La locura fue total en el Bayou. Tan pronto como hicieron la formación de victoria, los miles de aficionados de Philadelphia Eagles ensordecieron el Caesars Superdome y celebraron el segundo trofeo Vince Lombardi en la historia de la franquicia. Un dominio total sobre la dinastía de la época no es poca cosa y Nick Sirianni lo sabe: tiene un equipo repleto de talento y todos actuaron a un nivel élite para tener a Patrick Mahomes y los Kansas City Chiefs controlados.
“Dios nos ha bendecido mucho. Nos dio a todos el talento para poder llegar hasta aquí, así que primero gracias a Dios. Este es un juego de equipo y no puedes llegar lejos sin la grandeza de otros y fue una gran presentación de todos: defensa, ofensiva, equipos especiales, los chicos que nos ayudaron, nuestro equipo de entrenamiento y estos chicos”, declaró el head coach después de la victoria.
Un entrenador en jefe que se ha llevado críticas desde hace tiempo por su forma de ser, un personaje que da mucho de qué hablar por sus careos con otros equipos o por la exigencia que siempre tuvo para entregar resultados. Incluso se llegó a pedir su salida del equipo, al punto de que muchos no eran aficionados a su estilo de juego, pero siempre hizo caso omiso.
“Nunca nos importó lo que pensaban de cómo ganábamos o de sus opiniones. Solo queríamos ganar”, aseguró Sirianni, quien señala que lo mejor todavía está por venir. “Creo que este equipo de Eagles no está terminado todavía. Tenemos un par de cosas más por celebrar, me encantan estos chicos y de nuevo debo decir que no puedes ser genial sin la grandeza de otros. Este es el mejor deporte de equipo y necesitas del esfuerzo de todos”.
Aprender de las experiencias
Si alguien cuestionaba la calidad de Jalen Hurts como un quarterback de élite o con la capacidad de guiar a los Eagles al campeonato, tendrá que retractarse con la sólida actuación que tuvo ante la defensiva de Kansas City. Aunque lanzó una intercepción, supo salir de ese bache y completó 17 de sus 22 pases para dos touchdowns, además de que lideró al equipo con 72 yardas en 11 acarreos y una visita hacia las diagonales.
Rodeado de un equipo talentoso con Saquon Barkley, A.J. Brown, DeVonta Smith y Dallas Goedert como sus principales armas en la ofensiva, además de una línea ofensiva de lujo con Lane Johnson y Jordan Mailata en los extremos, Landon Dickerson y Mekhi Becton como guardias y un buen desempeño de Cam Jurgens en su primer año como sucesor de Jason Kelce, además de una defensiva élite, Hurts agradece el trabajo colectivo.
“La vida es buena, no podría estar aquí sin mis compañeros, la determinación que todos mostraron para llegar a este campeonato. No se trata de nosotros sino de lo que hacemos en conjunto”, aseguró el quarterback, nombrado MVP del partido.
Tras caer en el Super Bowl LVII, Hurts rompió esa maldición de no volver al Gran Juego tras una caída en el primer revés y es el primer mariscal de campo desde John Elway que encuentra la reivindicación en otras oportunidades, tal y como el miembro del Salón de la Fama lo logró con Denver Broncos en los Super Bowls XXXII y XXIII. El poder surgir de ese descalabro y guiar al equipo es un ejemplo de resiliencia y nunca rendirse.
“Dios es bueno. Él es más grande que todos los altibajos. Y yo pienso personalmente, que he podido utilizar todas las experiencias y aprender de ello. Lo bueno, lo malo, todo ello, utilizándolo como combustible para perseguir mi propia grandeza. Y creo que no podría hacer ninguna de estas cosas sin los chicos que me rodean. Tuvimos un grupo especial este año. Pudimos aprender del pasado y conseguir algunas piezas nuevas y bonitas”, culminó.
ZZM