Tras encadenar dos derrotas consecutivas ante el Cádiz y el Rayo Vallecano, el Barcelona, en otra actuación irregular, recobró el pulso y sumó tres puntos vitales (2-1) en su pugna por clasificarse para la próxima edición de la Liga de Campeones tras derrotar a un Mallorca peleón que no sale de la zona de peligro de LaLiga.
Un gol de Memphis Depay en el primer tiempo y otro de Sergio Busquets en el segundo dejaron en una anécdota el tanto de Antonio Raíllo en el tramo final de un encuentro que permite al equipo azulgrana mantenerse en la segunda posición, con una ventaja de dos y cinco puntos sobre el Sevilla y el Atlético de Madrid, respectivamente.
Regresaba el Barça al Camp Nou, un templo maldito en los últimos tres partidos ante el Eintracht Fráncfort, el Cádiz y el Rayo Vallecano. Y lo hacía sin Dembélé, renqueante en el banquillo por una amigdalitis. Xavi sorprendió con un alineación sin extremos puros, algo que desde su llegada al banquillo del Camp Nou pocas veces había sucedido.
El equipo del mexicano Javier Aguirre fue valiente en la primera media hora de juego. Consciente que visitaba al "dentista", como bromeó su técnico en la previa, planteó una línea defensiva de cinco jugadores, sabiendo en todo momento qué hacer con el balón cuando conseguía arrebatárselo al Barça.
Al partido sólo le faltaba el anunciado retorno de Ansu Fati tras recibir el alta médica. El hispano-guineano jugó los últimos 15 minutos del partido. Tuvo poca participación pero se mereció varias ovaciones de su afición.
Consciente de que su batalla por la permanencia se jugará en las próximas cuatro jornadas, Aguirre movió el banquillo y vitaminó a su equipo, que avanzó líneas para apretar al Barça en la salida del balón. Su valentía tuvo premio. A diez minutos para el final, Raíllo cazaba con el muslo una falta servida por Salva Sevilla. El Barça no titubeó para cerrar la ansiada victoria.