El 5 de agosto de 2021 el mundo del futbol se detuvo. Una noticia procedente de Barcelona detuvo todo, en todos los rincones del planeta las televisiones, las redes sociales, los periódicos, sitios web centraron su mirada en Catalunya. Ese día el cuadro catalán emitía un comunicado en el que anunció que Lionel Messi no seguiría en el FC Barcelona. Conmoción en toda la ciudad.
No hubo medio de comunicación que no siguiera a detalle lo ocurrido, todo parecía estar arreglado, Messi estaba de vacaciones y le había trasladado a su círculo íntimo que seguiría, pero no fue así.
“A pesar de haberse llegado a un acuerdo entre el FC Barcelona y Leo Messi y con la clara intención de ambas partes de firmar un nuevo contrato en el día de hoy, no se podrá formalizar debido a obstáculos económicos y estructurales (normativa de LaLiga española). Ante esta situación, Lionel Messi no continuará ligado al FC Barcelona. Las dos partes lamentan profundamente que finalmente no se puedan cumplir los deseos tanto del jugador como del Club”, rezaba el comunicado.
El adiós
Laporta tragó saliva un día después cuando explicó la marcha del mejor jugador en la historia de los culés. De golpe y porrazo se acaba una historia de 21 años y 35 títulos. “Tenemos una institución que está por encima de todos, incluso del mejor jugador del mundo. Queríamos que la era pos-Messi arrancara dentro de dos años. No pudo ser. Hay que adelantar la fecha de inicio de esa nueva era”, dijo el presidente culé.
Unos días después Messi compareció en conferencia de prensa y sus lágrimas rompieron aún más el corazón de los blaugranas que pasaron a sentirse huérfanos, cada palabra del argentino fue una puñalada letal.
“Lo di todo por este club, desde el primer día que llegué hasta el último. Nunca imaginé tener que despedirme porque no lo pensaba. Hice todo lo que pude para quedarme y no fue posible quedarme. Hemos pasado buenos momentos y también malos momentos, pero el amor que me ha demostrado la gente siempre ha sido el mismo”, fueron algunas de las palabras que esgrimió el rosarino.
Días después en París se vivía una fiesta, el mejor jugador del mundo estaba libre y el París Saint Germain no dejó pasar la oportunidad, le ofreció un gran contrato y se hizo con los servicios del argentino. Messi aterrizó en la Ciudad de la luz como toda una estrella, las calles se pintaron con los colores del París. El Parque de los Príncipes vería juntos a Neymar, Mbappé y Leo Messi. Ni en la mejor de las utopías eso parecía posible.
La orfandad culé
El Camp Nou no volvió a ser el mismo, el aficionado culé se tallaba los ojos y pasó a vivir de la nostalgia. La temporada del Barcelona no fue nada buena, el equipo tuvo que rehacerse sin su principal figura y activo.
Ronald Koeman dejó el banquillo, porque el equipo simplemente perdió su sello de identidad. Los culés estaban fuera de la zona Champions cuando llegó Xavi Hernández, la prioridad fue recuperar la moral, pero al final del curso la evaluación fue clara: la era pos Messi inició de mala manera, sin ningún título en las vitrinas.
En el primer año sin Messi, los culés vieron como el Madrid celebró la Liga y la Champions. En Europa se estrellaron de manera drástica cuando no pasaron de la fase de grupos y en la Europa League quedaron eliminados por el Eintracht de Frankfurt en los cuartos de final. Y en la Copa del Rey el Athletic de Bilbao en octavos de final. Un año de pesadilla.
El fracaso parisino
En París la expectación creció a máximos niveles. El conjunto galo estaba obligado a conseguir la Champions League por el equipo que había conformado, pero no fue así y la temporada fue un fracaso.
A Leo le costó entrar en la dinámica del equipo, el París fue un club de cromos y no un equipo armonioso, ya no se vieron las jugadas que acostumbraba en el Camp Nou. Mauricio Pochettino no pudo encontrar la fórmula de hacer que todas sus estrellas se conjuntaran y dominaran Europa.
En octavos de final de la Champions se midió al Real Madrid, prueba de fuego para presentar su candidatura. En el juego de ida Messi falló un penal, y en la vuelta, aunque se pusieron en ventaja, sucumbieron ante el cuadro merengue en el Santiago Bernabéu. Un golpe al ego y a un club que no brilla pese a tener una de las plantillas más fuertes del mundo.
Por si fuera poco, en la Copa de Francia, tampoco trascendieron y fueron eliminados por el Niza en la ronda de octavos de final. Aunque terminaron ganando la liga, fue un año muy pobre para el París y para Messi.
Nostalgia y pobreza
Sí un año después de su salida del Barcelona, en Catalunya aún hay un aire de nostalgia por Messi. El equipo continúa en su etapa de reconstrucción, buscando alternativas económicas, pero ha levantado la ilusión de su afición por los fichajes que está realizando, aunque en el Camp Nou aún se ven playeras con el 10 en la espalda.
En París, Messi sigue buscando la felicidad, su aterrizaje no ha sido lo que él mismo esperaba, no ha encontrado su mejor versión y es un año más grande, por lo que pareciera que el adiós a la élite está cada vez más cerca, por lo que en la temporada que está por iniciar tratará de alcanzar su máximo punto.
Y el París Saint-Germain despidió a Pochettino, tiró la casa por la ventana para retener a Mbappé y sabe que este año tiene que dar ese paso al frente que lo situé en la élite, porque si no, no dejará de ser un aspirante y será un equipo rico en la cartera, pero pobre en el palmarés europeo.
Un año después de la noticia que paralizó el plantea futbol, ni en Barcelona ni en París hay un aire de felicidad.
MGC