"Yonqui", el "soundtrack"

Goza mucho de lectores jóvenes tal vez porque, como escribe Jason Ankeny, “vivió el estilo de vida roquero años antes de que esta música fuera creada”.

La primera edición de la novela fuera ser expurgada y, aún así, causó conmoción y fue llevada a juicio por obscenidad.
Ciudad de México /

Entre las celebraciones por su medio siglo de vida, Anagrama ha reeditado 50 libros emblemáticos, entre los que figura Yonqui, de William S. Burroughs, novela aparecida en 1953, en una época en la que “si hablabas en voz alta de la hierba (y no digamos de la droga) en el metro o el autobús, podías ser detenido”, escribe Allen Ginsberg en el prólogo.

De ahí que la primera edición de la novela fuera ser expurgada y, aún así, causó conmoción y fue llevada a juicio por obscenidad. Con un estilo crudo y directo, sin olvidar sus momentos de humor negro, goza mucho de lectores jóvenes, tal vez porque, como escribe Jason Ankeny, “vivió el estilo de vida roquero años antes de que esta música fuera creada”. 

La música está presente en Yonqui, sobre todo a través de lo que se escucha en “viejos discos en la gramola”, que a uno de los personajes le provoca “una expresión estática, como de un mongólico masturbándose”. La música como compañera de quien está enganchado en las drogas lleva al personaje principal, Bill Lee, a buscar infructuosamente un tocadiscos para contentarse con un radio como paliativo. 

Bill Lee viaja México y deambula por el Barrio Chino, incluidos los bares de homosexuales, donde la gramola está presente. En un tugurio se topa con un individuo “de cara triste y dulce” que le distrae de sus incómodas compañías: “Me alegraba de que sus canciones hicieran imposible la conversación”. 

Otra música es la que escucha en la cárcel, donde un preso canta para animarse: “Levántate, mujer, levántate, levanta tu gordo culo, no duermas más”. Otro cantante Benny, un veterano yonqui judío, interpreta con frecuencia “April Showers”, canción que fue un éxito en voz de Al Jolson. 

Si el jazz se asociaba antes con drogadictos, en Yonqui se muestra que el soundtrack va cambiando: “Los yonquis del nuevo estilo ya no se visten de manera vistosa ni frecuentan los clubes de jazz”. Años después, varios roqueros se acercaron a Burroughs como vital fuente de inspiración. 

Armstrong, la cura 

Una receta: “Cuando se tiene el síndrome de abstinencia, la música suele ayudar bastante. En cierta ocasión, en Texas me desenganché de la heroína con la ayuda de hierba, elixir paregórico y unos cuantos discos de Louis Armstrong”. 


  • Xavier Quirarte
  • xavierquirartenuevo@gmail.com
  • Es autor de Ensayos de jazz y literatura (Editorial Doble A), es coautor de Por amor al sax y John Coltrane. Periodista especializado en jazz, rock y música contemporánea, sus textos han aparecido en los periódicos El Nacional, La Crónica y Milenio, y en revistas como Casa del Tiempo, Rock y Pop, Sólo Jazz & Blues, Círculo Mixup, La Mosca en la Pared, Cine Premier, Dos Filos, Sacbé y otras

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