América empata ante Pumas con nueve hombres en la cancha

Las Águilas lograron rescatar la igualada 2-2 ante los universitarios en tiempo de compensación

Henry Martín le da el empate al América ante Pumas (Imago7)
Carlos González le dio la ventaja a Pumas en el Clásico Capitalino (Mexsport)
Oribe Peralta marca el gol del empate en el Clásico Capitalino (Imago7)
Felipe Mora (Mexsport)
Rubén Guerrero Atilano
Ciudad de México /

Pumas es un equipo acostumbrado a sufrir, a tocar hondo, justo cuando parece que se consagrará en algún buen momento, pero de igual forma, es un escuadrón que siempre resurge. Ante el América, el rival odiado y en el estadio Azteca, Universidad parecía que curaría sus heridas, pero de último minuto, con un cabezazo certero, Henry Martín emparejó el electrónico por 2-2. Frustración felina y júbilo azulcrema. Esta clase de encuentros te da y quita. Siempre es igual. 

Tiemblan las gradas del Estadio Azteca. La cabecera norte del recinto es copada por cientos de aficionados de Pumas. No es un duelo cualquiera. Se enfrentaban dos de los equipos que mayor rivalidad despiertan en sus aficiones. Por un lado, América, el eterno antagonista del balompié nacional; del otro, Universidad Nacional. El encuentro tiene tintes hasta de identidad, situaciones históricas. Mucho que contar a lo largo de 90 minutos intensos, al menos en lo presupuestado. 

Habían transcurrido 19 segundos, cuando el sector derecho defensivo del América acusó recibo de un balón extraviado. Ni Edson Álvarez ni Paul Aguilar contuvieron un avance generado y definido por el chileno Felipe Mora. El ariete robó una pelota que en el papel no llevaba peligro, la coló con su compatriota, Martín Rodríguez, que a su vez le devolvió el esférico, pero cuando el primero ya estaba en el área para definir. Cabezazo ante la salida de Agustín Marchesín. Gol y júbilo auriazul. 

El inesperado tanto de Mora abrió el juego, obligó al América a que su desempeño fuera vertical, permanente búsqueda del arco de Alfredo Saldívar. Pumas fue un cuadro kamikaze, que en cuanto tenía la pelota en su poder, no dudaba en ofender. Al 17', Alan Mendoza recobró el esférico delante de la media cancha y avanzó por varios metros. La jugada culminó en un centro que no alcanzó a rematar Mora, pero el dominio era marcado. Universidad arriesgaba ante unas Águilas venidas a menos, golpeadas en lo anímico. 

Tuvieron que transcurrir 25 minutos para que América acariciara la posibilidad del gol. En un desdoble que comenzó con la anticipación de Roger Martínez desde la banda derecha y que concluyó con un tiro del mismo atacante, las Águilas trataban de equilibrar las acciones. Un despiste de Kevin Escamilla permitió el ingreso del americanista al área de Saldívar; todo quedó en un susto, en una especie de aviso. Y llegaría la respuesta. Pumas había ido de más a menos. 

Al 31', con un desdoble de Oribe Peralta, más a base de enjundia que de velocidad, América encontró el tanto del empate. El capitán de las Águilas eliminó de su camino a Luis Quintana y ya de paso, dejó sembrado al mismo Escamilla. Cuando el ofensivo quedó frente a Saldívar, un ligero desvío de Arribas abrió el camino para la igualada. Volvía la vida en el estadio Azteca. En el cierre del primer tiempo, los de casa se quedaron con 10 hombres, tras la expulsión de Roger Martínez. El encuentro estaba para cualquiera. Todos a descansar. 

El complemento exigía modificaciones. El obligado era Pumas, que atravesaba un momento crítico, una encrucijada. Requería de un revulsivo. América contaba con la indulgencia del cronómetro a su favor, del dominio de las emociones y hasta del papel de víctima por tener inferioridad numérica. La intensidad se incrementó al ritmo de la lluvia, que ya arreciaba. Momentos cruciales, de tensión en el terreno de juego. En los banquillos, cada timonel lo vivía a su estilo. Para Patiño era un duelo a muerte; Herrera lo tomaba con más calma, aunque con constantes reclamos al cuerpo arbitral. 

Pumas lo intentó. Está claro que el equipo del Pedregal carece de cohesión en la mayoría de sus líneas, que han perdido el rumbo, pero en el cierre del encuentro trató de imponer su ley, de desesperar al rival y lo logró. Primero, las Águilas se quedaron con nueve, tras otra expulsión de Bruno Valdez y luego, al 71', con un cabezazo contundente de Carlos González, Universidad logró el segundo tanto de la noche. El paraguayo se convirtió en héroe de la película, mientras que los de casa sufrían hasta para acomodarse en el campo. Confusión absoluta. Estos duelos son siempre así. Dan y quitan. Cuando todo parecía definido, los de casa apelaron alas agallas e igualaron el encuentro, gracias a un testarazo de Henry Martín sobre la hora.

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