Amoroso acompañamiento entre mujeres

Danza

El Taller Coreográfico de la UNAM presenta una obra que refleja la confrontación, la competencia y la necesidad de aprobación a las que son sometidas las mujeres en esteare

La pieza es poderosamente femenina al inspirarse en la fortaleza que exige confrontar el rol cotidiano y decidir darle otro cauce (Paulo García)
Argelia Guerrero
Ciudad de México /

El viernes 14 de septiembre, como parte de la temporada del Taller Coreográfico de la UNAM, se presentará la pieza Experiencia, del bailarín, maestro y coreógrafo Andrés Arámbula, a partir de la música de Ezio Bosso y Ludovico Einaudi, estrenada en el marco del Laboratorio UNAM impulsado hace unos meses por su director anterior Ángel Rosas.

Bailarín del Taller desde hace 18 años, Andrés Arámbula ha creado obra para la compañía en ocasiones anteriores, aún bajo la dirección de Gloria Contreras, quien también hiciera piezas para ser bailadas por él. Esta experiencia dancística ha desarrollado en el coreógrafo una sensibilidad empapada de la poética de Contreras, a la que suma una vida dedicada a la danza desde sus diversos ámbitos: como bailarín, como maestro y como coreógrafo.

La obra posee una carga estética grande que aprovecha todo el potencial físico y técnico de las bailarinas, así como el recurso de la sutileza en los movimientos que caracterizan la danza de Arámbula, incluso desde sus clases. Las referencias a las obras de Gloria Contreras son claras pero no burdas. 

Inspirada en Danza para mujeres, la coreografía Experiencia juega con la referencialidad a la mujer, que expuso la coreógrafa en su pieza y a la que Andrés Arámbula suma la perspectiva propia, inspirada en su hija Valeria.

A Valeria, como para casi todas las mujeres que han decidido dedicarse a esta dura profesión, le ha resultado complejo y muchas veces doloroso transitar por la ruta de la danza. Se trata de un camino complicado que generalmente se enfrenta desde muy temprana edad y que paradójicamente debe afrontarse con un bagaje grande de madurez. Un carácter endeble no resiste esta profesión.

El coreógrafo ha visto y compartido las vicisitudes de su hija y es en la danza en donde encontró el cauce y el lenguaje que le permitió abrazarla y acompañarla.

Cinco mujeres en escena representan el juego muchas veces paradójico y contradictorio que las envuelve cuando están juntas, en cualquier contexto.

Sometidas a la confrontación, la competencia y la necesidad de aprobación, las mujeres en la danza, pero también fuera de ella, padecen esta imposición y muchas veces se miran inhabilitadas para romperla.

Las bailarinas juegan con una danza responsorial, que unas veces sugiere un juego y otras tantas una pelea. Es una sucesión de movimientos fluidos que en algunos momentos parece agotador, desgastante. Es el instante en que el coreógrafo decide para que se tomen de la mano, más que por una convicción determinada y decidida, por una especie de instinto de sobrevivencia: no se tiene más que a la mujer de al lado, aquella que era la competencia, para abrazarse y fortalecerse.

La coreografía dibuja trazos distintos en las bailarinas y contrasta las dinámicas de los movimientos de cada una. Mientras unas se mueven con fuerza acentuada, casi golpeada, otras lo hacen suave y sutilmente. Cada bailarina posee su historia y la enfrenta a su modo, desde su danza, por caminos solitarios que, sin embargo, llegan a encontrarse en unísonos maravillosos en el escenario.

Después de un abanico de movimientos virtuosos, las bailarinas conjuntan su danza, se toman de la mano y tiran de la última, la que desde el piso no se da por vencida y eleva el torso, se levanta y extiende la mano para seguir. El resto avanza con ella y el peso de su historia.

La pieza de Andrés Arámbula es poderosamente femenina, pero no por el lugar común de la delicadeza del movimiento, sino por la fortaleza que exige confrontar el rol cotidiano y decidir darle otro cauce. Es la perspectiva de quien mira a su hija elegir un camino difícil y, lejos de evitarlo y sucumbir a la protección patriarcal, suelta y acompaña. Valeria no está sola. Esta danza es un amoroso acompañamiento entre mujeres.

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