El ex campeón de los pesos completos Deontay Wilder hizo un movimiento arriesgado de cara a una de las peleas más complicadas de su carrera, el cierre de la trilogá con el monarca inglés Tyson Fury.
Aún sin una fecha clara para aterrizar la pelea, pero con la opción de que sea en diciembre en Las Vegas, en el nuevo estadio de los Raiders, pues la crisis sanitaria por coronavirus puso todos los planes en pausa, el estadunidense que se mantuvo invicto en 43 peleas reveló que decidió separarse de Mark Breland, el entrenador con el que compartió esquina por 12 años y sólo conservará a Jay Deas, quien lo entrena desde que era peleador amateur y con quien alcanzó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos del 2008.
“La decisión está tomada, pero hasta después de la siguiente pelea se verá si fue la decisión correcta o no”, declaró el comanager Shelly Finkel a Boxingscene.com
La historia de la rivalidad entre Fury y Wilder comenzó a finales del 2018 cuando empataron a pesar de un par de caídas del inglés, resultado que manchó el récord invicto de ambos. La segunda contienda, en la que Fury noqueó en siete rounds a Wilder, fue en febrero de este año con un amplio dominio del Rey de los Gitanos.
Los roces en el equipo comenzó inmediatamente después de la segunda pelea con Fury, pues Mark Breland fue quien tiró la toalla acabando con la contienda.
En entrevistas posteriores al duelo, Wilder habló de cómo afectó esa decisión de Breland, pues aseguró que durante años le recalcó a sus entrenadores que no importa cómo lo vieran o el cariño que le profesaran, que debían dejarlo seguir peleando.