Previo a la temporada 100 de la NFL, te mostraremos algunos de los datos más significativos del ingrediente número uno en los emparrillados: el balón.
La historia del balón de futbol americano se remonta hasta hace casi 150 años, cuando en un principio tenía la forma de una pelota de futbol soccer y no eran mas que vejigas de cerdo infladas, de ahí que hoy en día se les conozca como pigskin (piel de cerdo).
Los primeros registros de los balones datan el año 1869, en un duelo celebrado en la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, donde los jugadores debían turnarse cada cierto tiempo para inflar con la boca la vejiga de cerdo que fungía como balón.
Cinco años después (1874) se celebró un duelo entre las universidades de McGill y Harvard, cuya pelota ya tenía mayor semejanza a la que se utiliza para los partidos de rugby, la cual recibió algunas críticas, puesto que, su gran tamaño, no permitía realizar largos pases frontales.
Con el tiempo, las medidas y forma del balón fueron reduciendo hasta la establecida como oficial por la NFL: 21 ¼ pulgadas.
En su momento, los balones llegaron a ser color blanco con negro como el futbol soccer, puesto que, en 1951, con los primeros duelos nocturnos, era complicado distinguirlo por la poca iluminación, conforme este factor fue mejoraron, las pelotas blancas desaparecieron.
El material con el que se fabrican los balones es con base al cuero de vaca, ya que es un material resistente y de larga duración, hay algunos datos que indican que se requieren de aproximadamente 600 de estos ejemplares para la fabricación de las pelotas en una sola temporada.
Desde 1941 hasta la fecha, la empresa Wilson es la única encargada de la fabricación de los balones de futbol americano profesional en todo el mundo, creando casi 2 millones al año.