Por fin acabó la sequía de Argentina. Sí, 28 años después la Albiceleste levantó un trofeo al cielo. El equipo de Lionel Scaloni acaricia la gloria, en el mismo templo de Maracaná, donde hace 7 años perdió al Final del Mundial, se erigió como campeón de América. Argentina venció por 1-0 a Brasil y rompe su maleficio.
No fue el mejor partido, estuvo lejos de ser una final espectacular por más que se hayan cruzado dos equipos de renombre mundial, por mucho que en el campo hayan comparecido Neymar y Lionel Messi. El 10 brasileño fue mucha voluntad y deseos, pero poca efectividad. Mientras el 10 argentino tuvo uno de sus partidos más grises, pero por fin alcanzó la imagen que tanto se le reclama, la de alzar una copa al cielo.
Empezó mejor Brasil, que buscó asumir el protagonismo y hasta su condición de favorito. Argentina replegaba, apostaba por el orden en defensa, en ir llevando el juego a su ritmo, su primer objetivo era cortar el funcionamiento del ataque brasileño.
Privaron las faltas en el encuentro, pese a la gran calidad de jugadores que había en el campo con tipos como Neymar o Lionel Messi, no había esas jugadas fulgurantes ni en Brasil ni en Argentina, los dos se hacían fuertes en defensa, con la posesión un poco más del lado brasileño, pero sin claridad en la última zona.
Una pelota bajada de Richarlison para Neymar que tiró, pero la defensa tapó su disparo fue lo más peligroso que se contaba del juego. De pronto, una pelota larga en la medular de la Albiceleste rompió a la defensa brasileña.
Rodrigo de Paul levantó la cabeza, mandó una pelota larga y al espacio, justo la zona en la que Renan Lodi no midió bien, el lateral izquierdo quedó corto y el balón le quedó a Ángel di María, el Fideo la controló y quedó mano a mano contra el portero Ederson, era una situación a pedir de boca, con la pelota botando en el área y el arquero a medio camino, el atacante argentino no falló, mantuvo la calma y sin precipitaciones tocó por encima del guardameta. Al minuto 21 Argentina pegaba primero.
Trató de cerrar mejor Brasil, pero sin ideas claras para poner en aprietos al portero Emiliano Martínez. Al descanso, el juego estaba en el escenario ideal para Argentina. Para el complemento, Tite movió fichas de inmediato, le dio ingreso a Roberto Firmino para tener más gente de peso en ataque.
Sí que tuvo un poco más de peligro Brasil, incluso empató el juego, pero el gol de Richarlison fue anulado por fuera de juego, el mismo atacante del Everton se perdió otra ocasión clara, Neymar lo asistió de manera perfecta, pero su tiro murió en las manos de Emiliano Martínez.
Argentina jugaba en el alambre; Lionel Scaloni ajustó en el medio campo con la entrada de Guido Rodríguez, más músculo para tratar de ponerle hielo al ímpetu brasileño. Resistía el conjunto albiceleste que cedía la iniciativa a Brasil.
Mientras Neymar trataba ser protagonista y pedía la pelota, Messi apenas la olía, fue uno de los juegos más bajos a nivel ofensivo de La Pulga, con poco peso porque Argentina no enganchaba juego en campo rival, mientras Ney y Brasil eran la persistencia.
El partido era un cara o cruz. Tite mandó lo que pudo para hacer un equipo ultra ofensivo con Neymar, Richarlison, Firmino, Gabigol y Vinicius para tratar de abrir la ostra argentina. Mientras Scaloni pasó al plan defensivo, a la resistencia y a la espera de tener una contra en al que pudiera liquidar el juego.
Mucho nervio en Maracaná y a Messi se le escapó la gloria al 88’, cuando De Paul lo dejó solo frente a Ederson, pero a La Pulga le pasó algo muy extraño, se le cruzaron los cables y, cosa extraña, no supo definir en el área chica un mano a mano. Resistió Argentina que alcanzó la gloria negada desde 1993.