Aldo de Nigris es uno de los grandes íconos en la historia de los Rayados de Monterrey, club al que permanece ligado como auxiliar técnico de Javier Aguirre y que siempre lleva en su corazón a su hermano y también leyenda del equipo regiomontano Antonio de Nigris, quien falleció el 16 de noviembre de 2009 en Lárisa, Grecia.
Aldo siempre recuerda con mucho cariño a su hermano, a quien consideraba “el líder de la familia” y que justamente murió días antes de que disputara la liguilla del torneo Apertura 2009, en donde realizó una impecable actuación que llevó a su equipo a coronarse ante Cruz Azul, realizando en cada anotación un homenaje al Tano.
“Me enfoqué en lo que él hubiera querido que yo fuera, él me quería ver triunfar, él me quería ver bien, hablaba de mí que yo iba a ser mejor que él futbolísticamente; yo lo veía años luz, eso me ayudó para enfocarme, entrar en cierto trance para competir esa liguilla y después los años siguientes”, dijo Aldo en entrevista con Javier Alarcón.
LOS TACHONES QUE LE REGALÓ EN SU ATAÚD
Aldo de Nigris recuerda que justo un día antes del partido de ida de los cuartos de final ante el América llegó el cuerpo de Toño, por lo que pidió verlo un momento a solas antes de que el resto de amigos y familiares pudieran darle el último adiós. Ahí fue cuando le dio el último detalle a su hermano: unos tenis Nike que no había podido conseguir.
“No sé si eso me ayudó o no (verlo), pero quería darme cuenta que se había ido, porque por momentos no lo creía, me preguntaron y les dije yo quiero verlo, le quiero traer unos tachones que él me había pedido que no conseguía, unos Nike clásicos Tiempo de piel de los que usaba Ronaldo”, recordó Aldo emocionado.
Con ayuda del entonces goleador del equipo, Humberto Suazo, ambos consiguieron el par de tachones que Aldo le dejó en su ataúd haciendo más emotiva la despedida.
“Me acuerdo que le dije a Chupete, que lo patrocinaba en ese momento Nike, yo tenía ya otro patrocinio: ‘consíguemelos porque no los consigo y se los quiero mandar’, me los consiguió justos y los tenía ahí, se los puse en el ataúd. Lo abracé, eso creo que fue algo también muy fuerte, sentirlo frío, en ese momento no me daba cuenta, pero ahorita lo digo y no sé cómo lo hice”, recordó.