América lo hizo, en el día que se ponía a prueba su peso histórico, no falló. Las Águilas fueron a Monterrey a lograr algo más que una hazaña, dejaron claro porque es el equipo más grande de México. Los de Coapa han labrado su historia con pasajes de éxito, llegaron al estadio Universitario, pero no se doblegaron. No saben hacerlo, porque su gen competitivo se los impide. Lo que hicieron fue montar un ejercicio de orgullo y del mejor futbol que se les ha visto en el semestre. El resultado, un contundente 2-4 que les concede el pase a las semifinales. El campeón se va de vacaciones y el más grande avanza a la antesala por el título.
América fue un huracán, desde el inicio salió dispuesto a llevarse por delante cualquier camiseta amarilla. Una versión que no se había visto en el torneo, triunfante en todos los duelos individuales, aunque se llevó el primer susto en un tiro desviado de Valencia.
Después de eso, las Águilas fueron un equipo voraz, presionó arriba y sometió a los felinos, empezó a posicionarse en campo contrario. Henry fue el primero en exigir a Nahuel con un cabezazo que el portero argentino desvió a córner.
No bajó las pulsaciones, una y otra vez sobre la portería felina, no reaccionó Tigres que careció de su tradicional manejo de pelota. Entonces vino un centro de Richard que cabeceó de forma ortodoxa Viñas —el elegido para acompañar a Henry— el remate del charrúa hizo una parábola que dejó sin opciones a Nahuel.
Siguió acelerado el cuadro de Coapa, sin dar tregua a Tigres que no reaccionó. Ibargüen y Guido acariciaron el segundo, pero la pelota se fue desviada. Luego vino un tiro de esquina que Paul peinó a primer palo, se perdieron las marcas y Guido empujó la pelota. El pase a las semifinales estaba en las manos de América.
Tigres estaba en shock, la cara de Ricardo Ferretti era un poema a la decepción, su escuadra estaba siendo borrada por unas Águilas que les metieron el miedo en el cuerpo.
Se enfrió el partido, Tigres no espabiló y al final del primer tiempo vino otro gol que silenció al Universitario. Paul robó la pelota, habilitó a Henry que se deshizo de Salcedo (entró de cambio por Ayala) y mandó un servicio que Giovani chocó para el 0-3. La hazaña de América estaba consumada en 45 minutos perfectos.
Como se esperaba, la tensión creció, porque Tigres fue más agresivo, sabía el Tuca que tenía que arriesgar y sacó a Torres Nilo por Quiñones. Le funcionó el movimiento, porque el colombiano puso un centro que no despejó la defensa, Gignac golpeó de taco y el balón lo empujó Aquino al minuto 56’.
Mucho nervio en el Volcán y el corazón se aceleró cuando Gignac marcó el 2-3 al minuto 70. Le faltaba uno a los Tigres. Una prueba para medir los nervios de ambos. El Piojo mandó a la cancha a Renato y Roger. Sin embargo, a Salcedo le traicionó la temperatura del juego y cometió un penal sobre Roger. Emanuel Aguilera cobró y no erró su disparo, el defensa argentino volvió a congelar al estadio Universitario.
América está en semifinales, se lo ganó a pulso, porque hizo el partido de partidos, a la hora buena demostró su grandeza, ese empaque que no se compra en una década sino que se construye con los años.
Las Águilas de Miguel Herrera se levantan como un candidato serio para ganar el título, les tocará el sorpresivo Morelia, que ya demostró que es un rival de mucho cuidado, pero al América nadie lo quiere ver en Liguillas, porque por algo es el más grande. Sus títulos e historia le avalan.