“Solo en los libros había visto cómo los antiguos mayas acostumbraban limarse la dentadura y practicar la incrustación en los dientes”, dice verdaderamente sorprendida la antropóloga física Nancy Gelover Alfaro, al mostrar a MILENIO estos hallazgos en exclusiva.
En el laboratorio, a centímetros de las dentaduras y de los cráneos de los antepasados prehispánicos recuperados en los trabajos de Salvamento Arqueológico en el Tramo 2 del Tren Maya, en el estado de Campeche, la experta indica que han sacado más información de los dientes que de los cráneos y de las osamentas, debido a estos se encuentran muy deteriorados.
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En este tiempo, han sido descubiertas más de 173 osamentas, cuyos estudios son muy reveladores para los antropólogos físicos que trabajan en el laboratorio de bioarqueología, donde reciben todo el material osteológico que viene de las excavaciones que realizan sus compañeros arqueólogos.
Foto: Araceli López
“Básicamente lo que hacemos nosotros es un estudio macroscópico de las osamentas. Empezamos haciendo la limpieza de los restos óseos con pinceles en seco, después los limpiamos con una mezcla de agua con alcohol, aunque debido al mal estado de conservación de algunos restos, a veces es imposible hacerlo con esta combinación; si se mojan pueden sufrir un deterioro, así que solo hacemos limpieza en seco con cepillo dentales y de uñas para no dañar el material”, explica.
Gelover Alfaro detalla que el análisis osteológico consiste en estimar edad y determinar el sexo de los individuos, tarea nada sencilla, ya que las osamentas que han recibido están incompletas en su mayoría. Sin embargo, han hecho todo lo posible por obtener la información a través de las variables tafonómicas relacionadas con las alteraciones que sufren los restos por el medio ambiente. La tafonomía estudia descomposición, preservación, dispersión, erosión, entierro o exposición de organismos muertos y examina cómo las condiciones climáticas, vegetación y acción de animales alteran los restos humanos.
“También lo que nosotros vemos son las variables funerarias, nuestro trabajo es apoyar a los arqueólogos desde campo para realizar una buena excavación de las osamentas. Y lo que vemos en general es desde el depósito de los esqueletos, los objetos asociados que tienen orientaciones determinadas, así como los elementos depositados como ofrendas”.
A qué se dedicaban
Gelover Alfaro ya identificó las marcas de actividad u ocupacionales conocidas como entesopatías. Esto se refiere a las marcas encontradas en los huesos: “Que tienen que ver con las actividades que realizaban las personas, es decir, los esqueletos que estamos analizando. Hemos logrado identificar algunas que están relacionadas con la carga de cosas pesadas, esto lo vemos en las verticales, cervicales y dorsales. También aparecen en las extremidades superiores marcas que nos indican que posiblemente ellos hacían el trabajo utilizando esta parte del cuerpo, mayoritariamente”.
Foto: Araceli López
Otro de los datos extraordinarios es que identificaron estas marcas de actividad en el empeine, y eso está relacionado con que posiblemente esas personas permanecieron mucho tiempo en cuclillas, tal vez, realizaban actividades relacionadas con la molienda de maíz, o haciendo otro tipo de trabajo, es probable que hayan sido ceramistas.
La información obtenida es increíble, ya que la indagación da cuenta de que los antiguos mayas presentaban casos de hiperostosis porótica, que se ve reflejada en el cráneo, pues está relacionado con deficiencias nutricionales.
“También tenemos hipoplasias del esmalte que localizamos en los incisivos superiores e inferiores de la dentadura, eso se relaciona con enfermedades gastrointestinales crónicas o procesos infecciosos que no podemos decir a ciencia cierta de qué se trataban, solo nos podemos quedar con procesos infecciosos. También hay líneas de periodontitis encontradas en los huesos largos, y procesos osteoartríticos en las falanges de los dedos”.
Gelover Alfaro se encuentra prácticamente en un túnel del tiempo interrogando a la historia y descubriendo algunas referencias de las patologías dentales: “Se han encontrado muchas caries en algunos individuos, que tienen que ver con la ingesta de carbohidratos y de proteína animal, por lo que presentan sarro”.
Foto: Araceli López
El análisis microscópico se ha realizado a unas 52 de las 173 osamentas descubiertas. De esta forma muchos datos reveladores aparecen ante la mirada de los expertos.
“Hemos analizado más la sección sur, en la que se comprobó que esas personas no tuvieron tantos recursos económicos por el tipo de objetos asociados en los entierros; por lo general, nada más tienen un plato en la cabeza, pues de acuerdo con sus costumbres funerarias, el alma podría salirse del cuerpo y perderse, por eso la mayoría tiene un platito en el rostro”.
En lo que respecta a las costumbres funerarias y características de los habitantes del norte de esa zona de la Península de Yucatán, arrojan datos significativos: “Los pocos entierros vistos revelan que esos individuos tenían un poder adquisitivo más elevado, asociado a los objetos aparecidos en sus entierros; y no solo eso, presentan problemas como el sarro y características culturales que sí los distinguen, son estos individuos que tienen incrustaciones dentales y piedras verdes y objetos de hueso trabajado, y un tipo de collarcitos a su alrededor como una especie de ofrenda mortuoria” .
La antropóloga lamenta que a consecuencia del suelo de la región, que es muy ácido y con muchos carbonatos, los entierros son escasos, y los que han encontrado aparecieron a menos de un metro de profundidad.
Posible sífilis
Hay en el laboratorio una osamenta en particular que pudo haber sido de un individuo adulto, de entre 21 a 25 años, los huesos no están completos; los arqueólogos la colocaron sobre la mesa para que las cámaras de MILENIO pudieran mostrar el hallazgo.
La explicación de la antropóloga física es que “estos restos presentan un proceso de fractura en el brazo derecho, la tibia está hincada, descarto que fuera un golpe, porque es un treponema lo que se aprecia en el hueso, tal vez provocado por una enfermedad, posiblemente sífilis”.
Foto: Araceli López
En este universo reservado para unos cuantos, la especialista se entusiasma con cada esqueleto que ve y que tiene la posibilidad de diseccionar, porque es posible aprender de cada uno de ellos y de los contextos en donde fueron descubiertos.
Desde aquí, en un pequeño laboratorio, se enriquece con nueva información científica el conocimiento de la vida, el desarrollo y las actividades económicas, culturales, religiosas, así como los hábitos alimenticios y enfermedades de los antiguos mayas que habitaron en lo que hoy es Campeche.
Características de los antepasados
Lo que la antropología física ha descubierto al estudiar estas osamentas de los antiguos pobladores mayas es que pertenecían a individuos de entre 21 y 25 años, lo que habla de que estaban en edad productiva. No era común que las personas vivieran más de 30 años, esa era una edad un tanto avanzada y difícilmente sobrevivían más tiempo. Gracias a los vestigios recuperados por los arqueólogos, se puede decir que esos pobladores medían entre 1.54 y 1.60 metros de estatura.
hc