La Compañía Juvenil de Danza Contemporánea de la UNAM (DAJU) estrenará Al borde de algo, una obra creada y dirigida por Nicolás Poggi, quien junto a Andrea Chirinos trabajó el concepto artístico de la pieza. “Tiene algo místico y jugamos con la idea de la película de terror de bajo presupuesto, como en los 90”, dice el coreógrafo en entrevista.
“Siempre listos debemos de estar para no provocar caídas en la pendiente, ya que nunca sabemos quién puede estar debajo. El monstruo siempre acecha en el eclipse”. Esta es parte de la descripción de esta obra que será representada el 16, 17 y 18 de febrero en la Sala Miguel Covarrubias de la UNAM.
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En Al borde de algo “hay mucho movimiento, mucho entrenamiento y actividad física; es una obra de danza, a nivel interpretativo, pero también con algo muy teatral”. La historia es narrada por un grupo de boy scouts que acampan en los restos de una zona arqueológica circular.
Los boy scouts (que no saben del peligro que corren) se reúnen en el bosque, representado por el Espacio Escultórico de la UNAM, que fue filmado y será proyectado durante las presentaciones que tomará el rol de una zona arqueológica.
“La historia comenzó porque se investigó qué lugares tiene la UNAM, pues la DAJU justo trabaja en espacios no convencionales dentro de la universidad. Comenzamos a explorar sitios que pudieran funcionar y así llegamos al Espacio Escultórico. Jugamos con el concepto de que los españoles llegaron a México y enterraron las pirámides para armar sus iglesias, entonces la idea es presentarlo como un templo que está enterrado”.
Entre lo absurdo
“Todo lo que sucede a partir del interior de una tienda de acampar es lo que será proyectado, así que jugamos con lo que está fuera y dentro de la escena. Es una mezcla entre absurdo, miedo y una película de terror de bajo presupuesto, la obra te va atrapando hacia un mundo paralelo y surreal”, dice Poggi.
“De repente aparece un monstruo, los personajes no lo ven pero que está ahí, acechándolos”. El coreógrafo comenta que, en este mundo paralelo entre lo visual, lo físico y lo teatral, “me interesaba trabajar con los bailarines para explorar diferentes lenguajes en la escena y fue un desafío porque son jóvenes, así que a nivel físico están muy bien, con mucha energía y muy disponibles, pero lo complejo fue la parte teatral”.
Serán 13 bailarines (más un monstruo) los que estén en el escenario e interpreten esta pieza, que explora la danza y el lenguaje teatral; un trabajo que ha resultado un reto para todo el equipo.
“Cuando hago una obra el complemento es total, entre movimiento, iluminación y música, para que puedan comprender (los bailarines) en qué cuerpo están. También trabajamos mucho la postura y ver cómo está el cuerpo en escena, que no sea el típico bailarín que se para recto y mira al frente. Yo les pido que busquen su manera de moverse; les pongo características para que busquen posturas de su personaje: cómo habla, cómo se mueve, qué mira. Hay que cambiar la idea de lo escénico.
“En los ensayos lo que puede pasar es que exageran o falta la expresión. El desafío es darle un sentido a lo que se está haciendo, así que todo el tiempo estoy dando indicaciones para que imaginen, y les digo: ‘mientras está pasando esto, ustedes se sienten así’, para que tengan imágenes más claras”, concluye.
Al borde de algo se presentará en la Sala Miguel Covarrubias el 16 de febrero a las 20:00 horas, el 17 a las 19:00 y el 18 de febrero a las 18:00 horas.
PCL