Considerado por los visitantes, operadoras de turismo y la aplicación Google Maps como el Museo de la Madera, el taller de carpintería Madem (Muebles, Artesanías y Diseños Especiales en Madera) se ha convertido desde 2015 como un punto obligado de visita en el municipio de Tlaxco.
Este peculiar espacio artesanal es fuera de lo común en el estado de Tlaxcala, pues el visitarlo es un viaje al pasado y también a la creatividad, ya que ahí nacieron dos automóviles confeccionados completamente con madera: Tlaxcomóvil y Teo Tlachco.
Su propietario, don Miguel Ángel Márquez Sánchez, asegura que en el interior del taller estuvo el expresidente de México, don Porfirio Díaz. Relata que antiguamente el lugar era el pasillo principal de la Plaza de Toros, hoy convertida en ruinas.
El propietario precisa que el 28 de enero de 1894, después de la inauguración del Palacio Municipal de Tlaxco, don Porfirio Díaz y Próspero Cahuantzi, gobernante del estado en turno, acudieron a la plaza para presenciar una corrida.
Para confirmarlo muestra una serie de fotografías y una marioneta con la que representa al exmandatario, misma que con un mecanismo, también fabricado en madera, mueve una mano y un pie.
“Estuvo sentado casi 34 años (…) Se niega a levantarse de la silla presidencial”, bromea.
De igual forma, existe una placa en la puerta principal, donde difunde el suceso: “Este zaguán es el mismo que estaba entonces. Esto era la entrada principal de la plaza. En aquel entonces tenía techumbre y graderías. Después cayó en desuso y ahora solo quedan vestigios”.
El primer propietario del taller fue su abuelo, así como del resto del terreno, por lo que don Miguel Ángel heredó justamente esa parte:
“Nosotros continuamos con la tradición y nunca fue nuestro propósito crear un museo. Desconozco cómo se dio el nombramiento, pero ahora lo aceptamos (…) Uno de mis hijos se metió a internet y Google nos contestó que esa referencia era nuestra, pues así lo dejamos”.
El carpintero, de 71 años de edad, ha creado a lo largo de su vida piezas artesanales únicas, como el Tlaxcomóvil, un viejo Volkswagen Sedán revestido de madera y burlescas leyendas, el cual le llevó tres años en concluirlo:
“Diseñé el Tlaxcomóvil un vehículo de madera sobre una estructura de un Volkswagen Sedán que funciona perfectamente (…) La última vez que circuló como vocho fue en agosto de 2010”.
El también artesano comentó que salvo el sistema de tracción, suspensión, frenado y eléctrico, el resto de las piezas del automotor están fabricadas en madera. Manijas, volante, limpiador, asientos, cofre, puertas, toldo, bases de los faros, guantera, revestimiento del motor y del maletero.
Esta unidad solo está barnizada y como emblema tiene sobre el cofre un burrito de madera, que lleva como mote El Querendón:
“Es funcional en su totalidad y acude a exposiciones y algunos eventos turísticos a los que nos invitan. También se alquila para eventos sociales, como quince años y bodas”.
Evoca que el primer cambio fue cubrir la base del tanque de gasolina con madera y el resto de la modificación la realizó con tablones de ayacahuite, que van atornilladas a la estructura metálica del otrora escarabajo.
“Con este automóvil estamos haciendo un homenaje a la actividad maderera y artesanal de Tlaxco. El 26 de diciembre de 2013 sale por primera vez a las calles causando asombro entre la gente”, comentó.
Festejo con modelo nuevo
El pasado 28 de mayo del año en curso, dentro de los festejos por sus 50 años como carpintero, don Miguel Ángel presentó el Teo Tlachco, el cual para su operación motora emplea una cuatrimoto: “El 3 de julio de 2020 la adquirí de uso y la metí aquí para modificarla”.
Contrario a la otra unidad, se encuentra está decorada con vistosos colores, los mismos que se emplearon para adornar a la Parroquia La Barca de la Fe, en la que se puede apreciar algunas obras realizadas por el maestro artesano, como el timón, el altar y las bases de los cirios pascuales.
Informa que decidió proporcionarle ese nombre influido por el sincretismo que le compartió el padre Arnulfo Mejía Rojas, creador del citado espacio religioso.
“Teo Tlachco significa ‘En el sagrado juego de pelota’ y lo consideré porque antes Tlaxco se pronunciaba Tlachco”.
Apunta que en los costados hay una imagen de Quetzalcóatl y otra de Mayáhuel, la diosa del Pulque, así como magueyes. También se puede apreciar a Ometéotl, la dualidad divina de los mexicas.
“Lo puse muy colorido porque a nuestros ancestros les gustaba todo el colorido. Les puse las bases del toldo, simulando las bases de los cirios pascuales. Lo primero que hicimos fue alargar la base y poco a poco la fuimos modificando”.
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Mundo de creaciones
Otra de sus creaciones de don Miguel Ángel es una maqueta interactiva en la que muestra cómo se elaboraba la madera antes de que existiera la electricidad, así como conocer las herramientas originales con lo que esto se lograba.
“Esto es una representación a escala, no tan rigurosa, de cómo se manejaba la madera cuando no había electricidad ni motores. Solo había herramienta manual y mucho esfuerzo físico para trabajar la madera. Actualmente las máquinas y motores nos ayudan muchísimo”.
Con el apoyo de muñecos fabricados en madera, operados con unos aditamentos en los que combinan poleas y engranes de madera, muestra desde el talado del árbol, la fabricación de las tablas con hachas y los muebles que se hacían sin clavos. Se armaban con pegamento llamado cola, espigas y cuñas.
Márquez Sánchez refiere que en esa época ya había tornos, pero se carecía de motores, por lo que si había una caída de agua aprovechaban el movimiento para su funcionamiento, de lo contrario era impulsado por un hombre con el apoyo de palancas y pedales.
Esta es la segunda versión que está en exhibición, pues la primera fue adquirida por el Museo “Carlos González” cuando el municipio recibió el nombramiento como Pueblo Mágico: “Nos tardamos un año en hacerlo. Se inauguró el 28 de enero de 2018”, reveló el artesano.
Garlopas, sierras, sierras redondas, serruchos de madera, barrenas, cepillos, berbiquí, planas, la sierra de San José y otras más pueden conocerse en este espacio, cuyo ingreso es gratuito y en el cual se puede subir a las unidades motoras.
Otros de los objetos que se pueden disfrutar son las réplicas a escala de las herramientas que se empleaban cuando su abuelo, Amado Márquez, puso en marcha la carpintería, muchas de ellas fueron realizadas por don Miguel y sus hijos.
A la par, existe una vitrina donde le representan laborando con la madera:
“Es mi clon. Es una marioneta que me hicieron unos amigos originarios de Huamantla. Ellos también hicieron la imagen de mi perro, que se llamaba Humito”.
Señala que al poner en funcionamiento el primer mecanismo donde se ve el proceso de la madera antes de la electricidad, la gente empezó a visitar su negocio. Al aumentar la asistencia también lo hizo la demanda de sus artesanías, por lo que hizo a un lado las propuestas de trabajo.
“Ya no aceptamos realizar muebles o reparaciones como antaño, porque ya no me da tiempo. Hay ocasiones en que en una sola visita se acaba toda la producción de artesanías y hay que ponerse a trabajar para el siguiente fin de semana”.
Ahora, su principal objetivo es que sus hijos continúen el legado de su abuelo, quien abrió su taller a principios del siglo XX; cuenta que en mayo de 1971 él se encontraba estudiando:
“Estaba en la CIME, en el primer semestre. Fui recuperé mis papeles y me di de baja. Le dije a mi familia que iba a ser carpintero y se decepcionaron”.
Don Miguel deja en claro que no se arrepiente de esa decisión: “A mí me gusta la carpintería y me sigue gustando. Nunca se me ocurrió, a pesar de que hubo épocas de crisis, cambiar de profesión”.
Revela que aunque su trayectoria es de 50 años, para él son más, porque desde chico hacía cosas en el taller: “Mi abuelo fue carpintero y mi papá fue carpintero; y ahora dos de mis hijos, con lo que se suma la cuarta generación”.
Por último, y a manera de despedida, fabrica con un pequeño trozo de madera un diminuto trompo, mismo que obsequia a sus visitantes: “Este torno también lo fabriqué y con él acudí a un Tianguis de Turismo. Al principio no querían que lo colocara, pero fue tanta la aceptación que nunca dejaron de invitarnos”.
mpl