La violencia regresó a un estadio de futbol en México, de forma imprevista como escandalosa. En un partido sin mucho que contar, con empate sin goles, la nota fue la agresión de aficionados de Zacatecas a un grupo de 400 seguidores de la Jaiba Brava del Tampico-Madero, que evidenció la mala organización de la Universidad local y la ineficacia para tener un control en las gradas.
El escenario fue el Carlos Vega Villalba, en una ciudad y estado donde el apego al futbol no se refleja comúnmente en las gradas y menos para los Tuzos, pues en preferencia hay una clara identidad con los Mineros de Liga de Expansión. Para esta ocasión, la institución educativa dio boletos gratis.
No aplicó en todos. Los porteños que viajaron desde la zona sur de Tamaulipas, residentes en el municipio y provenientes de otras ciudades, les condicionaron la entrada “por una cuota de recuperación”. Reclamos por la medida e intervención de los directivos visitantes pusieron las cosas en orden.
Sin embargo, en los alrededores el ambiente frío desnudó la falta de personal de seguridad pública y privada. Ausentes los filtros de acceso y cualquiera pudo acceder, sobre todo en la parte de sol, frente a las porterías. Cerca de la tribuna norte colocaron a los foráneos, divididos por una cerca de mallacorla y solo dos vigilantes mujeres.
Las acciones contadas en el campo contrastaron con la forma hostil y el tono de palabras en el costado de la grada. La gente de casa resultó agresiva, dura, para combinarse los grados de alcohol. Esa frustración por no meter un gol aumentaron la tensión.
Cuando se llegó al minuto 85, con un conjunto local desbocado por el gol de la ventaja, la bomba explotó: un grupo de 8 personas se fueron con todo sobre esa valla, abrieron la puerta que separaba a la afición celeste y al ingresar vivieron las agresiones, puñetazos y patadas.
Los viajeros, desprotegidos, intentaron protegerse y también a mujeres, niños y adultos mayores. Todos los jugadores, incluidos los relevos, se fueron a la zona de riesgo para exigir a las pocas autoridades municipales entrar a parar la trifulca.
Un policía estatal solo observaba, mientras Alan Ramos le exigía hacer su trabajo. “No seas culo, súbete cabrón”, le gritaba airadamente Jesus David Vázquez.
"Afición de Zacatecas, demuestren que ustedes sí tienen valores, no sean como la gente de Tampico que no conoce la cultura, ni los valores", expresaba el sonido oficial mientras los golpes continuaban.
Cerca de 6 minutos después y con varios lesionados en piernas, cara y brazos, incluidas damas, estaba en el campo la mayoría de la porra porteña. Niños fueron atendidos por la Cruz Roja al entrar en crisis nerviosa. Todavía en otra zona de la grada hubo más golpes pero entre los mismos zacatecanos.
En esa portería norte del inmueble era evidente la mancha azul, con colegas de los medios de fuera incluidos, mientras en la zona de Sombra eran resguardados la directiva junto con el alcalde de Tampico Jesús Nader. En el estacionamiento se reportaron autobuses dañados, confirmado más adelante.
Las consecuencias de un operativo de seguridad, con solo 36 efectivos para más de 12 mil asistentes, dieron la vuelta por el país en cuestión de minutos. El escándalo se consumó y como respuesta la Universidad Autónoma de Zacatecas, organizadora del evento y mediante un comunicado, le pidió a la Federación Mexicana de Futbol “exigir una investigación y dar con los responsables”.
Después de la medianoche los camiones de la afición, directivos y el plantel partieron a casa. Así terminó una travesía que comenzó con ilusión y concluyó con miedo.
Y pudo ser peor.
Con información de Jesús Bonifacio/Multimedios.