Las mariposas revolotean desorientadas, vuelan casi a ras de piso en busca de las raíces de los árboles que les arrebataron. Ya no encuentran la hojarasca, las ramas y la sombra que les permitían subsistir en este ambiente de la Península de Yucatán. Otras tantas, con menos suerte, han quedado como alfombra, aplastadas por excavadoras y máquinas que recorren los tramos para nivelar el terreno deforestado, ya que por ese lugar pasarán las vías del Tren Maya.
A unos cuantos metros de ahí, en la zona de amortiguamiento de la vía del tren, sobre el camino que va de Izamal, Yucatán, a Cancún, Quinta Roo, se registró uno de los descubrimientos subacuáticos más importantes hasta el momento de lo que va de la exploración arqueológica, en el tramo 4 del tren que unirá Chiapas con Quintana Roo.
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En la profundidad
MILENIO acudió al sitio arqueológico que el INAH desconocía hasta antes de los trabajos del tren. Ahí hay un cenote en el que hallaron una canoa prehispánica, dice el arqueólogo José Francisco Osorio León, comisionado de Salvamento Arqueológico del Tramo 4 del Tren Maya
El cenote está en un sitio prehispánico porque, al proveer agua, era común que los pueblos se asentaran alrededor. Osorio explica que los cenotes eran fuentes naturales pero también centros de poder y control, además de que en la cosmovisión maya eran los conductos de comunicación entre los dioses de inframundo y la vida terrenal.
Un basamento del sitio donde hicieron los hallazgos. (Araceli López)
El descubrimiento se hizo a partir de una prospección digital que hicieron expertos de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH para hacer una primera revisión, exploración y registro de la zona.
“Dejaron la canoa en las profundidades del cenote y se conservó estable durante muchísimos años. De hecho, están ahora haciendo un proceso de datación y estudios más detallados y profundos acerca de la antigüedad de este elemento tan importante, único de alguna manera, registrado en esta área”.
Al cenote bajó un equipo de buzos encabezados por la arqueóloga Helena Barba Meinecke, quien vislumbró en las profundidades de este sitio, una cueva y, dentro de ella, una madera. Pero no era cualquier tronco, se trataba de una canoa de cortes simétricos de 80 centímetros de ancho, 1.60 metros de largo y 40 centímetros de alto.
“Se está haciendo la valoración de las condiciones en que se encuentra para tener una mejor propuesta de conservación. Sus elementos de madera son muy difíciles de conservar y tiene que estar en condiciones muy particulares para lograr su conservación y todo el proceso es muy largo. Se tienen que dar las condiciones necesarias para recuperarla y tenerla en un resguardo más seguro”, indica el arqueólogo.
El cenote resguardó la canoa durante siglos. (Araceli López)
Ventana al pasado
Prácticamente a la orilla de la autopista, a unos kilómetros de Chichén Itzá, se ubica un basamento piramidal cubierto por tierra, plantas y árboles, que por su trascendencia será explorado y posiblemente descubierto.
“Sabíamos de su existencia hace 30 años, cuando se construyó esta carretera. Hoy, y de acuerdo con los trabajos de prospección física que hicimos, podemos decir que parece corresponder al periodo final de Chichén Itzá, estamos hablando de 1200 después de Cristo. Cuando hagamos las excavaciones, tendremos una fecha más exacta para saber quiénes vivieron aquí”.
Es un monumento grande de 30 por 30 metros de ancho y de largo, con construcciones superiores muy similares a los elementos característicos de Chichén Itzá y podría ser de carácter ritual.
Insectos buscan árboles para subsistir en su ecosistema. (Araceli López)
Ubicado en línea recta, se ubica aproximadamente a 4 kilómetros del centro de Chichén Itzá. “La estructura, que posiblemente era un adoratorio, es parte de un sitio donde vivía gente de cierto rango, tal vez dedicada a actividades artesanales porque la construcción que vemos aquí es más elaborada que la que hemos encontrado en otros contextos cercanos; aquí estamos viendo una altura del basamento promedio de 1. 50 metros de alto con respecto al nivel del terreno”.
Ahora, con el paso del Tren Maya, dice el experto, pudiera quedar como parte del paisaje, como una ventana arqueológica.
hc