Una casa 100% sustentable en medio del desierto

Estilo

En el desierto de Baja California Sur, cerca de La Ventana, el suizo Samuel Neuenschwander está construyendo casas con todas las comodidades sin requerir de ningún servicio público, aprovechando los recursos de la zona

Una casa sustentable en Baja California Sur (Verónica Maza).
Verónica Maza Bustamante
La Ventana / Baja California Sur /

¿Es posible vivir en un lugar donde no exista ningún servicio y tener comodidades? El suizo Samuel Neuenschwander, promotor de energías sustentables, llegó a La Ventana, Baja California Sur, por el kitesurf... y descubrió un espacio ideal para el proyecto que tenía en mente.

"Hace más de diez años llegué a México con una empresa de mi país y después decidí volver con mi propio negocio de calentadores solares. Conocí La Ventana porque es la meca del kitesurf, deporte que practico, y me enamoré del lugar. Supe que ahí quería hacer una casa de playa con energías renovables, pero me di cuenta de que eso era una de varias necesidades básicas de toda vivienda. Yo quería expandir la filosofía de usar materiales locales y recursos naturales para poder hacer algo acorde con el entorno, no solo para calentar el agua”, explica.

Samuel Neuenschwander (Verónica Maza).

Hace unos meses adquirió un terreno en medio de la nada, con tan solo un camino de terracería desde la carretera, y ahí ha construido ya dos viviendas autónomas: “Quiere decir que están afuera de la red de toda la infraestructura que provee el gobierno o una empresa grande. Busco que nos empoderemos, que comprendamos que cada uno puede tener su casa con los lujos y servicios que necesita, en donde sea”.

El proyecto incluye construir otras casas semejantes en ese terreno, diseñar un jardín con cactáceas y tener un viñedo que puedan disfrutar él, su familia y sus amigos, pero también quienes deseen tener la vivencia de pernoctar en un lugar así. Le ayuda el arquitecto Josué Olguín, un mexicano que va de París a La Paz según demanden sus proyectos, y está muy interesado en un diseño que se adecue al entorno en donde se va a construir.

“He trabajado en el diseño y en el aprendizaje con la construcción con materiales naturales —relata Olguín—, que sea congruente con lo que se da en el desierto. Cuando uno hace arquitectura es posible todo, pero es necesario contemplar el entorno. El sistema de Samuel tiene muros de arena con un soporte metálico, que nos permitió aprovechar lo que se tiene en un lugar como este, cerca de la playa. Hemos estado trabajando con las pinturas de cal a base de baba de choya, que es una planta, una cactácea que se da en el lugar. Se trata de adecuarnos a lo que tengamos en el desierto, y luego ir agregando o modificando.”

Josué Olguín, el arquitecto (Verónica Maza).

Samuel, a quien se le conoce también con los apellidos Núñez Sánchez —una versión mexicanizada de su apellido suizo—, explica: "La luz eléctrica se genera a través de paneles solares y la almacenamos en unas baterías para tener energía durante la noche, para el refrigerador, la iluminación, la carga de los teléfonos. El agua caliente se genera con un calentador solar".

Para la producción de gas para la estufa cuenta con un biodigestor que se alimenta de todos los desechos orgánicos, que al ponerlos ahí generan metano y así se puede cocinar con las mismas sobras de los alimentos; además, se obtiene un líquido tras el proceso que funciona muy bien como fertilizante para la tierra. “Tenemos un baño seco que hace una separación de los sólidos y los líquidos. Los líquidos se van a riego a la bugambilia y los sólidos, que se deshidratan por el clima tan caluroso, se pueden usar para el mejoramiento de la tierra", reseña.

En cuanto al agua, "tenemos una cisterna grande que cubre las necesidades de un año, pero además hacemos una separación de agua. Las grises, como las que salen de la ducha, la lavadora y el lavabo, pasan por una pequeña planta de tratamiento que la limpia para que se pueda volver a usar".

La estancia de la casa verde (Verónica Maza).

VIVIR EN EL DESIERTO

La experiencia de habitar una de la casa de Sam es muy interesante. Aún tiene pocos muebles, pero cuenta con los necesarios para pasar unos días sin extrañar la ciudad y su caótico ritmo. La más pequeña aún se encuentra en obra, aunque estará lista en unos días. Es de una planta, con dos habitaciones separadas. La ya habitable consta de dos pisos. Su techo es de palma doblada, con madera y metal en algunas partes. Arriba hay dos espacios para dormir, cada uno con dos camas matrimoniales y un mueble para guardar la ropa, así como uno de los mejores lugares del complejo: la terraza, con una hamaca para disfrutar del viento de la tarde, con vista al mar de Baja Sur.

En la parte de abajo se encuentra el baño seco, la cocina con una estufa de cuatro hornillas, una barra, refrigerador y una tarja doble, así como una estancia con una mesa para cuatro personas que por la noche se puede sacar a la terraza inferior. Alrededor de la vivienda no hay otras, tan solo la vegetación propia de la zona desértica.

Una hamaca en medio del desierto (Verónica Maza).

En el camino se pueden ver animales como liebres, zorros y muchos insectos, aunque curiosamente no hay mosquitos —al menos en esta época del año—, lo que se agradece enormemente. Bichos diversos, seguro, pero es parte de la experiencia de estar en contacto con la naturaleza.

La noche estrellada es un regalo, ya que se pueden contemplar las estrellas de forma única y aprovechar el silencio para un descanso reparador. El calor puede aumentar, así que se cuenta con ventiladores de piso, aunque el sistema de ventilación de la propia casa funciona de tal manera que aprovecha el correr del viento entre los dos pisos para refrescar el espacio.

Para José Ramírez, el constructor, quien suele trabajar en el área de La Paz, este complejo ha significado un reto, pues no está acostumbrado a trabajar en lugares así y bajo esas condiciones. "Son casas amigables con el medio ambiente, frescas. El día que los propietarios ya no existan, la casa va a retornar nuevamente a la naturaleza, contrario a lo que pasa con las de concreto. Es decir, no genera contaminación", dice. En el revestimiento de los muros han usado tierra, cal y piedra.

Samuel Neuenschwander y José Ramírez, el constructor (Verónica Maza).

“Las casas son muy agradables, se siente el ambiente diferente. Creo que también ayuda mucho a quienes habitan un lugar así. Tus pensamientos son más positivos, más agradables. Te hace mejor persona, porque a fin de cuentas descubres que eres parte de tu entorno”, señala. 

El proyecto también incluye la adaptación de todas estas posibilidades renovables en otros modelos de vivienda. Samuel se encarga de asesorar y colocar lo necesario. El ahorro en cuanto a pagos de servicios es importante, además de que los terrenos no urbanizados suelen ser más económicos.

Las casas están disponibles en Airbnb para quienes deseen vivir la experiencia de fusionarse con el entorno sin sufrir, gracias a las posibilidades de las energías renovables y la autonomía.



MAYORES INFORMES:

https://sustainableliving.mx

https://es.airbnb.com/rooms/33751431?s=67&shared_item_type=1&virality_entry_point=1&sharer_id=80729848



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