La Hecatombe, la farsa que escribió el dramaturgo Juan Tovar en el contexto del 50 aniversario del movimiento estudiantil del 68 y de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, despierta la curiosidad de los jóvenes sobre esos sucesos trágicos del país “porque estas generaciones no saben ni quiénes fueron Gustavo Díaz Ordaz o Luis Echeverría”, expone Carlos Corona, director de la obra que se presenta hasta el 7 de octubre en el foro Sor Juana Inés de la Cruz, del Centro Cultural Universitario de UNAM.
En La Hecatombe, dos ex presidentes ya fallecidos, a saber Díaz Ordaz (1964-1970) y Adolfo López Mateos (1958-1964), aguardan en la antesala del Infierno dantesco a un tercero que hasta ahora ha librado a la justicia humana y divina, Echeverría (1970-1976), mientras dialogan sobre su participación en la represión de estudiantes que se movilizaron el 68 y en la matanza de la Plaza de las Tres Culturas.
Como parte de la conmemoración este año del medio siglo de aquellos acontecimientos, la Dirección de Teatro de la UNAM, que encabeza Lorena Maza, encargó a Tovar una obra, que se estrenó en agosto pasado y llega a su fin con llenos totales, en su mayoría de jóvenes universitarios e incluso bachilleres.
Corona, quien ya dirigió para el 40 aniversario Olimpia 68, de Flavio González Mello, recibió la obra de Tovar y decidió vincularla, “establecer puentes” con la juventud estudiantil, universitaria actual, por ejemplo con los movimientos #YoSoy132 o por los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Más aún, el montaje se enriquecía con nuevos acontecimientos, como las protestas recientes contra porros.
El actor y director explica en entrevista que esos puentes de carne y hueso son dos personajes juveniles que incorporó en el elenco con la venia de Tovar, que aluden al Virgilio y a la Beatriz de la Divina comedia de Dante y que interpretan sus alumnos de teatro Luis Arturo Rodríguez y Nalleli Moreno. Ellos se suman a los actores de trayectoria Emilio Guerrero (Echeverría), Jorge Ávalos (Díaz Ordaz) y Rodolfo Arias (López Mateos). Participan también en la producción Matías Gorlero en escenografía e iluminación, coreografía de Alan Uribe, e investigación de Juan Celis, entre otros.
“El texto del maestro Tovar es de tres ex presidentes en la antesala del Infierno discutiendo sobre el 68. Yo agregué a Virgilio y Beatriz, que representan a jóvenes estudiantes que dan numeralias y contextos que también agregué sobre lo que ha pasado en estos 50 años: los porros, los feminicidios y huelgas en la UNAM, pero también cosas más luminosas como la reacción de los estudiantes ante los temblores de 2017. Así la obra termina siendo una suerte de homenaje al estudiante universitario”, expone Corona.
También hay una conexión muy fuerte con la "Divina comedia".
De hecho en el texto del maestro Tovar se habla de la Divina comedia, se dice que el Noveno Círculo es el de los traidores a la patria, y estos dos ex presidentes están esperando a un último para poder habitar ese círculo. Y ese personaje al que están esperando es Echeverría. Debo confesar que cuando leí el texto me dije: “¿Sigue vivo?” Y sí, sigue vivo. Se me había olvidado eso, no solo está vivo, sino impune. Y un poco por ahí va la reflexión de la obra: “Qué tanta responsabilidad tuvo Echeverría, por supuesto que la tuvo Díaz Ordaz”. Y lo que realmente se pone en debate es que ahí sigue Echeverría, ¿cómo vamos a olvidarlo, cómo se va a cerrar esa herida, si uno de los autores intelectuales ahí está, libre?
Un poco porque en ella se habla de cómo Díaz Ordaz fue secretario de Gobernación con él y cómo él esperaba de Echeverría lo mismo que aquél hizo con López Mateos cuando fue su secretario de Gobernación: una lealtad de estas antiguas que existían en el PRI, de cerrar filas. Era una lealtad como de la cosa nostra, porque no es una lealtad loable. En cambio, Echeverría mandó a la hoguera a Díaz Ordaz para él salir impune de este acontecimiento.
El infierno es un castigo después de la vida con connotaciones religiosas. ¿Por qué el castigo divino en esta obra de teatro, si lo que esperamos es justicia, castigo en vida, fin a la impunidad?
No tiene una connotación religiosa, más bien es literaria y poética. En realidad estamos jugando con la memoria. Si nos ponemos materialistas dialécticos, Díaz Ordaz y López Mateos son simplemente ahora comida de gusanos, pero existe una memoria de ellos. Y un poco es ese repaso de la memoria “su castigo”, porque pasarán a la historia como traidores a la patria, en particular Díaz Ordaz, cualquier cosa luminosa que hubiese tenido su gestión es aplastada por la oscura memoria de su participación en la matanza del 68.
Corona refiere algunas anécdotas de cómo ha sido recibida La Hecatombe por el público universitario, cuando la UNAM tuvo una participación muy importante en el 68 y sufrió consecuencias graves. Refiere que jóvenes han salido con lágrimas, conmovidos. Incluso una amiga suya le contó que en la función un joven sacó su celular para buscar en Google “Díaz Ordaz”, y eso emocionó al director.
“Hay una empatía, logramos crearla con aquellos estudiantes del 68. La única diferencia entre los de ahorita y los de antes es el ancho de la campana del pantalón y el largo de la patilla, pero eran lo mismo: jóvenes queriendo un mejor país.
“Que se despierte esa curiosidad por saber qué pasó en el 68 me parece padrísimo. Estas generaciones realmente ni siquiera saben quién es López Mateos, ya no digas Díaz Ordaz o Luis Echeverría, que se les despierte esta curiosidad de saber, me parece que es algo muy importante, y es una parte que el teatro universitario no puede olvidar: que es la de divulgador”, recuerda el profesor de teatro.
¿Qué futuro le ve a esta obra más allá del contexto de la efeméride?
Funciona muy bien porque las preguntas que plantea están muy en el aire. Al estrenar la obra concluíamos con los estudiantes de cine en Guadalajara que fueron disueltos en ácido por el crimen organizado, en relación con el tema de los jóvenes. Pero a lo largo de la temporada ocurrió la agresión de porros a los chavos frente a Rectoría. Así que agregamos la frase: ‘Fuera porros de la UNAM’.
El director, nacido en los años 70 del siglo pasado, sostiene que estrenó La Hecatombe queriendo hablar de muchas de cosas, pero ya hay nuevas. “Esto no se acaba, las agresiones continúan, los diálogos no se establecen y los pliegos no se cumplen. No será una obra que se quede como una curiosidad de los 50 años del movimiento del 68 y de la matanza de Tlatelolco, sino que plantea una discusión que tiene que ver con lo que ocurrió ese año: por primera vez en la historia de México los jóvenes estudiantes asumieron su derecho y su responsabilidad de ser una facción crítica al sistema y fuerza política”.
Añade que desde entonces, en los últimos 50 años, ese papel de los jóvenes se ha refrendado con las huelgas en la UNAM, con #YoSoy132 (aunque éste se inició en la Universidad Iberoamericana), con las marchas. “Y ahí están los jóvenes siempre. Un poco es decir: no se nos olvide que los jóvenes tienen ese derecho y al mismo tiempo obligación”.
Me parece que "La Hecatombe" tiene mucho vínculo con A puerta cerrada.Sí, incluso en el programa de mano utilizamos una frase de Sartre. Hay un punto en donde justo el maestro Tovar habla de un pasaje de la Divina comedia donde un traidor está royendo el cráneo de otro, y los personajes se preguntan si este roer el cráneo no será un repaso de la memoria. ¿No nos habremos confundido al pensar que roer el cráneo es literal, como de zombie? ¿No podría ser el estar tú y yo cuestionándonos todo el tiempo? En ese sentido el Infierno sí se vuelve el Otro.
Nací en los 70. En realidad tuve conciencia del 68 hasta que entré a la Universidad. Imposible estar en la Universidad y no oír del 68, del 2 de octubre, no leer el libro de Elena Poniatowska. Después, cada 2 de octubre se volvió significativo, desde haber ido a la marcha de los 25 años, haber estado en temporada cuando fueron los 30 años, haber hecho una obra cuando fueron los 40 años, Olimpia 68, y estar haciendo ahorita ésta. Siempre he tenido un vínculo no sólo con el 68 sino también con escuchar la voz de los jóvenes. Me gustaría recordar la frase de Marilyn Manson de Masacre en Columbine, cuando le preguntaron qué le diría a los jóvenes y él respondió: “Más bien me gustaría escucharlos”.
* ACTOR Y DIRECTOR DE TEATRO