De las profundidades de una cueva emergió un incensario, justo durante las expediciones arqueológicas a lo largo de la construcción del Tren Maya. Permaneció ahí, en la oscuridad, en espera de ser descubierto y ese día finalmente llegó.
El incensario prehispánico es presentado por primera vez al público a través de MILENIO, así como una vasija, ya restaurada, con jeroglíficos mayas.
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Los arqueólogos descubrieron en perfecto estado de conservación el incensario, en una cueva cerca de zona arqueológica de San Andrés, en medio de la selva, a partir de los trabajos de Salvamento Arqueológico.
Este objeto corresponde al periodo posclásico tardío, que va del año mil 200 al mil 500 después de Cristo, y está en resguardo para que, junto con los casi 40 objetos descubiertos casi completos, pueda exhibirse en un museo.
Foto: Araceli López
Los ceramistas prácticamente interrogan a la pieza sobre su uso, para determinar época, desarrollo y apogeo del sitio donde se registró este hallazgo, que fue parte de un ritual.
Patrimonio
A decir del ceramista Santiago Sobrino, no hay otra pieza con estas características encontrada a lo largo de la ruta del Tren Maya. Este incensario es un descubrimiento único: “Consideramos que puede haber sido para la quema de ciertas maderas, aceites o copal. Tiene aplicaciones en forma de espina, es una excepción, hasta el momento es la única que ha salido completa de una exploración”.
La mayoría de las veces las piezas se encuentran rotas o fragmentadas, pero con lo encontrado hasta el momento se han podido restaurar alrededor de 40 piezas dignas de exhibirse en cualquier museo.
En la mesa del laboratorio del Tramo 4, Sobrino muestra también otro importante hallazgo: los restos cerámicos de un vaso con un tipo de decoración especial, tiene la representación de un personaje con tocado de plumas, sentado con las piernas cruzadas, la mano derecha recargada sobre la base y la mano izquierda levantada a la altura de la cintura.
Foto: Araceli López
Dice que no pueden adelantar conclusiones porque el personaje fue representado solo, a diferencia de otras vasijas donde se recrean escenas con diversos individuos.
“Todo lo que hemos encontrado es patrimonio de los mexicanos, es nuestra herencia, es nuestra historia. Lo que nosotros hacemos es registrar, analizar y trabajar con estos vestigios, con el respeto que esto merece, con la finalidad de obtener información y conocimiento sobre los pueblos que habitaron esta región”, subraya Sobrino.
Como detectives
En otro laboratorio se resguarda una vasija que se halló en 18 pedazos y con epigrafía, es decir, con escritura maya. Se descubrió en el interior de lo que sería una vivienda prehispánica, mide 8.5 centímetros de altura y 21 de diámetro. Gracias a esos fragmentos de cerámica que estuvieron enterrados por más de mil años, se pudo reconstruir y restaurar casi completa esta pieza, solo le falta una parte, nada que no se solucione con la técnica de la restauración.
La vasija era utilizada para beber atole. ¿Cómo se sabe que tenía ese uso? Por las inscripciones de glifos mayas que aún conserva y que fueron traducidos ante las cámaras de MILENIO por el arqueólogo Ricardo Mateo Canul: “El señor dice, en su superficie, ha sido tallado, en su tazón o cajete, en su vaso, para atole, de Cholom, el Sajal”.
Le correspondió al restaurador Fernando Alemán Toscano armar esta joya (con la colaboración de los ceramistas), pegarla y dejarla como lució en el pasado.
Lo que para cualquier persona solo son pedazos de cerámica encontrados en alguna cueva, montículo o cenote, para los arqueólogos constituye un tesoro, pues son piezas fundamentales para conocer el tipo de sociedad, los años en que habitó determinado sitio, sus costumbres, tradiciones religiosos y alimenticios, dice la arqueóloga Iliana Ancona Aragón, coordinadora (junto con Sylviane Boucher Le Landais) de análisis cerámico del Proyecto del Tren Maya.
Foto: Araceli López
La cerámica es la pieza sin la cual no puede construirse el rompecabezas de la historia, por eso hallar un fragmento de ella transforma al arqueólogo a en un detective para localizar otros. Ubicar el pedacito de una vasija o una pieza completa es el más grande hallazgo de esta disciplina.
El material recuperado hasta el momento suma más de 80 mil fragmentos; de estos, han podido armar 40 piezas completas, el resto de los vestigios están identificados y catalogados en pequeñas cajas para consultas posteriores.
Paso a paso
Las arqueólogas Iliana Ancona Aragón y Sylviane Boucher Le Landais, coordinadoras de Análisis Cerámico de Salvamento Arqueológico, hablan del paso a paso, desde la recuperación de materiales hasta su limpieza e identificación.Hallazgo
El arqueólogo guarda las piezas en una bolsa con una cédula que indica el lugar donde las halló y cuántos pedazos son.
Lavado
En el laboratorio, cada pieza es lavada con agua y un cepillo suave para no maltratar el material arqueológico.
Identificación
Posteriormente, cada pedacito es marcado para que los ceramistas puedan identificarlos.
Aviso
Si los fragmentos corresponden a un vaso o una vasija, se lo hacen saber al restaurador, a quien le corresponde armar ese rompecabezas.
Resguardo
Colocan los vestigios identificados y catalogados en pequeñas cajas.
Hc