'Voraz', un banquete caníbal donde el plato fuerte es el público

Se presenta en el Foro Lucerna todos los miércoles a las 20:30 horas desde el 10 de abril hasta el 26 de junio.

El público tiene el poder virtual de votar en vivo en escena. (Foto: Especial)
Ciudad de México /

El banquete estaba servido desde mucho antes del estreno de Voraz. Reynolds Robledo y Ana Carolina Mancilla habían preparado un adelanto de la opera prima del dramaturgo peruano Jorge Robinet, La costumbre del mar, en una galería de la colonia Santa María la Ribera, que devino en taquiza con vinos.

Manuel Balbi y Alejandro Oliva eran el chef y el menú, respectivamente, de esta obra que Robledo rebautizó como Voraz para un público al que la antropofagia ya no sorprende; un título que recordaba más al filme debutante de la genial Julia Ducournau (Grave, en francés 2016), que a la quizás principal inspiración de esta comedia negra con reality show: el caso Armin Meiwes, El Caníbal de Rotemburgo.

Pero el platillo principal de Voraz es el público que ostenta el poder virtual de votar en vivo en escena.

“Cuando revisitamos tanto la obra de Robinet, queríamos atraer a la gente con un título que llamara la atención, Voraz fue el título que encontramos”, comenta Robledo, quien asumió la dirección de la obra, que toma el nombre original de una pintura sobre unos náufragos noruegos que se devoran entre ellos.

Robinet puso en la mesa a dos apasionados de la cocina: Chef (Balbi) y un cocinero (Oliva) de nombre Juan Pérez (el equivalente al John Doe de las víctimas de asesinato desconocidas en Estados Unidos), quienes buscan la trascendencia, uno cocinando al otro que se presta voluntariamente, en una suerte de reality show en el que el mismo público puede decir cual es la parte del cuerpo a cocinar primero.

Voraz se presenta en el Foro Lucerna (Lucerna 64, colonia Juárez) todos los miércoles a las 20:30 horas desde el 10 de abril hasta el 26 de junio, a cargo de Lobo Producciones, Concéntrico y Manuel Balbi.

“Cuando llega este texto de Jorge (Robinet), como parte de una invitación primero de los actores, para mí fue que tenía esos elementos de dos personajes que tienen lo que el otro necesita. No se me hizo nada descabellado, que eran un chef y un cocinero aspirante a chef, que quieren lo que uno necesita y el otro quiere. Pero cuando le agregamos esta parte morbosa del reality show, como queremos ser influyentes en la vida del otro, encontré en esta obra eso que a mí siempre me llama la atención del teatro: una provocación, ganas de generar preguntas más que respuestas, eso genera una reflexión”, dice en entrevista Robledo, dramaturgo también de Carne, que Enrique Singer montó en el Helénico.

Voraz tiene algo muy morboso, quizás violento hacia el público, pero eso para mí es lo de menos, porque una vez que pasamos ese morbo, las votaciones, te encuentras con dos seres en su soledad, que están tratando encontrarse a sí mismo en un mundo que va demasiado rápido, y eso somos todos. Este aspirante a chef, Juan Pérez, que va a ser cocinado en vivo, que podríamos ser cualquiera, que creemos que si seguimos el ABC del éxito vamos a lograrlo, y hay gente a la que le pasa eso”, agrega el director.

Reconoce que Voraz toma elementos del caso de Meiwes, un alemán que por internet convocó a quien quisiera ser devorado vivo, cena a la que acudió Bernd Jürgen Brandes, al que descuartizó y devoró en marzo del 2001. Sin embargo, advierte que el drama de Robinet se distancia del caso porque el Chef no es un caníbal, sino alguien que por primera vez va a probar la carne humana y que lo que le motiva no es tanto el canibalismo sino su deseo de que la gente vea qué es lo que está haciendo: cocinar a Pérez.

“La obra habla mucho de quiénes somos como seres humanos, mientras yo vaya primero, no me va a interesar lo que le pase a los demás; o qué cabezas tuve que aplastar para llegar a eso, a quién me tuve que comer. Voraz en sí tiene algo muy aristotélico, la sensación de dos personajes que hacen espejo entre ellos mismos, que eso también se me hizo interesante.

“Y lo que sí sorprende es la reacción del público con la votación: ¿qué nos va a revelar de cada público, que puedan votar qué parte se corta si el brazo o el muslo. El autor lo deja abierto en una acotación que dice: ‘El público vota’. Desde la primera lectura que hicimos (en la galería), guau, aquí hay una sensación de que, aunque provoque risa nerviosa, también provoca un sentido de responsabilidad a través del morbo, de algo perverso del ser humano de ver hasta dónde podemos llegar”, dice Robledo.

Después, añade el director, me interesa hacer al público consciente y responsable de lo que votaron y de lo que provocaron, porque al final estamos hablando de seres humanos, “no sólo es un like más”.

“Es algo que quiero aventarle al público: sí, hay un morbo, pero ¿hasta dónde estamos dispuestos a ver? Y si estamos dispuestos a traspasar esa línea, que te des cuenta que ya no es gracioso, no te voy a dejar que apagues una pantalla, no te voy a dejar que hagas un slide y veas algo bonito. No, nos vamos a quedar y a ver algo que tiene una consecuencia, para eso se presta el teatro: personajes, el escenario, no hay pantallas que te distraigan, y que encuentres dos seres humanos que sólo necesitan vivir, verse al otro y decir qué tanto necesito reconocerme como ser humano, que mi éxito no es la suerte de los demás y que no tienes un poder sobre mí, como pasa con las redes sociales”, dice el también productor.

De la entrevista con Robledo, pasamos al fogón con Balbi y Oliva, quienes dieron detalles del menú.

“El menú de esta obra soy yo, Juan Pérez”, dijo Oliva y abundó en detalles de la historia con su contraparte, el Chef, un hombre exitoso con varias estrellas Michelin, una celebridad a nivel global, que no obstante quiere seguir trascendiendo y en esta necesidad que tiene de trascender, se le ocurre que su nueva obra maestra, con que trascenderá para siempre, es cocinar a alguien en vivo.

“En esta realidad de nuestra obra, no es ilegal cocinar a alguien en vivo, sólo que tiene que ser bajo consentimiento. Así que se le ocurre abrir este reality show con su poder e influencia ante el mundo, abre un casting para ver quién quiere ser cocinado por el gran Chef, y dentro de este casting está mi personaje, que es un chef frustrado, que se hace llamar cocinero, porque se siente indigno de llamarse chef y en cambio admira, es su héroe, su ídolo, el Chef de nuestra obra”, narra el actor tamaulipeco.

Y detalla que a lo largo de la obra el público ve cómo se prepara la carne de Juan Pérez, la psique de Juan Pérez, para “ese gran momento, el gran final de su vida, al ser cocinado por un su héroe e ídolo”.

“Esta es la forma en que Juan cree que por fin va a trascender, esta hambre de querer ser alguien”, dice.

Balbi condimenta: “El menú puede cambiar, porque tú como público vas a decidir cosas durante el proceso. Lo que te puedo decir es que en el menú está la carne de Juan Pérez. ¿Qué carne? Eso tú lo vas a decidir, pero me vas a acompañar en la preparación. Y El postre lo vas a vivir junto con nosotros”.

“El narcisismo del Chef lo lleva a sentirse un poco dios. Es tanta su insaciabilidad y su voracidad, que ya todo le queda chico; él necesita cosas más grandes, más impactantes. No es precisamente que juegue a ser un dios, pero él en su espacio él sí lo es”, dice el actor también de cine y series de televisión.

Sobre qué les molesta de esta obra, los actores coinciden en que es la reflexión sobre la insaciabilidad en una sociedad donde lo esencial ha dejado de importar y, en cambio, lo que preocupa son los likes.

PCL

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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