El olimpo mexicano de los Juegos Olímpicos tiene pocos sitios reservados. Solo pocos atletas tienen la dicha de presumir más de una presea en la máxima justa del deporte. Luego de su bronce en los clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, Alejandra Orozco se reservó un lugar en esa mesa privilegiada.
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Joaquín Capilla es sinónimo de clavados para México. Fue el pionero de la disciplina a partir de Londres 1948, cuando empezó a construir el camino más importante de un atleta mexicano en Juegos Olímpicos. El de la capital terminó su carrera con cuatro preseas: un oro, una plata y dos bronces.
Para que hubiera una figura mexicana en los clavados con más de una presea, tuvo que esperar nuevamente para Londres, 64 años después de que hubiera iniciado la carrera olímpica de Capilla. En el 2012, la capital inglesa atestiguó la segunda medalla de Paola Espinosa, después de la que había conseguido en el 2008, ambas en el sincronizado desde la plataforma.
En Londres 2012 también nació el palmarés de Germán Sánchez, con una plata desde la plataforma de 10 metros en los sincronizados. Después, en Rio 2016, llegaría su segundo subcampeonato olímpico, esta vez en la prueba individual.
Alejandra Orozco compartió podio con Paola Espinosa en el 2012 cuando solo tenía 15 años. Nueve años después, se convirtió en la figura de experiencia a pesar de sus 24 años. De la mano de Gabriela Agúndez, la tapatía conquistó una nueva presea para entrar a esa selecta lista de clavadistas multimedallistas. La mejor noticia es que esa carrera parece estar lejos del final.