Lagunera abre el camino a las latinas en la NBA

La torreonense Blanca Casale vive en Estados Unidos desarrollándose como una árbitro en la NBA prepofesional, una labor que cambia constantemente de reglas.

La lagunera tiene uno de los trabajos más importantes y más odiados en la misma cancha. (Manuel Guadarrama)
El árbitro tiene que prepararse en todo momento por si las reglas cambian. (Manuel Guadarrama)
Carlos Hernández Castrejón
Torreón, Coahuila /

Blanca Cecilia Casale Burns es una joven torreonense de 32 años que radica en la ciudad de Oklahoma, en Estados Unidos, donde inició su carrera como árbitro de baloncesto, un deporte que la ha llevado a trascender como la primera referí latina en incursionar en la NBA, superando las barreras que como mujer pudo encontrar en el deporte profesional.  

Tras jugar becada en la University Oklahoma durante cuatro años, recibió la propuesta para ingresar al mundo de la liga nacional de baloncesto, sin imaginar a dónde iba a llegar. 

¿Por qué el baloncesto? 

Ha sido algo importante en mi vida desde los 3 años, elegí este deporte porque desde pequeña recibí una pelota de regalo. Desde los 5 años iba con mi familia a la YMCA, jugaba torneos y admiraba a Michael Jordan y a los Toros de Chicago. 

Tiempo después uno de mis amigos me preguntó si estaba interesada en arbitrear y ahí comenzó todo. Me gradué con beca de psicología, sin saber qué iba a hacer, pero un día fui a arbitrear un juego de niños y se me fue dando, fui más constante. 

En la YMCA tuve un contrato individual hasta que un día me observaron visores que visitaban colegios y me invitaron a dirigir encuentros colegiales. 

Fui escalando, la gente de las universidades se interesó en mi trabajo y fui invitada. Siendo mujer hispana me ayudó mucho por el idioma, en un lugar donde hay poca gente latina

¿Cómo llegó la oportunidad en la NBA?

En una ocasión acudí a un campamento, en una clínica de una universidad, y estando arbitreando, un buscador de la NBA se fijó en lo que estaba haciendo, me invitó a un campamento, a hacer una prueba. 

Me enviaron la invitación para realizar tres niveles de la prueba, en el primero estuvimos 60 árbitros de Estados Unidos invitados exclusivamente, me eligieron para avanzar al segundo nivel junto con otras 29 aspirantes, de las cuales dejaron sólo a 15 para la prueba élite y finalmente sólo quedamos seis. 

Sin embargo, no pude seguir adelante, me dijeron que necesitaba más tiempo, así que me invitaron para regresar al año siguiente directamente al último filtro, pero tampoco me contrataron. No desistí, regresé después, tuve que trabajar más y finalmente lo conseguí. 

¿Cómo fue estar dentro?

Trabajo en la Liga de Verano de NBA en Las Vegas, Nevada, debo asistir cada año a una clínica para preparar a la temporada, en presencia de la gente del máximo circuito del baloncesto mundial. 

Las reglas de universidades comparadas a la NBA son diferentes, así que me preparo físicamente y estudió todo el tiempo las reglas. 

En esa clínica me asignaron un juego, fue el más grande y no voy a olvidar el momento que salí a la duela, en una universidad de Las Vegas, un auditorio enorme, con 15 mil personas. 

Me sentí impresionada, todos estaban para ver ese juego y pese al nerviosismo hice mi trabajo bien. Luego inició la temporada de noviembre a abril, cada verano es hacer clínica para reevaluar, para ver mejoría y poder tener el contrato, por eso en cada juego hay un evaluador, la temporada anterior participé en 30 juegos NBA además de la división de mujeres.  En julio debo volver a otra. 

¿Qué juego te ha marcado?

Esta temporada que pasó fue mi primera pelea, se golpearon los jugadores, aprendí mucho junto con mis compañeros, los jugadores tratan de impresionar, hay presión de los mánagers, la competencia al máximo, fue un encuentro entre Washington Capitols y Long Island de Nueva York, derivado de que marqué una falta y vinieron protestas con gritos, yo me calmé y actué profesionalmente, tengo autoridad para sancionar, mostrar temperamento para que no me distraigan, porque a veces vienen uno de un lado, de otro, y me abro espacio, hablo con el entrenador y todo con calma. 

¿Cómo manejas la presión?

Tengo que respirar profundo, hay momentos que la presión la siento, pero me hablo a mí misma, me tranquilizo, respondo cada pregunta profesionalmente sin ponerme en el lugar de ellos, hay mucha negatividad. 

¿Qué es lo más difícil de lo que haces? 

La presión de no saber si me van a contratar o cuál juego me van a dar, yo espero lo mejor. Es muy difícil el traslado de una ciudad a otra, el viajar constantemente, estando en la cancha es más fácil que viajar, porque es mi responsabilidad de llegar al próximo juego, porque a veces las condiciones del tiempo no son favorables, ya sea por el hielo, la nieve o tormentas. 

Si se suspende el vuelo debo arreglármelas para manejar por carretera por varios kilómetros y llegar a tiempo. 

El estrés de estar en el aeropuerto a la espera que todo salga bien es desgastante, durante la temporada estoy poco en casa, me voy de un estado a otro, hago cinco juegos a la semana, he recorrido todos los estados de la unión americana y la mejor parte es cuando me toca juego en mi ciudad. 

Los tres árbitros NBA, después de un encuentro, por contrato debemos ver el video del partido, en ocasiones terminamos a las 3 de la mañana para ver la posición que tuvimos, si se cometió un error saber por qué y hacer un reporte para enviarlo a los jefes. A veces uno no duerme por el traslado al día siguiente a otra ciudad. 

¿Cuál es tu sueño como árbitro? 

Me gustaría dirigir el juego por el campeonato, sería un sueño, es lo máximo, lo que sueño, así como arbitrear en Juegos Olímpicos como mexicana. 

Me siento afortunada, sólo hay cuatro mujeres árbitro en la NBA y en la NBA pre profesional hay cinco mujeres, me da gusto estar entre ellas. 

¿Lees algún libro? 

Las reglas del basquetbol y la Biblia, es importante, debo tener en cuenta que trabajo con dos reglamentos, uno para universidades y otro para NBA, hay muchas cosas que pueden pasar y son diferentes las sanciones, hay que saber qué hacer.

RCM

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