La presión para que colgara los guantes era cada vez más fuerte ya que los primeros indicios de su párkinson se empezaron a notar hacia el final de la década de los setenta. De hecho, en julio de 1979, tras una gran victoria en 1978 ante Spinks, Muhammad Ali ya había anunciado su retiro pero regresó al poco tiempo en busca de su cuarta conquista como peso pesado y se reportó que fue por necesidad de dinero. Dicha pelea ante Holmes en octubre de 1980 que fue frenada debido al mal estado en el que estaba la leyenda, fue de manera negativa un triste antes y después en su vida.
Más allá del mal combate en La Vegas, las críticas hacia la Comisión de Nevada por haberle dado autorización para pelear en tal estado de salud a sus 38 años no se hicieron esperar. Fue la única ocasión en 61 combates que tuvieron que parar una pelea de Ali, poco más de un año después, el 11 de diciembre de 1981 en Nassau, Bahamas, Muhammad se subía al ring por última ocasión en su deleitable carrera, pero una en que ya no lucía favorito.
El rival fue el canadiense Trevor Berbick. Ali logró con sus promotores amarrar de entrada 4 millones de dólares y la razón por la que se tuvo que realizar tan turbia función fuera de EU fue porque no obtuvo más el permiso para subirse al ring en su país. Muhammad volvió a caer en derrota pero tras una decisión unánime de 10 rounds. “No es que la magia se haya ido, se ha ido” comentó en el final de su carrera. Si bien muchos acusan estos dos combates como principales causantes de que en el 84 Ali diera a conocer su enfermedad, no es como que el resto de sus épicas peleas no hayan tenido que ver.