El teatro de Cormac McCarthy llega a La Capilla

Cultura

'El último tren', del escritor estadunidense fallecido hace unos meses, confronta dos visiones a través de los personajes Blanco y Negro.

Rodrigo Vázquez y Rodolfo Guerrero protagonizan la puesta en escena. (Luis Quiroz)
Ciudad de México /

Bajo el nombre El último tren, el drama de Cormac McCarthy (1933-2023) The Sunset Limited (2006) llega al Teatro La Capilla, con puesta en escena de Luis Ángel Gómez y actuaciones de Rodolfo Guerrero y Rodrigo Vázquez.

El productor Gerardo Capetillo Pasos vio la adaptación de la obra para telefilme homónimo (2011), con guion del mismo escritor estadunidense, protagonizado por Samuel L. Jackson y Tommy Lee Jones (quien también la dirigió), y buscó los derechos para su puesta en escena en México, pero la muerte el 13 de junio pasado de McCarthy retrasó el proyecto. 

Finalmente, lo logró e hizo la traducción al español de la pieza para una temporada de domingos (a las 18:00 horas) hasta el 17 de marzo.

El último tren confronta a los personajes que McCarthy solo nombra Blanco y Negro en su obra teatral estrenada en Chicago, una de las dos únicas que llegó a publicar junto con The Stonemason (1995). Se trata de un diálogo entre la esperanza y la desilusión, la luz y la oscuridad

Blanco, un profesor universitario de sector socioeconómico alto desencantado de la vida y pesimista, intenta arrojarse al primer metro del día y Negro, un ex preso que se refugió en la fe religiosa, se lo impide. Negro lleva a Blanco a su casa e intenta convencerlo de que la vida tiene un propósito.

Luz y desolación

“Es un texto con una riqueza impresionante sobre esa dos visiones: la de Negro, un personaje que, a pesar de una vida con tanto dolor, sufrimiento y carencias, un ex presidiario, encontró la manera de salvarse a partir de la fe y representa esta visión de que la humanidad tiene bondad en esencia, que el mal lo atraemos a nuestras vidas, pero que en esencia somos seres de bondad. Sabe de lo que habla, no es inocente, pero su visión es de que podemos acercarnos a ese lado luminoso de la vida”, dice el director Luis Ángel Gómez, cómplice de Capetillo en esta aventura por montar a McCarthy en México.

“Por otro lado, está la visión de Blanco, un profesor universitario que, a pesar de tener una vasta cultura, ha vivido en una espiral de desolación, de dolores intentó suicidarse, al estar convencido de que la humanidad es lo contrario a lo que piensa Negro, que es un derramamiento de sangre, codicia y sin sentido –como dice en algún momento del diálogo–, y que lo mejor es acabar con ese dolor e ir al encuentro con la muerte, que valora como una esperanza para poner fin al dolor”.

Gómez dice que este diálogo entre las dos visiones existenciales, a partir de un texto argumentativo, en el que la palabra es tan poderosa, obligan al público a vacilar en su empatía hacia alguno de los personajes para quedarse en una zona de grises en que los planteamientos de Blanco y Negro le siguen resonando a los asistentes al foro de Madrid 13, casi esquina con Centenario, en la colonia El Carmen, Coyoacán.

En diálogo

El director dice que el montaje de la pieza ha sido muy demandante porque es profundamente argumentativa.

“Es una gran conversación, dura dos horas en que los personajes están debatiendo y poniendo en crisis la visión del otro; hay una filosofía y una riqueza del lenguaje; también humor a pesar de la crudeza, un humor negro, irónico, ácido, inteligente, como en toda la obra de McCarthy”, explica en entrevista.
Negro, uno de los personajes, intenta convencer a Blanco de que la vida tiene un propósito. (Luis Quiroz)

La puesta en escena se enfocó a dar peso a las palabras en este esgrima verbal, porque desde la perspectiva del productor y director éstas son las herramientas existenciales de Blanco y Negro.

Negro es un personaje que, a pesar sus limitaciones socioeconómicas, a su falta de estudios, es un hábil conversador, una persona sumamente astuta, gracias a sus experiencias de vida, aunque utiliza también el discurso religioso, en su particular modo de entender la fe, como un gran instrumento de debate.

Blanco, por su parte, gracias a su formación académica expone también toda su filosofía detrás de sus planteamientos basados en la desesperanza, que lo hacen también un agudo conversador en el drama.

El director de escena buscó reproducir ambas cosmovisiones igual con la escenografía e iluminación.

“Decidimos privilegiar eso; ocupamos sólo elementos que tienen peso dramático. Y, a nivel estético, decidimos ir por uno de los temas en la obra, el enfrentamiento entre luz y oscuridad, los lados luminoso y oscuro de la naturaleza humana. 

"Y en eso trabajamos junto con el diseñador de escenografía e iluminación, Bryan Guerrero: encerramos a los personajes en un círculo lumínico que evoca estéticamente la línea que divide la zona de pasajeros del Metro del andén a las vías. Por otro lado, la luz o ese espacio al que remite Negro en sus argumentos, que es su departamento, es un sector del cual Blanco quiere huir para ir a la oscuridad, él mismo se define como maestro de la oscuridad”, añadió.

Los protagonistas

Para encarnar a Negro y Blanco se buscó a dos intérpretes con maestría actoral por la naturaleza del drama, que exige que las palabras representen puntos de vista particulares sobre los anhelos de vida y muerte, que plasmó el también autor de No es lugar para viejos, La carretera y Meridiano de sangre.

Rodolfo Guerrero (Negro) hace un trabajo monumental; lleva el ritmo de la obra, porque él es quien está intentando salvar a Blanco. Logramos construir un personaje que es simpático, consigue que todos los sentimientos religiosos causen eco aun en los más ateos, y a la vez puede dar el rango de este personaje que tuvo un pasaje difícil y de oscuridad y que está luchando con esos demonios.

“Y Rodrigo Vázquez, un actor con amplia experiencia, durante muchos años miembro de la Compañía Nacional de Teatro, al interpretar a Blanco, ese lado desolado, hace un trabajo fenomenal en la construcción de ese mundo interno, de ese abismo en el cual vive su personaje, con lo cual logra que el público empatice con esos momentos difíciles que todos hemos vivido y esa visión pesimista que todos podemos llegar a tener, porque el mundo nos plantea realidades que nos quitan la voluntad y el aliento, y Rodrigo lo hace de forma hermosa porque debe tener todo el tiempo esa llama del abismo prendida”, agregó Gómez, que también dirigió, entre otras obras, Eso es todo, de Flavio González Mello.

El equipo creativo de esta puesta en escena se completa con Brisa Alonso en diseño de vestuario y Eduardo Villarreal en diseño sonoro. La asistencia de dirección está a cargo de Beatriz Bermúdez.

BSMM

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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