Detrás del último rival de Julio César Chávez se esconde una historia más allá del renovado Macho Time. Después de una infancia complicada y de los aprendizajes que le dejó la muerte de su padre, Héctor Camacho Jr. intenta continuar el ligado de su padre fuera del cuadrilátero. La exhibición ante el Gran Campeón Mexicano será simplemente otra oportunidad para hacerlo.
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¿Cuánto tiempo llevas esperando la pelea?
Desde 1992, cuando Chávez le ganó a mi padre, esa fue una derrota para Puerto Rico y mi familia. He buscado la pelea con Chávez por años y no se podía; traté con Julito, no se podía; traté con Omar, no se podía. Lo que yo quería era un Chávez y por fin con Chávez padre vamos a hacerlo para exhibición. Me toca.
¿Cómo fueron las comparaciones con tu papá?
No ha sido fácil. Yo cuando entrené boxeo sabía que me iban a comparar mucho. Leyendas como Julio César Chávez y Macho Camacho no nacen todos los días. Yo entiendo a Julito, ha pasado por lo mismo, no es fácil. Yo estoy aquí para ser el mejor Héctor Camacho Jr. que pueda ser, no tratar de ser como mi padre. Mi padre es mi padre, yo soy yo.
¿Con qué aprendizajes te quedaste después de que murió?
Difícil decir que sigo siendo yo, pero vivo para el legado de mi padre. Yo me dediqué más a mi familia y a mi padre. El mañana no lo tiene garantizado nadie. Yo vivo mi vida recta, no salgo, no tomo, no me meto en drogas, es una vida recta, limpio. Tengo una hija hermosa. Soy más padre de familia. Me puse más serio en ese sentido.
¿Cómo fue crecer con un papá boxeador?
Tenía su bueno y su malo. Yo fui el hijo del Macho Camacho y crecí en las calles de Nueva York, que es difícil como aquí. Yo fui molestado de joven. (Me decían) ‘Ah, ¿tú eres hijo del Macho Camacho? Vamos a pelear’. No fue fácil. Mi papá sí, fue el Macho Camacho, pero yo lo veía en televisión, no pude estar mucho tiempo con él, y me preguntaba por qué no estaba conmigo. Ahora soy boxeador y entiendo el sacrifico que se hace, se hace por la familia, por los hijos, y entiendo ahora, pero no fue fácil. Siempre fui muy señalado, siempre fue así. Después subir como boxeador me decían ‘ah, tú no vas a ser como tu padre’, siempre fue un reto, creer en uno mismo, creer en ti, seguir empujando para adelante, eso no se quita nunca.
¿Cómo le tomaste el gusto al boxeo?
Siempre crecí en la calle de Nueva York, mucha droga, mucha violencia. Mi familia no me quería dejar en la calle. Me metieron a un club donde había escuela, juegas todo tipo de deporte, me mantuvieron ahí para salir de la calle. Cuando me mudé de Nueva York a Orlando en 1992, mi mamá me dijo ‘Héctor, hay que hacer algo, no puedes estar aquí en casa todo el tiempo, vamos a hacer algún deporte, vamos a hacer boxeo’. Yo no quería boxeo, pero está en mi sangre y fue fácil para mí hacerlo.
¿Qué te hubiera gustado hacer?
Yo soy boricua, la pelota (beisbol). Soy muy pelotero, me gusta mucho la pelota. Pero como dije, el boxeo fue fácil para mí, con los ojos cerrados yo sabía cómo hacerlo. Siempre vi a mi padre desde chiquito, en el gimnasio y me crie alrededor del boxeo.
¿Qué proyectos tienes actualmente?
Estoy haciendo un gimnasio en Panamá. Estoy viviendo en Panamá actualmente para los niños, para la juventud, para ayudarles. Mi juventud fue como un sueño. Gracias a Dios que mi padre me hizo el camino pero hay otros niños que no son tan afortunados como yo. Sigo con charlas, ayudando a la gente de más. Sigo para adelante.
SRN