Ubicado en 2560 W Sunset Rd, bastante cerca del Strip, se encuentra uno de los rincones más mexicanos en Las Vegas. Los Tacos El Gordo son un orgullo de Tijuana que se popularizaron en la capital mundial de los casinos y las apuestas deportivas, con un sabor que no le envidia nada a los negocios callejeros que encontramos en nuestro país (eso sí, en precios hay diferencia notable).
“Si te gusta mucho el queso, seguro que son las mulas. Son dos tortillas, una abajo; con queso, carne y otra tortilla arriba, son salsita y aguacate. Están muy ricas”, nos recomienda Ricardo, uno de los taqueros de El Gordo. “Si gustas algo doradito, tengo vampiros. Es como la mula y el vampiro”.
La recomendación no solo fue idónea para probar el sabor tricolor, también para adentrarse en este negocio y en tres de sus trabajadores, quienes le dan vida a este icono de Las Vegas.
Frecuentado por famosos
La taquería lleva 14 años en la ciudad, con un rápido crecimiento tanto por su sabor como por ser ese centro de nostalgia para aquellos mexicanos que buscan un platillo que les sirva para rememorar esos años en la patria que les vio nacer.
“Anteriormente estábamos en un local más pequeño, pero nos mudamos acá”, nos dice Ricardo, todo sin dejar de preparar el volcán y la mula. Acto seguido, señala hacia la calle e indica que llega a haber doble fila para entrar, con esperas de hasta dos horas para comer. “Ahorita se ve vacío, pero si vienes mañana, lo verás. Estamos para lo que necesites”.
Y van de todos los tipos de visitantes. Personajes del mundo del deporte y del espectáculo se han dado el gusto de cenar en este establecimiento, algo que Ricardo nos contó. “Hay muchos paisanos y también vienen artistas, desde cantantes, jugadores y boxeadores. Desde Oscar de la Hoya, cantantes como Paulina Rubio. También por el Super Bowl esperamos mucha gente”.
En busca de una mejor vida
Se dedica a cortar el trompo, pero también para hablar conmigo. Andrés Romero es originario de Querétaro y lleva un año con tres meses en Las Vegas. No es la primera vez que está en los Estados Unidos, con visitas desde hace 15 años, pero parece que ahora sí se va a establecer aquí.
“Yo vine de ilegal, de mojado. Caminé tres días por la sierra, con la lluvia… la verdad es que se batalla mucho en el camino. Se sufre mucho”, recuerda Romero, quien entró rápido a trabajar en El Gordo gracias a que su hermano está ahí y pasó la prueba.
Le tocó ver el lado más crudo de la vida. Fue de los afortunados que sí pueden contar lo que vivieron, a diferencia de aquellos que, por desgracia, no cumplieron el sueño americano. “Cuando uno va caminando a veces viene mal, si te agarra la lluvia o vienes cansado, se te hace eterno el llegar aquí”, explica. “Ves muchas cosas en el camino, mucha gente no vive para contarlo. No sé si mueren por el cansancio o les pica un animal, pero hay temporadas en las que hay muchas serpientes en el camino”.
En Las Vegas encontró estabilidad y una buena paga. Y aunque no habla bien el inglés, sabe que hace un buen trabajo cuando los locales le dicen: ‘very good’.
“Estamos echándole ganas y saliendo poco a poco, porque la pobreza es la que nos jala para acá”, asegura.
Kelvin también disfruta de su trabajo. El salvadoreño, con apenas 18 años, tiene una década viviendo en Estados Unidos, desde que su familia cruzó la frontera. “Llegué desde morrillo. Me quedé perdido”, rememora, acordándose de que se debió a “la migra, unas cuatro veces, es bastante difícil. Pero con una sola vez me bastó para llegar acá”.
Antes de irme, Andrés y Kelvin se reúnen y es el momento perfecto. Les tomo una fotografía con la cámara instantánea y, tras atender a un cliente, le regalo la imagen. Kelvin sonríe y posa, sorprendido por el pequeño regalo. Una imagen que, asegura, va a guardar como parte de una historia que aún siguen escribiendo.
MGC