutiérrez Nájera.
En 1888 sorprendieron al público cuando incorporaron una orquesta con 40 músicos vestidos de charros y se fueron de gira a Estados Unidos, donde conquistaron los escenarios.
Munati, guardián del patrimonio artístico
En agosto de 1991 se creó el Museo Nacional del Títere Rosete Aranda, en Huamantla, espacio donde se exhiben títeres de esta compañía y de otros grupos titiriteros de América Latina, Europa, África y Asia. En su inicio, el sitio sólo contaba con 450 piezas.
A decir del director del Museo Nacional del Títere Rosete, “el recinto cultural cuenta con 2 mil 500 piezas en su colección, desde la época prehispánica hasta títeres contemporáneos, aunque en exhibición hay 650 y el resto se encuentra en el depositario”.
Este museo, coloquialmente conocido como Munati, ha tenido remodelaciones y actualmente cuenta con 18 salas permanentes y dos salas para exposiciones temporales, donde se muestran diferentes técnicas de manipulación como: el títere de guante, de varilla, de hilos o marioneta, así como de técnicas mixtas como Bunraku, Bocones y marionetas de manipulación directa. Sin olvidar los de sombras.
Dentro las creaciones destaca la figura de un Torero y un Negrito, los cuales miden 45 centímetros de alto, tienen pies y manos de barro, cuerpo de ayacahuixtle y en su rostro presentan finos detalles.
En la sala media están las piezas prehispánicas encontradas en las zonas arqueológicas de Xochitécatl y Cacaxtla. En otras salas se puede encontrar a Jorge Negrete, María Victoria, Agustín Lara, entre otros artistas del pasado.
Los títeres guardados tienen condiciones especiales, entre ellas, control de humedad y temperatura, pues algunos son de materiales delicados como barro, hilo de oro y plata, así como textiles antiguos. Si alguna pieza requiere reparación se deja en manos del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam).
En este recinto se cuenta con un teatro cerrado con 69 butacas y uno abierto que puede albergar hasta a 160 espectadores. En este último espacio las compañías locales independientes dan funciones como parte del programa. Además, es un foro de expresión y aprendizaje porque imparten talleres para titiriteros y ciudadanos.
Festival con sana distancia
“En 1983 se creó de manera local el Festival Internacional de Títeres, que tenía como propósito promover y difundir cultura, y a partir de 1988 adopta el nombre de ‘Rosete Aranda’. Tiene dos ediciones y es un evento internacional al incluir a compañías de todo el mundo”, explica Fausto Hernández.
Este 2020, por la pandemia, se realizará de forma digital la edición número 35 del 16 al 29 de octubre, donde participan compañías locales, nacionales e internacionales, en un programa que presenta de 3 a 4 funciones al día.
Al ser cuestionado sobre este nuevo formato, Hernández Muñoz señaló:
“Es un reto, que nos lleva a ser como un bálsamo de unión familiar, y además demuestra que el títere no pierde su carácter lúdico y didáctico. Su función es mostrar diferentes mundos que nos enlazan como humanidad”.
Tras la inauguración, Rusia abrirá el telón con Viktor Antonov que presentará “Circus on the strings” y en el resto del festival participarán compañías provenientes de Alemania, Estados Unidos, Argentina y Taiwán, así como de la Ciudad de México, San Luis Potosí, Morelos y Guanajuato.
Una de las actividades más importantes de esta edición son tres conferencias especiales:
“A 35 años del Festival Internacional de Títeres Rosete Aranda”, “La importancia de los títeres en la educación actual en México” y “Los Hermanos Rosete Aranda en Huamantla”. Muy acorde con la temporada también habrá una exposición titulada “El viaje al Mictlán” y se clausurará el festival con la entrega de la presea “Rosete Aranda”, la cual ha sido otorgada desde 1993 a lo más destacado del arte titeril.
Por último, se informó que esta edición requiere de la suma de esfuerzos de muchas manos tlaxcaltecas, algunas en la producción para grabar funciones y conferencias, otras en la post producción y un equipo digital que subirá todos los materiales a la plataforma. Incluso, se tendrán aspectos de realidad aumentada y códigos QR para que la gente desde su celular pueda conocer la semblanza de los ganadores de la presea “Rosete Aranda” a lo largo de los años. “Esta será una gran función. Están todos invitados”, concluyó Fausto Hernández.
Crisis para los artistas
Rocío Juárez es docente y titiritera de Huamantla. Ella aprendió el oficio en el Munati en los años 90 cuando llevó a sus hijas a la inauguración del recinto, donde tomó talleres impartidos por expertos y se enamoró del arte titeril.
Para Rocío, el mundo de los títeres es especial:
“es inagotable porque sufres, te diviertes, ríes y aprendes a reflexionar, además logras expresar tu sentir (...) Como titiritera, igual te presentas en una plazuela o en un teatro que posee todos requerimientos de luces, sonido y tramoya, pero en todos los escenarios das lo mejor para que la gente se divierta igual”, narra.
Ante la situación derivada del covid-19, comenta que muchos de sus compañeros se quedaron sin foros para presentarse.
“Afortunadamente la situación va mejorando y el Instituto de Cultura de Tlaxcala comenzó a hacer funciones virtuales y eso fue una luz para algunos compañeros, pues pudieron tener un salario”.
Por lo anterior, pidió a los tlaxcaltecas que, en esta nueva normalidad, asistan a las funciones de títeres, porque además de entretenerse ayudarán a muchas familias que dependen de esta actividad.
mpl