Tenía 24 años y Octavio Muciño ya era considerado un ídolo en el futbol mexicano. Y no era para menos, el carismático delantero –nacido el 14 mayo de 1950, en Ciudad Cooperativa– ya había logrado dejar una huella muy profunda en Cruz Azul y justo para 1974, en uno de los fichajes más importantes de aquella época, había pasado a las Chivas del Guadalajara.
Todo parecía sonreírle al famoso Centavo, quien era un delantero efectivo y determinante, seleccionado nacional que competía con Enrique Borja por ser titular; sin embargo, la noche del 31 de mayo, luego de protagonizar una riña de bar –el tristemente célebre Carlos O’ Willys de Guadalajara–, recibió tres balazos a la salida (uno en la cabeza, otro en el tórax y el último en el hombro) por parte de un junior llamado Jaime Muldoon Barreto.
El futbolista resistió algunos días en el hospital, hasta que el 3 de junio se anunció su fallecimiento. Se dice que a su sepelio, realizado en Ciudad Cooperativa, asistieron miles de personas, que lloraron la muerte de uno de los primeros ídolos de La Máquina celeste.
UNA CARRERA BRILLANTE
Octavio fue el primer ídolo emanado de Ciudad Cooperativa, llamada Jasso en aquella época. Desde muy niño se entrenó en los campos de tierra de aquella localidad y pulió su envidiable técnica rematadora en el estadio 10 de Diciembre.
Fue cuestión de tiempo para que debutara con Cruz Azul, y esa fecha fue el 2 de noviembre de 1969 en un partido frente al Monterrey. El Centavo fue pieza fundamental de La Máquina multicampeona, al conquistar los títulos de Liga de las temporadas México 70, 1971-72, 1972-73.
Por ejemplo, para la Final de la temporada 1971-72 se había estipulado que se jugaría a partido único en el Estadio Azteca, precisamente la casa de los dos finalistas: América y Cruz Azul. El juego definitivo se disputó el 9 de julio de 1972 y fue La Máquina la que salió airoso gracias a su futbol contundente. 4-1 fue el marcador del partido, los goles de Cruz Azul fueron obra de Cesareo Victorino, Héctor Pulido y el Centavo Muciño, mientras que por América anotó Enrique Borja.
Para la temporada 1973-74 fue vendido al Guadalajara, donde empezaba a demostrar su calidad con el equipo tapatío; sin embargo, su vida se vio truncada cuando se encaminaba hacia la grandeza.
RGS