Los Alijadores de Tampico y Héctor Espino trascendieron en la Liga Mexicana de Beisbol en la década de los Setenta, un recuerdo vigente en la familia del ex pelotero y leyenda del rey de los deportes en México, señaló su hijo Daniel Espino, hoy convertido en gerente deportivo de los Sultanes de Monterrey.
Al volver a la ciudad en el sur de Tamaulipas tras más de 40 años, recordó los años de brillantez del equipo en la pelota caliente de verano, la singularidad del parque donde una vía del tren atravesaba los jardines, además del trato de la gente y directivos, pero sobre todo, el campeonato obtenido en 1975.
“Cuando mi papá llegó en 1971 a Tampico fueron años muy exitosos para la franquicia de Alijadores. Me encantó la ciudad, tuve la oportunidad de visitar la casa donde vivimos en la colonia Las Flores y casi se nos salen las lágrimas. Son muy bonitos recuerdos. Fue una franquicia que trascendió en la década de los Setenta”, declaró.
En este tiempo, además de él existen gratos recuerdos de su hermana Karla y Omar, pues ambos nacieron en el puerto. Con la encomienda en la novena regiomontana, la opción de venir a la región fue tomada de inmediato.
“Aún tengo presente aquel campeonato del 1975, el juego 7 contra los Cafetaleros de Córdoba, era un mar de gente, escuchaba gritos por todos lados. Recuerdo que bajé al dogout y mi papá, al verme, le hace una señal a mi mamá de ir por mí, no se podía estar de la efervescencia del momento”, explicó.
Y en esas pláticas antes de su muerte en 1997, tuvo presente el cariño de la fanaticada y de toda la población en el puerto, algo significativo en los 9 años que defendió la franela amarilla y azul.
“Siempre tuvo presente el trato de la gente, la cercanía lo recibieron de gran forma. Los jugadores salían del vestidor o del estadio saludando a los aficionados, dando autógrafos, fue muy especial su estancia de la población como los directivos Max Stein, Óscar Nahún y Sergio Kreimerman. Fue una lástima la venta de la franquicia, porque pudo haber terminado su carrera en Tampico”, reiteró Daniel Espino.
Parque con reglas propias
De igual forma, una de las peculiaridades que le tocó vivir fue el parque de beisbol ubicado muy cerca del río Pánuco, en la zona de la Isleta Pérez y reconocido mundialmente por el cruce del ferrocarril por la zona de los jardines.
“Jugaba con los hijos de Tom Silverio, del Carbonero López, compañeros de mi papá y en las reglas de terreno, si la pelota pega en las vías del tren y se va es doble o si regresaba se mantenía en juego. Era muy singular ese parque por esas especificaciones muy propias”, concluyó.