No hay edad para soñar. El ejemplo claro es la carrera de Gabriela Agúndez, la oriunda de La Paz, Baja California, que a los ocho años de edad sabía que quería competir por una medalla olímpica y que tuvo el atrevimiento de moldear su vida de acuerdo a ese sueño. La clavadista mexicana compartió cómo fue su proceso de maduración, los procesos que la llevaron hasta donde está, cómo la muerte de su entrenador la llevó a Guadalajara y lo que espera lograr más adelante.
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¿Cómo ha sido tu camino para llegar a Juegos Olímpicos?
Es un largo camino. Un camino muy largo que inicie desde los 7 años que entré a los clavados, luego a los 8 que fue cuando me propuse estar en unos Juegos Olímpicos y desde ahí no he parado. He pasado por todas las competencias desde nacionales infantiles, Olimpiadas Nacionales, Panamericanos Juveniles, Centroamericanos, Panamericanos, fui medallista de los Juegos Olímpicos de la Juventud. Pasé por cada competencia, fui paso por paso y ahora estoy clasificada para estar en mis primeros Juegos Olímpicos y es un sueño hecho realidad.
¿Cuál fue el inicio de ese sueño?
Yo inicie muy chiquita en el deporte. A los 4 años hice gimnasia y luego a los 7 me decidí por los clavados y como yo siempre he tenido mi objetivo muy claro, a los 10 años me fui a entrenar a la CDMX, estuve ahí desde los 10 años hasta los 16. Luego a los 16 ya no me sentía a gusto en ese equipo. Decidí regresarme a La Paz con mi familia. Estuve a punto de tirar la toalla, decir ‘hasta aquí, ya no más’ pero yo sabía que todavía tenía más para dar, había más de Gaby Agúndez en clavados y todavía no cumplía mi sueño. Regreso a entrenar en La Paz donde el profe Yunieski fue quien me apoyó en esos momentos difíciles y regresé más motivada.
¿Cómo te ayudaron a crecer esas decisiones que tomaste?
Al principio lo tomaba como cualquier niño, como un hobbie como una actividad que hacer en la tarde. Siempre he sido una persona que lucha por lo que quiere y le gusta ser la mejor en lo que hace. Fue eso, querer superarme a mí misma. Desde que tenía 10 años cuando dejé a mi familia siento que fue importante que tuviera el apoyo, que creyeran en mí. También fue fundamental para tomar esas decisiones y que ahora esté donde estoy ahora.
¿Cómo visualizas tus objetivos a largo plazo?
A mí me gusta mucho ser realista y planear mi vida en general. Yo sé que todavía tengo mucho para dar. Claro que sueño con mis Juegos Olímpicos, estar compitiendo ahí, pero claro que sueño con una medalla, claro que trabajo para eso. Tengo planes de ir a estos Juegos Olímpicos, dar lo mejor de mí, disfrutar mi competencia, demostrar mi trabajo y todo lo que he entrenador y también tengo planes de seguir. El próximo ciclo olímpico va a ser de tres años, va a ser muy corto, se va a pasar muy rápido y también ya estoy mentalizada.
¿Qué rescatas de cada proceso?
De niña en La Paz aprendí a perderle el miedo a los clavados, a ser valiente y me di cuenta que eso era lo que me gustaba, fue por eso que decidí viajar a la CDMX ya en busca de mi objetivo, de mi sueño. Estar aquí sin duda me enseñó muchas cosas, aprendí a ser independiente, madurar de una manera más rápida y más que nada aprendí que si no disfrutas lo que haces los resultados nunca llegan. Cuando regresé a mi casa me di cuenta que el apoyo de mi familia siempre lo iba a tener. Ahora con Iván (Bautista) fue difícil adaptarme, el cambiar de ciudad, dejar nuevamente a mi familia pero aprendí a disfrutar, a disfrutar lo que hago, disfruto cada entrenamiento. Al estar en Guadalajara aprendí eso, a disfrutar y amar lo que hago.
SRN