Cuando reapareció el orgullo de un equipo, el Bayern Múnich, que como al Real Madrid jamás se le puede dar por muerto, menos aún en el Allianz, tras voltear en cinco minutos el clásico del futbol europeo con goles de Sané y Kane de penalti, un doblete de Vinícius apagó el infierno muniqués dejando abierta la semifinal para el Santiago Bernabéu.
En Múnich ha mutado el papel del Real Madrid. De víctima a verdugo. En la ciudad maldita durante 38 años de la que ahora sale ileso. Aunque con sufrimiento. Su cuarta visita consecutiva sin caer, con la humildad en la lucha cuando se apartan los egos y se suman esfuerzos. Tras el Etihad, los de Ancelotti dejaron una nueva muestra de compromiso con dos grandes referentes: Kroos y Vinícius.
Tumbado el vigente campeón. Superado el reto de frenar, como fuera, al poderoso Manchester City, la mala temporada de un Bayern que se juega todo a una carta se asociaba a la capacidad de sufrimiento en Múnich. Un Real Madrid resilente, comprometido en el esfuerzo. Superado en intensidad en un arranque intimidatorio como buen equipo alemán.
El regreso a la identidad perdida de un Bayern que mantuvo su potencial ofensivo, aumentado con la llegada de Kane, pero que se deshizo en su curso para el olvido en el que cedió la que parecía corona eterna de la Bundesliga desde una insólita endeblez defensiva.
No había mejor momento para enterrar derrotas sonrojantes que ante el Real Madrid. Lo quiso golpear con rapidez. Como el boxeador que sale buscando el KO en los primeros asaltos sin pensar en el gran desgaste que realiza y el peaje posterior.
El hecho es que encontró razones para lanzarse por todo, grietas en malos ajustes defensivos que aprovechó Musiala con su libertad de movimiento, Sané con su velocidad y Kane con su áurea de peligro. Antes de que se cumpliera el primer minuto Lunin había ejercido de salvador con los pies al disparo a bocajarro cruzado de Sané.
Tiró Ancelotti a Rodrygo a la banda izquierda para buscar las cosquillas a un lateral improvisado como Kimmich. Pero al Real Madrid le tocaba esperar. Y sufrir. Sin balón ni líneas de pase. Encerrado por el empuje del rival. Perdiendo los duelos individuales. Hasta siete disparos del Bayern en el primer cuarto de hora. Kane chutando la primera que tocó en el área, buscando la sorpresa desde el centro del campo a ver a Lunin adelantado. Musiala chutando desde fuera del área siempre que pudo.
Más metido e intenso el conjunto alemán ante un Real Madrid que tardó 20 minutos en asomar la cabeza tras anestesiar el ritmo cuando tuvo balón. Un primer intento desviado de Vinícius, tras un córner en corto de Kross. Los dos protagonistas que dibujaron una acción para el recuerdo cuatro minutos después. En el estadio donde Cristiano Ronaldo fue martillo pilón apareció 'Vini' para definir de primeras, sin pensarlo, tras correr al espacio a un pase que sólo imagina un virtuoso.
Kroos, el jugador que pidió el balón para devolver la calma exhibiendo liderazgo, presionado por tres rivales, inventó una asistencia que levantó el vuelo madridista sobre Múnich. Instaló la duda momentánea en el rival. El temor a ser golpeado con contundencia si se exponía con líneas adelantadas. 'Vini' probó la velocidad de Kim al contragolpe. El Bayern perdía velocidad en su posesión y precisión. Se agarraba al balón parado. Poderoso por arriba.
Añoró el Real Madrid a Bellingham que extendió su maldición en Múnich. Intrascendente. Alejado de la imagen de jugador decisivo. Sin encontrar protagonismo con balón ni peligro al espacio. Apenas una aparición en una acción de juego directo de Lunin peinada por Valverde en la que fue derribado en la frontal. Acariciando el penalti.
Los ajustes de Tuchel resucitaron al Bayern tras asomarse al abismo. Debía de asumir el riesgo de dejar espacios a la velocidad letal del Real Madrid. Así Neuer se disfrazó de héroe con un paradón a mano cambiada al golpeo de Kroos en un contragolpe que pudo dar un golpe a la eliminatoria. Y el resultado fue la inversa en apenas segundos.
Desde la calidad individual y el cambio de banda de Sané con la entrada a escena de Guerreiro. Reculó Mendy cuando le encaró. Sin ayudas ni un compañero que saliera al paso a tiempo de la acción hacia dentro y el latigazo seco al palo corto del extremo alemán. En dos minutos mostró todo su poderío ofensivo el Bayern. Con una remontada exprés cuando Lucas Vázquez cayó en la trampa y derribó a Musiala. Kane no perdonó el penalti para invitar a soñar a un estadio encendido.
Un nuevo reto ante el que responder para el Real Madrid. Con ajustes tácticos de Ancelotti que devolvió a su hábitat a Vinícius, ubicó a Rodrygo en banda derecha, sacó del campo a Nacho, molesto por el cambio, y metió la potencia física de Camavinga. Arriesgando al final para encontrar el premio del empate quitando al mejor de su equipo, Kroos, y a Bellingham para dar entrada a Modric y Brahim.
Fue cuando el liderazgo de Kroos lo asumió Vinícius. Cuando temblaba por alto en los córners la defensa madridista y Dier perdonaba dos acciones francas para instalar una ventaja terrible para la vuelta. Con Musiala en el jardín de su casa divirtiéndose, pero decisivo el brasileño que la pidió, encaró, chutó, pero se topó con Neuer e inventó la jugada que dio el empate.
La gran acción de 'Vini' encontró a Rodrygo en la zona del nueve con un buen movimiento que sólo pudo ser frenado con el agarrón claro de Kim. No le tembló el pulso en el penalti que dio forma a un doblete salvador que mantiene la racha del Real Madrid sin perder en Múnich y deja para el Bernabéu el desenlace rumbo a Wembley.
JCVL