David Ortiz prometió que iba a hablar con el corazón. Big Papi cumplió. Con su radiante sonrisa y desbordado por la emoción, el ex toletero de los Medias Rojas de Boston fue exaltado al Salón de la Fama en una ceremonia en la que su hija Alexandra cantó el himno de Estados Unidos.
Cubriéndose con parasoles y agitando banderas dominicanas, legiones de fanáticos se congregaron en un campo adyacente al Clark Sports Center. El número 34 de Ortiz parecía estar en cada rincón.
Acudieron para ver a Big Papi, el cuarto pelotero dominicano con una placa colgada en las paredes del museo de las leyendas del béisbol en Cooperstown.
“Gracias siempre por ser la Quisqueya, la bella. Nada comparado a eso”, proclamó Ortiz.
Cuando subió a la tarima para su discurso en una soleada tarde, Ortiz apuntó hacia el cielo, el mismo gesto para sus momentos especiales para rendir tributo a su extinta madre que falleció hace dos décadas en un accidente automovilístico.
“Quiero agradecer a Dios por darme la oportunidad de estar aquí y por haberme dado la alegría de haber transitado este camino, este camino que me permitió estar aquí hoy y que ojalá sea inspiración para que todas pueden creer en sí mismos", dijo Ortiz.
El ensordecedor coro de “¡Papi! ¡Papi!” retumbó.
“Siempre he tratado de vivir de modo que tenga una influencia positiva en el mundo”, dijo Ortiz, quien con 46 años de edad se convirtió en apenas el 58vo pelotero elegido en su primer año en la papeleta. “Y si mi hisotira sirve de recordatoriao, que sea que cuando uno cree en alguien se puede cambiar al mundo, se puede cambiar su futuro, como tanta creyó en mí”.
Ortiz entró a Cooperstown tres años después de resultar herido gravemente en una balacera en un club nocturno en la República Dominicana. Los doctores le extirparon la vesícula y parte de los intestinos.
Sigue los pasos de Juan Marichal, Pedro Martínez y Vladimir Guerrero, los otros dominicanos en el Salón de la Fama.
También el domingo, Tony Oliva y Minnie Miñoso — éste póstumamente — se unieron a otros cuatro cubanos: Martín Dihigo, José Méndez, Tony Pérez y Cristóbal Torriente.
Oliva y Miñoso fueron parte de un grupo de seis figuras seleccionadas por comités de las eras. Los otros fueron Jim Kaat, compañero de Oliva con los Mellizos de Minnesota; el ex astro y manager de los Mets Gil Hodges; y Buck O’Neil y Bud Fowler, ambos pioneros de las ligas negras.
En 14 años con los Medias Rojas, Ortiz bateó 500 jonrones, 17 en la postemporada.
Si tuvo una mancha, esa fue la publicación del diario The New York Times de que arrojó positivo en 2003 durante un estudio realizado por las Grandes Ligas y la asociación de peloteros. MLB y el gremio nunca confirmaron si existió ese resultado positivo. Las partes dijeron que los resultados del estudio eran para decidir si era necesario o no establecer controles antidopaje a partir de 2004.
Todo ello estaba muy lejos de la mente de Ortiz al repartir agradecimientos tantos en inglés como en español. “Es un honor encontrarme en este escenario”, dijo Ortiz. “No se puede pedir por más”.
OMCS