En el más reciente libro de cuentos de Yuri Herrera, Diez planetas (Periférica, 2020), se aparece un terrícola exiliado en un improbable rincón de la galaxia, una casa que se rebela contra la manía de infelicidad de la familia que la habita o una bacteria cobra conciencia en un colon humano.
“Imaginar no significa renunciar a la realidad, simplemente se trata de no ser rehén de las versiones de la realidad que se nos proporcionan desde el poder o desde las instituciones; incluso, desde otras narrativas que nos han antecedido: podemos aprender sobre ellas, pero no podemos limitarnos”.
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La idea primordial es tomar ese tipo de historias como una base para poder concebir otras maneras de habitar el mundo y de transformarlo, muchas veces como una manera irónica de explicar una supuesta realidad, aunque en ciertas ocasiones no se aparezca de forma explícita.
“Toda la construcción de estos mundos aparentemente imposibles, frecuentemente descansan en una consideración irónica del mundo cotidiano. Una cierta incredulidad frente a lo que lidiamos, a nuestras reglas, a la estabilidad de nuestra supuesta normalidad. Estos son principios que se pueden aplicar en todo tipo de escritura, por eso me gusta tanto la ciencia ficción”, explica en entrevista el escritor mexicano (Actopan, México, 1970).
Por ello, Yuri Herrera reconoce que su primera escuela dentro de la literatura se relaciona con la ciencia ficción, en la cual halló la libertad de imaginar “las formas que quieras, el lenguaje que quieras, para hablar del mundo, para hablar de los posibles mundos que salen de este que habitamos”, un sello que puede encontrarse en sus diferentes libros, aun cuando en una primera lectura, esas historias puedan leerse desde el campo de lo “realista”.
“Para conocer el peso que tiene la realidad sobre nosotros tenemos que acudir a esta clase de azoro, de relación con los hechos, no como algo que es previsible, sino que es constantemente un acontecimiento y esto es algo que la ciencia ficción nos da de manera permanente”.
No es que los escritores sean profetas: simplemente, muchos de ellos le ponen atención a elementos de la realidad frente a los que pasamos de largo los demás; en especial, cómo esos elementos pueden convertirse en algo determinante de un nuevo estado de cosas, asegura Yuri Herrera.
Autor de títulos como Señales que precederán al fin del mundo y La transmigración de los cuerpos, ofrece en Diez planetas una serie de historias que parecieran anticipar nuestro presente, siempre con una perspectiva crítica e irónica.
“La literatura hace mucho que viene anticipando ciertos desastres, los que tienen que ver con la manera irresponsable con la que nos relacionamos con el medio ambiente, con la manera en la que hemos organizado el mundo del trabajo; todo eso forma parte de los ingredientes con los que vivimos el desastre actual: no es un acto divino, es un desastre creado por nosotros mismos, que el arte ya había anticipado desde hace tiempo”.
A final de cuentas, la ficción es una parte muy pequeña de la realidad, una manera de entenderla: cuando se escribe ficción, se hace a partir de los elementos que tenemos a la mano: lo que hace la ficción es llevar esos elementos hacia ciertas consecuencias probables y, a veces, hasta ciertos puntos aparentemente improbables, “pero en esa construcción es donde entra una posición irónica frente a lo que estamos viviendo”.
PCL