En la tercera edición de la Copa América, la selección de Chile protagonizó uno momento de los momentos insólitos de la historia de la competencia. Aunque el hecho tiene 102 años, continúa siendo recordado por la afición del futbol.
La edición de 1919 es recordada como una de las más caóticas de la Copa América, ya que el campeonato estaba planeado para disputarse un año antes en Brasil, pero una epidemia de gripe en Rio de Janeiro obligó a recalendarizarlo.
Además, para el conjunto chileno asistir a dicho evento representó un reto. En primera instancia, los clubes locales no cedieron tan fácil a sus futbolistas para la selección; después, no tenían los suficientes recursos para el traslado a Brasil, por lo que los jugadores pusieron de su bolsillo para llegar al torneo.
Con poco dinero para el traslado, La Roja comenzó su viaje el 20 de abril. Al llegar a Los Andes, no encontraron habitaciones disponibles en los hoteles, por ello el Gobernador les dio albergue en la comisaría local.
Después, pasaron por Buenos Aires para llegar a Montevideo el 23 de abril. Junto con la selección albiceleste y los uruguayos, se embarcaron para llegar a Brasil en 10 días.
Los chilenos inauguraron la Copa con los anfitriones en el estadio de Fluminense. Aquel día La Roja cayó por 6-0, terminando con sus esperanzas de poder avanzar a la final. En su segundo partido, perdieron por 1-2 ante Uruguay y 1-4 frente a Argentina.
Con 12 goles en contra y dos a favor, Chile regresó de forma prematura a casa, pero la verdadera travesía de la Copa América apenas había comenzado. De Rio de Janeiro viajaron a Buenos Aires, pero tuvieron que quedarse en la capital argentina gracias a una tormenta de nieve. Por consiguiente, salieron a ciudad Mendoza en mulas de carga.
Tardaron dos semanas para llegar a la ciudad, pero tuvieron que permanecer en Mendoza para gestionar su viaje. Trece días después, llegaron a Zanjón Amarilla para que otras 22 mulas los ayudaran a pasar la cordillera de Los Andes, aunque a mitad del camino continuaron a pie.
Algunos jugadores se desmayaron en el camino gracias al cansancio y la tormenta de nieve, pero atravesaron la cordillera para llegar a Valparaíso. Los familiares de los futbolistas los recibieron con preocupación y alegría. El viaje de La Roja duró casi tres meses: partieron a Brasil el 20 de abril y llegaron a casa el 9 de julio.
RGS