Momento de pensar en el Clásico. El Real Madrid-Barcelona se juega este domingo en el Santiago Bernabéu, un encuentro que parecía no tener sabor, llega como una prueba moral para ambos equipos, con el Barça más urgido de mandar el mensaje de que sigue siendo un equipo de élite.
El título se tiñe de blanco
Hablar del Real Madrid es un hablar de un gigante de Europa, da lo mismo los cromos que tenga, su escudo pesa más que cualquier individualidad, el Madrid gana por carácter, por personalidad y por esencia.
El cuadro blanco ha impuesto su ley en La Liga, se ha levantado como un equipo incontestable, ha mostrado su músculo sin hacer menos a ningún rival, pero los ha sometido por la jerarquía de su plantel, un grupo que ha asumido con naturalidad los cambios generacionales, pero que ha mezclado el talento de su vieja guardia con el arrebato de los jóvenes.
Carlo Ancelotti es un gestor de grupo excepcional, un entrenador que trabaja en la cancha y en el vestuario, porque se gana la confianza del jugador, apuesta con fe ciega en sus elementos a los que protege como un padre. El traje del Madrid se ajusta a Ancelotti y viceversa.
El Real cuenta con una de las mejores duplas del futbol europeo: Karim Benzema y Vinicius Junior, el instinto asesino del francés lo tiene convertido en uno de los mejores delanteros del continente; mientras el desequilibrio en estado puro del brasileño lo ha hecho un jugador que rompe los partidos desde la banda con singular alegría.
Pero también hay que voltear a la sala de máquinas, ahí cuenta con dos obreros: Luka Modric y Toni Kroos; el croata es elegancia, sacrificio y experiencia, se ha convertido en los pulmones del Madrid. El alemán va por ese camino, pero aún ofrece más desgaste. Son el dúo dinámico.
El Madrid vive en estado de gracia, en los octavos de final de la Champions, mandaron a su casa al rutilante París Saint Germain con Messi, Neymar y Mbappé. Esos triunfos elevan el estado moral. El Clásico es puro orgullo, porque una derrota no lo alejará del título. En su casa se mantiene invicto en la temporada y no puede permitirse perder esa condición ante el Barça.
Resurgimiento culé
El Barcelona sigue en proceso de reconstrucción, vuelve a la idea del pasado que tantas alegrías dio y que Xavi Hernández busca restaurar con sus matices. Ha mejorado el conjunto culé desde el último clásico en Liga, el pasado 24 de octubre, cuando Ronald Koeman era el jefe del banquillo.
Con la llegada de Xavi, los culés volvieron a sus principios esenciales: juego de posición, apuesta por la cantera y por jugadores que se adapten a un perfil específico. El mercado invernal le permitió dar un salto de calidad con la llegada de Adama Traore, Ferrán Torres, Pierre-Emerick Aubameyang y Dani Alves.
Ya con Xavi en el banquillo, el entrenador de Terrassa probó la amargura de perder un Clásico, el 12 de enero, en las semifinales de la Supercopa de España, que se jugó en Arabia Saudita. Un 3-2 a favor del equipo blanco.
Pero el Barcelona ha ido emergiendo a paso lento, en la Liga ha remontado posiciones, tras verse lejos de los puestos de Europa, ahora está en zona Champions y llega con la moral en alto después de asegurarse su pase a los cuartos de final de la Europa League.
No hay partido que motive más al cuadro culé que medirse al Madrid. La visita a la casa blanca llega en el momento justo, es la hora para saber los alcances que puede tener el proyecto de Xavi Hernández en el mediano y largo plazo. Una victoria no cambiará la lucha por La Liga, porque en Can Barca se asume que el Madrid cantará el alirón, pero un triunfo en Chamartín sería un golpe moral que le avisaría a España, y Europa, que el Barcelona va por el camino correcto en la reconstrucción.
MGC