Era de esos jugadores completos, lo tenía todo en el diamante, aunque su posición oficial fue la de jardinero derecho para los Piratas de Pittsburgh. Con 18 temporadas en las Grandes Ligas, fue el MVP de la Serie Mundial que conquistó en 1971, su segunda, unos de los tantos galardones que se adjudicó. Sin embargo el trágico final de Roberto Clemente, su historia, va más allá de los números tal y como lo resalta la página oficial del Salón de la Fama en su perfil.
Fue el 6 de agosto de 1973 que lideró la generación que ingresó a Cooperstown donde también estaban Billy Evans, Warren Spahn, Monty Irvin, Mickey Welch y High Pockets Kelly. Sería el primer latinoamericano y del caribe en ser reconocido, pero también fue el parteaguas para que se permitiera el ingreso de leyendas fallecidas aunque sea seis meses antes, sin tener que esperar los cinco años normales para ser elegibles.
Roberto Clemente falleció el 31 de diciembre de 1972 cuando el avión en el que viajaba para llevar ayuda a la gente de Nicaragua que había sufrido un terremoto se estrelló en el Atlántico al poco tiempo de despegar por fallas mecánicas. Clemente era conocido y querido por su trabajo de caridad fuera del deporte y cuando vio que tres aviones de ayuda anteriores no habían llegado al pueblo de Managua, decidió acompañar personalmente el cuarto vuelo que además iba sobrecargado.
Su viuda declaró que él siempre le decía que sentí que moriría joven, y así fue a los 38 años. Si bien fueron los Dodgers quienes le permitieron dar el salto desde Puerto Rico, su país natal, al firmarlo y después participar con Montreal en la Triple A, le dedicó toda su carrera en la MLB a los Piratas y por lo mismo tras su muerte retiraron su jersey 21. Al año siguiente se rebautizó con su nombre el premio que se le entrega a aquel pelotero que ejemplifique de mejor manera la esencia del deporte, la cultura y tenga mayor aporte para su equipo y comunidad.
RGS