Voladores de Cuetzalan realizan ritual y ofrenda del corte del palo

Este palo durante un año lo emplearán para sus presentaciones, pues así lo establece su creencia

Bailando alrededor del árbol y con el caporal tocando la flauta de carrizo y el tambor, pidieron perdón a la madre naturaleza por cortar el árbol. (An
Con la flauta y el tambor pidieron a la tierra y al cielo su protección para no caer desde el aire mientras danzan.
Bailando alrededor del árbol y con el caporal tocando la flauta de carrizo y el tambor, pidieron perdón a la madre naturaleza
En el acto se contó con la participación de habitantes de la comunidad, casi todos familiares y amigos del grupo Águilas Mensajeras (Andrés Lobato)
Rafael González
Puebla /

Siguiendo la tradición milenaria, heredada por los abuelos nahuas, los integrantes del grupo Águilas Mensajeras, practicantes de La danza de los Voladores originarios del municipio de Cuetzalan —nominado como Pueblo Mágico—, cumplieron con el elemento esencial del rito: la fabricación del palo, mismo que a partir del próximo 12 de diciembre y durante un año emplearán para sus presentaciones, pues así lo establece su creencia y como medida de seguridad para preservar su integridad.

En esta ocasión, la elección del árbol se realizó en la zona boscosa de Chalahuico, perteneciente al municipio de Tetela de Ocampo. Se trató de un pino de palo colorado muy flexible, el cual midió 24.8 metros.

Desde las 7 horas, inició la marcha en busca del árbol alzaprima. El caporal, Gabriel Morales Hilario, con sus danzantes se dirigieron al bosque para localizar el árbol. El tronco fue escogido por los cinco integrantes, en este caso una mujer y cuatro hombres, uno alto y derecho, a cuyo pie, realizaron la ceremonia de petición de permiso y ofrenda de disculpa a la madre naturaleza para ingresar y cortar “al ser vivo”.

Bailando alrededor del árbol y con el caporal tocando la flauta de carrizo y el tambor, pidieron perdón a la madre naturaleza para que el árbol sea derribado.

Los danzantes, ataviados con su atuendo, rociaron con agua bendita y frotaron con unas flores blancas al tronco y con un copal e incienso, lo humearon. Con la flauta y el tambor pidieron a la tierra y al cielo su protección para no caer desde el aire mientras danzan.

El árbol debe contar con ciertas características: debe estar lo más derecho posible, tener determinada anchura y altura; además, se debe calcular al momento del corte y la parte donde va a caer para que no se quiebre y se facilite su traslado.

El diámetro aproximado del tronco es de un metro y de altura, por lo menos, de unos 25 metros, aunque podrían llevarse de mayor altura.

En el acto se contó con la participación de habitantes de la comunidad, casi todos familiares y amigos del grupo Águilas Mensajeras, el cual tiene poco más de 25 años cumpliendo esta actividad ancestral.

“Lo que acabamos de hacer es un ritual para pedir perdón a la madre naturaleza porque le estamos quitando un elemento vivo que va a ser primordial para la danza. Nosotros creemos que es el único ser que está entre el inframundo, mundo y supramundo. Lo que tratamos de hacer cuando iniciamos un ritual del vuelo, nosotros primero saludamos en la parte de abajo, el tributo que nosotros hacemos cuando sembramos, nosotros cuando ponemos el palo ponemos un guajolote vivo, el guajolote vivo representa a los guerreros caídos en batalla y le ponemos los condimentos del mole poblano, creemos que el guajolote y el palo, al momento de ponerlo, crean un espíritu para nuestra protección”, explicó José Luis Hernández Morales, uno de los integrantes del grupo, junto con Yolanda Morales Hilario, Gabriel Morales Hilario, Felipe Morales Lemus, Miguel Juárez Mora e Ignacio Morales Ponce.

Origen de la danza

José Luis Hernández Morales explicó que el de los Voladores es un ritual de alcance panmesoamericano cuya antigüedad es de por lo menos 2 mil 500 años.

Contó que la evidencia arqueológica más antigua que se tiene sobre la Danza del Volador refiere al periodo 600 a.C y 900 d.C. y proviene del occidente de México. Se trata de maquetas que representan danzas sobre un poste erigido al centro de plataformas circulares.

Resaltó que su práctica, aun con todo y las variaciones que le ha impuesto el tiempo y la transformación del entorno en que se practica, es un alarde de persistencia cultural. “Por ello, la Unesco lo incluyó como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2009”.

Narró que su gusto por esta tradición le nació desde niño al observar a sus tíos Gabriel y Juan Morales Hilario participar en diversos grupos, hasta que un día decidieron conformar su propio grupo. “Y ahora nos toca trascender esta tradición, este ritual principalmente (el corte y preparación del palo del árbol)”.

Añadió que desde niño quería participar y su oportunidad llegó un día que no se completaban. “Me dijeron, ‘oye, ¿no quieres entrar?’, y ya a partir de ahí me incorporé y empecé a danzar con ellos”.

Informó que esta actividad obliga a la persona a mantener una buena condición física: “Debes tener preparación y precisión, porque obviamente arriba no vas a estar hablando de otras cosas, pues tienes que estar enfocado a lo que estás, concentrado en un punto, o sea, debes de estar atento al compañero, es una labor en equipo que nosotros hacemos, y lo hacemos bien”.

Respecto al origen de esta danza, la cual a nivel nacional se etiqueta como de Papantla, Veracruz, indicó que “todos dicen ‘voladores de Papantla, vean a los voladores de Papantla’, pero el término común al cual se le debería de llamar o se le llama, según el tratado de la Unesco, con el cual se le da Patrimonio Cultural a este ritual, dice que el término aceptable al cual nosotros debemos de llamarlo es ritual de la Danza de los Voladores y de ahí, cuando dicen voladores de Papantla en realidad se remonta más al lugar donde surgió. La historia dice que los voladores de Cuetzalan estaba en Yohualicha, fueron los que lo practicaban ahí y cuando llega la conquista mexica llega a Yohualicha y corre a los totonacos y lo que hacen es que se van para el Tajín y construyen y llevan sus tradiciones, por lo que la Danza de los Voladores se queda ahí, pero se supone o no se debería de decir Voladores de Cuetzalan o Voladores de Papantla pues ambos tienen la misma raíz, entonces el término más aceptable sería el ritual de la Danza de los Voladores”.

Características del volador

Actualmente, los voladores no portan ya los vistosos trajes de aves mensajeras del cielo que empleaban previo a la Conquista, ahora su traje se compone de una camisa blanca sobre la que se anudan transversalmente del hombro izquierdo al derecho de la cintura una media luna de tela roja con flecos blancos decorados con bordados de chaquira, lentejuela, flores, pájaros y otros elementos ceremoniales.

Asimismo, portan un calzón blanco sobre el que visten otro más corto de color rojo con flecos en la parte baja. Sobre el calzón se coloca un delantal igualmente decorado con bordados y flecos. Calzan botines y sobre la cabeza una corona con espejos y flores que rematan con un abanico multicolor, listones favoreciendo los doce meses del año.

Indicó que anteriormente este ritual se hacía cada 52 años, "que era cuando moría un sol para nacer nuevamente. Cuando hacemos el ritual lo hacemos hacia los cuatro puntos cardinales, hacia los cuatro rumbos. El que se para al centro representa al sol y los cuatro (restantes) representan los cuatro rumbos, que le acabo de mencionar. A la hora de ascender el 52 tiene un mayor simbolismo porque cada volador da 13 vueltas, que multiplicado por los cuatro de 52, que en aquel entonces se creía que terminaba un siglo y se le decía un xilulpini. El último volador que desciende del lazo representa el ocaso del sol. La camisa blanca representa el lado bueno del hombre y hay algunos que le ponen listones, doce, representando los meses del año, hay otros que le ponen trece que simboliza las vueltas que da cada volador a la hora de ascender".


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