La noche del 23 octubre de 2005, un joven boxeador pelirrojo de apenas 15 años, llamado Saúl Álvarez, hizo su debut profesional en el domo Revolución Chololo Larios de Tonalá, Jalisco. Se dice que cobró 800 pesos.
En esa primera ocasión su indumentaria no lució patrocinios, tampoco hubo pago por evento y pocos lo fueron a ver directamente a él. Hoy, a 15 años de distancia, Canelo Álvarez es un boxeador consolidado, con cuatro títulos mundiales, un personaje atractivo para las marcas y una garantía de lleno en donde se presente.
Esta noche, por ejemplo, se espera que 70 mil personas vayan al AT&T Stadium para presenciar su pelea contra Billy Joe Saunders. Sí, la asistencia más numerosa para un evento deportivo en estos tiempos de pandemia.
La construcción de una marca
Saúl Álvarez ha bajado la guardia. De aquel muchacho introvertido ya no queda mucho; hoy, es una persona que muestra sin problemas sus lujos, sus redes sociales así lo atestiguan. Hace una semana lo hizo de manera abierta para periodista Graham Bensinger. “No es por presunción, es para motivar”, explicó.
Y sí, a Saúl le tomó 15 años consolidarse como la marca más rentable del boxeo mexicano. A su talento en el ring, vino un fuerte empujón por parte de Televisa en el inicio de su carrera profesional. Así lo explica el mercadólogo deportivo Rodrigo Latorre, quien enumera sus cualidades.
“Canelo es una gran marca, un gran deportista. Es un tipo serio, que ayuda mucho a la gente y tiene un manejo de imagen muy bueno, yo lo veo auténtico. Además, se acabó posicionando como alguien disciplinado y trabajador; ha sido exitoso y ha mejorado en la parte deportiva. También, es el prototipo de boxeador mexicano muy diferente al tradicional, físicamente es una persona de tez blanca, pelirrojo, parece más irlandés o europeo; tradicionalmente el boxeador mexicano viene de barrio bajo, ven el box como una herramienta para ganar dinero, ayudar a la familia y salir de la pobreza”.
Eso sí, Latorre –quien trabajó hace años en el área de mercadotecnia del América– afirma que ser una gran marca, no lo convierte, en automático, en el mejor boxeador mexicano de la historia.
“Son tres cosas: ser ídolo es que toda la gente lo admiren, eso no lo ha logrado; como un deportista sí está consolidado, pero aún le falta demostrar, quizá si pudiera pelear con Golovkin o Mayweather de nuevo, y les ganara para consolidarse como un boxeador exitoso; y como marca, de eso no hay duda, es un éxito y jala audiencia. Siento que como ídolo no ha cuajado como lo hicieron los grandes boxeadores como el Pipino Cuevas, el Púas Olivares, como el Ratón Macías y Julio César Chávez que movían masas”.
Alejado de la idolatría
“El Canelo tiene muchos críticos, yo soy uno de ellos”, suelta de golpe don Nacho Beristáin. Sí, el legendario entrenador –miembro del Salón de la Fama del Boxeo Mundial– no tiene reparo en reconocer que Saúl Álvarez se ha convertido en un gran atleta, en un buen boxeador, pero aún no es un ídolo popular.
Y sí, en muchas ocasiones don Nacho ha dicho que Canelo no está ni cerca de ser el mejor pugilista de todos los tiempos; hoy, sigue opinando lo mismo. “Es uno de los boxeadores que hoy vende muchísimo, la gente lo sigue y está dando buenas peleas, pero hasta ahí; creo que le falta ese último toque, la oportunidad de brindarse entero para acercarse al público. Han tratado de metérselo a la gente, pero no todos lo aceptan”.
Beristáin lo califica como un boxeador alejado de su pueblo, incluso, el dato que desde 2011 el púgil no boxea en México, apoya su comentario. “Yo lo admiro, porque él trabaja como lo que es, un campeón del mundo, pero podrá ganarle a quién sea, pero en este negocio la clave es llegarle a la gente para ser un ídolo”.
Sí, Canelo Álvarez, que seguramente esta noche sumará un triunfo más a su récord, así como unos millones más a su cuenta, domina y noquea afuera del ring, ahí es el mejor de todos los tiempos; adentro… siguen los cuestionamientos.