La tensión desatada por la inédita final de la Copa Libertadores que por primera vez disputarán Boca Juniors y River Plate quedó hoy en evidencia al agotarse las entradas del partido de ida que se jugará en La Bombonera.
La sede de Boca Juniors fue copada por miles de fánaticos que agotaron los boletos para el partido del próximo sábado y que garantizaron que no habrá un solo lugar libre en los 50 mil asientos del estadio.
Cuando los organizadores anunciaron que ya no había más entradas disponibles, los fanáticos que se quedaron sin boleto a pesar de ser socios del club comenzaron a protestar, lo que generó un clima agresivo que fue controlado con el operativo policial que se dispuso en los alrededores de la cancha.
Los posibles episodios de violencia son el costado más preocupante de una final que será histórica y que tendrá su capítulo culminante el 24 de marzo, en el partido de vuelta, y el último, en el Monumental, el estadio de River Plate.
El presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, explicó en una entrevista televisiva que “el malestar de la cantidad de socios que no van a poder ingresar es entendible, pero tenemos un cupo limitado de habilitación de carnets”.
Del lado de River también se esperan reclamos porque, a pesar de que el Monumental cuenta con 66 mil lugares, no hay estadio que alcance para albergar a los millones de seguidores de los clubes más populares de Argentina.
Mientras terminan de poner a la venta sus propias entradas, en River ya anunciaron medidas para atender emergencias médicas el día de la final.
“Más de uno va a tener problemas del corazón, por eso hay que tener una asistencia médica y todo lo que se pueda dar para una solución inmediata”, dijo al advertir que la final se puede resolver por los infartantes penales.
Por fuera de los estadios, los fanáticos ya organizan juntadas en casas, bares y restaurantes el próximo sábado y el 24 de noviembre para disfrutar una final que quedará en la historia del futbol mundial.