Después de mucho, mucho tiempo esperando por él, el espectáculo de las Grandes Ligas por fin apareció en 2020. Un día con demasiadas cosas y aspectos extradeportivos que se aprovecharon del morbo para robar espacio, pero que, afortunadamente también contó con notables detalles deportivos.
Las dos novenas favoritas para llegar a la Serie Mundial hicieron su presentación: Yankees y Dodgers, y las dos comenzaron su andar ganando, al superar por 4-1 y 8-1 a Nationals y Giants respectivamente.
Para iniciar la temporada, los campeones reinantes, Nacionales de Washington, recibieron a los favoritos para sucederlos en el trono: los Yankees de Nueva York.
A las 18:09, tiempo de Ciudad de México, Max Scherzer dio inicio oficialmente a la temporada, con un cutter que se quedó afuera para Aaron Hicks. Un bateador después, Aaron Judge conectó el primer imparable, y dos turnos después Giancarlo Stanton puso a funcionar la pizarra con un impresionante tablazo que recorrió 459 pies para dar ventaja de 2-0 a los Mulos.
Para la trivia, ese fue el primer cuadrangular en un juego de temporada regular en el que el equipo de la Liga Nacional tuviera bateador designado.
Y precisamente, el primer designado en la historia del Viejo Circuito (en temporada regular, claro) bateó cuarto para los Nationals: Howie Kendrick, quien se ponchó en su primer turno para cerrar la primera tanda, luego de que Adam Eaton acercara a los de Washington con otro cuadrangular, éste ante Gerrit Cole.
El nuevo millonario finalmente hizo su debut con la franela a rayas, y cumplió con una buena actuación, consiguiendo su primera victoria luego de permitir solamente un imparable (el home run de Eaton) en cinco entradas de labor, esparciendo un pasaporte y cinco chocolates. Un juego completo gracias a la lluvia.
Su rival en la lomita también recorrió la ruta completa. Scherzer retiró 5.1 innings, aceptando seis imparables, cuatro carreras (todas limpias) y, para maquillar un poco su labor, 11 ponches que lo colocan entre los mejores de todos los tiempos en juegos inaugurales. Fue su nonagésimo cuartp juego con doble dígito de ponches.
Pero la lluvia recortó la alegría y le quitó la emoción al primer juego de la temporada, que terminó su transmisión sin ningún aviso y se hizo oficial alrededor de las 22 horas, cuando ya se jugaba el Giants-Dodgers en Los Angeles. Ya no era momento de celebrar por la victoria de los Yanks.
En California el clima era mejor, pero la ausencia de Clayton Kershaw, retirado del partido unas horas antes de su inicio para ser colocado en la lista de lesionados por molestias en la espalda, era también una nube muy negra.No obstante, Johnny Cueto y el emergente Dustin May (quien se convirtió en el abridor de temporada más joven para los Dodgers desde Fernando Valenzuela) dieron un gran espectáculo en el diamante de Dodger Stadium, cuyas tribunas lucieron llenas... de cartulinas con imágenes de sonrientes aficionados.
San Francisco hizo una en la tercera, los angelinos igualaron en la cuarta, y desde entonces sólo hubo argollas. Cumpliendo las expectativas de la temporada, Cueto retiró cuatro innings y May 4.1; el bullpen tomó el control hasta que llegó la fatídica.
En la séptima los Dodgers definieron el juego, destapándose con cinco carreras (cuatro de ellas ante el endeble relevo de Tyler Rogers) para marcar el destino del partido.
El hombre de la noche no fue el nuevo millonario Mookie Betts (quien bateó de 5-1 con una anotada), sino Kiké Hernández, que cerró la jornada de 5-4, con par de anotadas y nada más cinco producidas. Una gran noche para el puertorriqueño, que fue el artífice de la primera victoria de los angelinos.
Aspectos sociales
Lo no deportivo también fue notable. El doctor Anthony Fauci, epidemiólogo de la Casa Blanca, lanzó (es un decir) el ceremonial primer pitcheo de la temporada. La realidad fue que Fauci, se puso el guante, la franela y la gorra de los Nationals, tomó la pelota... y baste decir que ésta fue un perfecto ejemplo de cómo mantener la sana distancia. El serpentinero Sean Doolittle se colocó detrás del plato para recibir la bola, pero tuvo que levantarse y caminar para ir por ella.
Para evitar que sólo algunos peloteros pusieran rodilla en tierra al sonar el himno estadunidense en el primer juego, todos los peloteros, tanto de Yanquis como de Nacionales, se hincaron en apoyo a las protestas sociales que exigen igualdad en el país del norte. En el segundo juego hubo quienes decidieron mantenerse de pie, pero no hubo ni recriminaciones ni molestias. Todo fue apoyo y camaradería, tal vez demasiado prefabricada.
Igualmente fueron las celebraciones. La nueva normalidad exige evitar el contacto, así que, en el mejor de los sentidos, los peloteros actuaron chocar sus manos, evitando tocarse, en tanto que los mánagers y los coaches sonrieron debajo de sus cubrebocas.
A grandes rasgos, se puede decir que la alegría estuvo ahí, sólo habrá que acostumbrarse a la frialdad que exige la covid-19.
Los puntos que no se cumplieron fueron el de no escupir y el de no limpiarse con la ropa. Una y otra vez las cámaras mostraron peloteros escupiendo como acostumbran, algo inofensivo si nadie hace contacto con la saliva, pero potencialmente peligroso en caso de que haya en el terreno de juego alguien infectado. Igualmente, pudo verse a varios peloteros limpiándose el sudor con la playera, algo que, según el protocolo sanitario, deben evitar.
El béisbol de las Grandes Ligas volvió, pero entre la lluvia y la incertidumbre que genera la covid-19, le robaron el entusiasmo al día inaugural. Démosle un poco más de tiempo, porque el 2020 simplemente no ayuda.