Ya se ve lejano aquel 2 de diciembre de 2014 cuando los Diablos Rojos, en voz de su propietario don Alfredo Harp, acompañado por el entonces jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, anunciaron la construcción de su nuevo estadio, un inmueble moderno y funcional a la altura del equipo con más títulos en la historia de la Liga Mexicana de Beisbol.
En aquella conferencia se informó que el estadio se edificaría en los terrenos que están a la altura donde termina la recta principal del Autódromo Hermanos Rodríguez y la zona de eses, siendo rodeado por la pista, ocupando siete hectáreas. Su capacidad sería de 13 mil personas, aunque podría incrementarse en los playoffs, de igual manera se dijo que contaría con tiendas de souvenirs, área de comida, explanada y zona infantil, además de tener diversas facilidades para el movimiento de personas con discapacidad o en silla de ruedas. El costo de la inversión: 60 millones de dólares, 800 millones de pesos.
El diseño correría a cargo de las firmas de arquitectos ADG del arquitecto Alonso de Garay y JAHN. Un diseño que incorporaría parte de la historia y tipologías de construcciones prehispánicas fusionada con la arquitectura contemporánea.
No se habló de una fecha de conclusión, aunque se esperaba que estaría listo en 2017.
Colocada la primera piedra en 2015 se pusieron manos a las obras para darle forma a este importante proyecto, aunque también comenzaron a presentarse los primeros inconvenientes. En marzo de ese mismo año la obra sufrió un retraso porque no se entregó el proyecto a la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal, requisito indispensable para autorizar cualquier construcción. Las cuestiones legales se llevaron más tiempo de lo previsto, por lo que el inicio de la obra se demoró varios meses.
El techo no estuvo fácil
El retraso en el inicio de la edificación afectó obviamente los planes, de ahí que la tentativa fecha de acabarlo en 2017 se vino abajo, por lo que se determinó que los Diablos iban a jugar al menos una temporada más en el Fray Nano.
Dentro de todos los imponderables que van surgiendo en obras de esta magnitud, surgió uno que también se llevó mucho más tiempo en solucionarlo. La estructura y la colocación del techo, parte muy importante del proyecto y que iba a ser el distintivo del majestuoso inmueble. Y es que en su momento la plataforma de concreto sobre la cual la grúa que instalará las estructuras metálicas sufrió un hundimiento, situación que aunada a las fuertes lluvias que azotaron a la Ciudad de México, provocó un retraso significativo en el proceso.
En su momento, gente de los Diablos confió a MILENIO Diario que lo importante es que la estructura y por supuesto el techo quedaran perfectamente colocados para la seguridad de la gente, que lamentaban el retraso y que se llevaría el tiempo que fuera necesario.
Con ello la nueva fecha de inauguración que se había dado, marzo de 2018, quedó descartada, para que la construcción no descuidara ningún detalle.
En octubre del año pasado, el mismo Alfredo Harp ahora sí confirmó que el nuevo estadio de los Diablos abriría sus puertas para esta temporada, lo cual se ratificó el mes pasado.
Desde su anuncio en diciembre de 2014, a su inauguración la próxima semana, habrán pasado cuatro años y tres meses, pero sin duda, la espera valió la pena.
Claves
Tiempo
En un principio se esperaba que el estadio abriera sus puertas en 2017, pero surgieron imponderables que provocaron que la obra se retrasara.
Inversión
Cuando se anunció la construcción, se habló de un presupuesto de 800 millones de pesos (60 mdd), a final, la cantidad creció a casi 3 mil millones.
Funcional
El estadio Alfredo Harp ofrecerá comodidad y gran visibilidad para los aficionados desde cualquier punto, y contará con una diversa gama de servicios.