El fútbol profesional en Tamaulipas ha protagonizado hechos de violencia en sus estadios. Si bien la mayor rivalidad se encuentra entre la Jaiba Brava del Tampico-Madero y los Correcaminos de la UAT, desde la Primera División hasta categorías inferiores, como en diferentes épocas y franquicias, los conflictos se han dado entre jugadores, aficionados y hasta en árbitros.
Los primeros antecedentes se presentaron en la década de los Sesenta. El naciente encono entre el Tampico Fútbol Club y los Orinegros de Ciudad Madero trajo consigo un odio deportivo traducido en el espectador, que provocó muchos altercados durante sus enfrentamientos, principalmente en la Segunda División.
No solo se concentró en una región. La enemistad con Ciudad Victoria en materia deportiva tuvo un punto de inflexión en los Setentas, cuando se registró en el Estadio Marte R. Gómez una bronca entre jugadores del Tampico con los Cuerudos. Por ello, vino la suspensión del partido.
En el máximo circuito
El diciembre de 1988, luego del empate a 5 goles entre celestes y naranjas, en la máxima categoría, al exterior del Tamaulipas se registraron pleitos. Se corrió la versión de una persona fallecida, la cual autoridades locales jamás confirmaron.
Meses después, el inmueble fue vetado cuatro partidos debido a la agresión a un abanderado con un objeto lanzado desde la zona de Sol General, en un partido donde los jaibomaderenses recibieron al América.
En la capital sucedió en 1988, tras la derrota de los universitarios frente al Atlante, un botellazo propinado por un presunto elemento de seguridad al árbitro Bonifacio Núñez Vega justo a metros de entrar a los vestidores, rescatado por usuarios en las plataformas digitales.
Épocas recientes
Años posteriores, en el 2006 volvió la violencia involucrada con el deporte en el estado. Tras concluir el Clásico Tamaulipeco, aficionados victorenses lanzaron piedras a autobuses que trasladaban a gente de la zona sur para el duelo en la capital. Otro hecho se dio en el 2009. De nuevo, una confrontación de fanáticos de Correcaminos y la Jaiba Brava, en el Tamaulipas, causó la movilización de personal de vigilancia.
Ese mismo año en una Liguilla, jugadores tamaulipecos se fueron a los golpes con rivales de Dorados de Sinaloa tras ser eliminados en semifinales. Estuvo a punto de explotar la violencia en las calles, si no fuera por la intervención de elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Marina.
Los dos más recientes acontecimientos dieron la vuelta al plano nacional. En 2016, la final de la Liga Premier de la Segunda División entre Tampico-Madero y Potros UAEM concluyó con golpes y agresiones de aficionados, presuntamente de la barra Terrorizer, con policías, documentado en redes sociales.
Finalmente, en el 2019, se armó la trifulca durante el Torneo de Copa Mx, cuando Correcaminos recibió a las Chivas Rayadas del Guadalajara.
Un común denominador de todos estos acontecimientos, ha sido la falta de castigo y la impunidad de la autoridad para erradicar estos hechos del deporte.