A 11 años del Iniestazo, el gol que lo cambió todo

El 6 de mayo de 2009, Andrés Iniesta marcó en el descuento para llevar al Barcelona a la Final de la Champions, esa anotación permitió firmar la mejor temporada de los culés en su historia

Andrés Iniesta (AFP)
Higinio Robles
Ciudad de México /

Miércoles 6 de mayo de 2009. Londres, Inglaterra. Estadio Stamford Bridge, casa del Chelsea de la Premier League. Semifinales de vuelta de la Champions League, el conjunto de Guus Hiddink gana por 1-0, gracias al gol que Michael Essien marcó en el minuto 9.

El Barça ha jugado su peor partido ofensivo de la temporada, juega con uno menos porque el francés Éric Abidal se fue expulsado al minuto 66. Los culés están contra la lona, parece que todo está definido y que el cuadro inglés estará en la Final de Roma contra el Manchester United, el cuadro de Pep Guardiola necesita de un milagro…

Minuto 92 con 10 segundos, Dani Alves levanta una pelota desde la derecha, el balón llega el centro del área, pero John Terry despeja con la cabeza, prolonga el balón a segundo palo, Eto’o no logra controlarlo, se le escurre, Essien pudo despejarlo, pero abanica con su pierna izquierda, y se la acomoda a Messi, Leo tiene tres jugadores delante (Essien, Alex y Bosingwa) que le cierran cualquier posibilidad de tiro…

Messi levanta la cara, encuentra una línea de pase, ahí, en el filo del área, en la media luna está Andrés Iniesta, la pierna derecha de Messi le cede al balón. Andrés acomoda el cuerpo, se perfila, no habrá chance para el control, debe ser un disparo, jugarse la vida a un impacto, llega la bola y suelta la pierna derecha…

La pelota toma dirección de gol, no encuentra un rival que le corte la trayectoria, Petr Cech se lanza, estira la mano derecha lo más que puede, pero tampoco es capaz de evitar que el balón llegue a su cita, en cuanto pasa la mano del portero checo, entra casi por la escuadra…

Stamford Brige se queda en silencio. Pep Guardiola pierde los estribos, corre por la banda extasiado, delante y detrás de él jugadores y miembros del staff hacen lo mismo, todos corren a ese córner donde Iniesta celebra, un puñado de aficionados culés han resucitado, diez segundos antes (ese tiempo transcurrió entre el centro de Alves y el remate de Andrés) lloraban de impotencia, sus lágrimas siguen, pero ahora son de alegría. Es lo que tiene el futbol, que en instante es capaz de cambiar la euforia por la desolación y viceversa.

Los papeles han cambiado, el Chelsea ya no puede recluirse. Ahora el Barça es el que debe manejar el reloj, los culés resisten los atropellados intentos de los ingleses por empatar, Ballack reclama un penal por una supuesta mano de Eto’o. No hay más, el árbitro noruego Tom Ovrebo (de muy mala actuación) pita el final. El Barça se ha clasificado para Roma.

El gol de Iniesta vale una Final. Si Andrés no hubiera marcado, no hubiera existido Roma para el Barça. Si ese disparo no hubiera salido la historia no recordaría a ese equipo como lo recuerda hasta el día de hoy. No se habría dado la tercera Champions culé. No hubieran jugado y ganado la Supercopa de Europa al Shakhtar Donetsk de Ucrania y tampoco hubieran ido y ganado el Mundial de Clubes ante el Estudiantes de La Plata.

Esa primera campaña de Guardiola no hubiera sido perfecta, el Sextete (Liga, Copa, Champions, Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes) no hubiera existido. Once años después no ha habido equipo que repita algo similar. Todo eso fue posible gracias al Iniestazo, el gol que cambió la historia del Barcelona.



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